Capítulo 13.2

1582 Words
La abuela Fukuda caminaba hacia los recién llegados con los ojos llenos de lágrimas. «¿Es mi hijo, mi Aki? No puede ser», decía la anciana temblando por la impresión de encontrar en Shiro un gran parecido con su difunto hijo. Masaki empezó a girar su cuerpo para acercarse hacia su esposa para tranquilizarla, pero Shiro lo detuvo. El nieto caminó hacia la emocionada anciana y la estrechó entre sus brazos. El silencioso llanto tomó volumen y todos podían escuchar los sollozos de Umiko. «Mi Aki, te pareces tanto a mi Aki», repetía aferrándose a la camiseta de su nieto, quien acariciaba sus blancos cabellos. El joven empezó a sentir una sensación cálida y agradable emanando de su pecho, la cual se expandió a todo su cuerpo. «¿Así se siente abrazar a una abuela? Ahora que lo sé no dejaré de hacerlo», pensaba Shiro tratando de calmar a la anciana con suaves caricias. Nara y Yuna se acercaron a la entrada de la mansión al ver que Umiko no pudo aguantar la espera y salió de la propiedad para adelantarse y conseguir un abrazo de su nieto. Al notar la presencia de las otras mujeres, Shiro elevó la mirada y se encontró con tiernas sonrisas embelleciendo unos rostros femeninos en donde no encontró rastros de maldad, por lo que les devolvió el gesto. Masaki sonreía feliz de ver que su nieto respondía agradablemente las muestras de cariño de su familia; a Kazumi se le caían unas lágrimas por la alegría que sentía al ver que su amado Shiro nunca más estaría solo y desprotegido, que había más personas decididas en apoyarlo para hacer sus sueños realidad. - Disculpe, Fukuda san, pero creo que es mejor que ingresemos a la mansión para que Shiro pueda sentarse en un cómodo sofá. Recuerde que hace un par de días atrás ha sido intervenido quirúrgicamente, por lo que necesita tener reposo por unos días más –recomendó Kazumi tras secarse las lágrimas y pensar en el bienestar de su amado amigo. - Tiene razón, querida Dra. Shimizu –respondió el anciano para luego caminar hacia donde estaba su nieto abrazando a su esposa y recomendarles el ingresar a la propiedad para poder conversar sentados en el salón de visitas al considerar la condición de Shiro. Umiko despegó el rostro del pecho de su nieto y con unas temblorosas manos acarició los finos rasgos de Shiro. Él tomó las arrugadas manos de su abuela y las llenó de besos, luego enredó el brazo de ella al suyo y caminaron hacia el interior de la vivienda. Tras dejar a la anciana sentada en uno de los sofás al lado de Masaki, Nara aprovechó para acercarse a su sobrino. - Hola, querido Shiro. Soy tu tía Nara, la artista plástica –dijo muy suelta de huesos la entusiasta pintora y abrió los brazos, señal de que le pedía un abrazo a su sobrino. Este dudó, pero la sincera sonrisa que le brindaba la tía que acababa de conocer pudo más y dejó que ella le diera un fuerte abrazo que contenía todo el amor que por años no pudo entregarle al no verlo crecer. Cuando tía y sobrino se separaron, Yuna esperaba su turno con algo de preocupación y timidez-. Ella es Yuna, tu madrastra, aunque podrías considerarla como una madre. Ella fue la mejor amiga de tu padre, mi hermano Aki, ya que el amor de compañeros de vida no despertó entre ellos, pero sí el de amigos entrañables –dijo Nara haciéndose a un lado para que Yuna se acercara a Shiro. - Hola, Shiro. Mirarte es como estar viendo a Aki –dijo Yuna con mucha ternura en su mirada. El joven reconoció en ella esa energía que por más años pasen, nunca olvidaría: el amor de una madre-. Fui la esposa de tu padre por casi veintitrés años. Me alegra mucho que padre te haya encontrado, tu presencia hacía mucha falta a esta familia –agregó con total sinceridad la viuda de Aki. - Gracias. Sé que quizás no es fácil para usted que yo esté aquí, por ser el hijo de otra mujer que amó a su esposo –en la voz de Shiro se podía percibir que se sentía apenado por ser el responsable de una supuesta incomodidad que podría provocar en Yuna su presencia en la Mansión Fukuda. - Te equivocas, Shiro. Aki fue mi mejor amigo, alguien a quien llegué a querer muchísimo y apreciar aún más, pero nunca a amar como hombre. Desde que supe de ti, mucho antes de que Aki se animara a confesar su secreto a padre, siempre miraba hacia el portón principal esperando verte ingresar al lado de tu madre. Mi sueño era que llegaras a esta casa a iluminarla con tu risa, con tus ocurrencias de niño, para así ver feliz a Aki al lado de quienes debieron ser su hogar. Si aún estoy bajo el amparo de esta familia, no es porque me sienta la viuda de Aki Fukuda, sino porque me siento una hija más de Masaki y Umiko Fukuda. Y con respecto a ti, mis sentimientos son sinceros al decirte que, cuando me enteré que no podía ser madre, en algún momento soñé con la posibilidad de ser una al criarte, al cuidar de ti y protegerte como a un hijo, mi hijo. Si tú quieres, considerando que tu madre ya no está entre nosotros y yo no tuve hijos, nuestra relación podría crecer bajo el trato de madre e hijo –Shiro intentaba no llorar, pero no puedo evitar derramar las lágrimas que se acumulaban en sus ojos. Las palabras de Yuna le hicieron recordar a Maeko san, quien sin ser su madre lo cuidó y le prodigó protección y cariño como si lo fuera, entendiendo que sí es posible que dos personas sin ningún lazo sanguíneo puedan convivir en una relación muy cercana, llena de un amor puro, verdadero, sagrado como el de una madre por su hijo. - Yuna san, gracias por quererme sin conocerme, entiendo que el sentimiento nace del aprecio que le tenía a mi padre, pero sí me gustaría que nos conozcamos y lleguemos a ser familia. A mí me falta una madre y a usted un hijo, y sería para mí un honor serlo –sumergida en un llanto de alegría, la viuda de Aki se acercó a Shiro para abrazarlo, cosa que él no se negó en aceptar. Estar rodeado de gente buena, que lo había esperado por años, deseando conocerlo pronto, llenaba de alegría el corazón de Shiro. Al recordar que Kazumi había llegado a su lado, buscó la mirada de la médica, quien sonreía muy feliz de ver que su amigo, el huérfano sin familia, ahora tenía una que estaba dispuesta a prodigarle mucho amor. Tras separarse de Yuna, Shiro se acercó a Kazumi y se aferró a la mano de la médica, algo que la tomó por sorpresa. - Abuela, tía y madre, es un honor presentarles a la Dra. Kazumi Shimizu, quien es alguien muy especial para mí –así Shiro presentó a Kazumi ante el resto de su familia. Masaki sonreía totalmente complacido. Yuna, que también conoció a la médica cuando estuvo en Estados Unidos cuidando de Aki, le ofreció una enorme sonrisa a la joven que, al igual que el anciano patriarca de Los Fukuda, pensaba era perfecta para ser la esposa de Shiro. Umiko y Nara saludaron con reverencias, muy al estilo de cada una, a la médica-. Espero que ella también sea bienvenida a esta familia, a este hogar –las últimas palabras de Shiro hicieron sonrojar a Kazumi, ya que parecía que el joven, ahora el heredero Fukuda, estaba formalizando su relación con ella. - ¡Por supuesto que sí, querido sobrino! –soltó muy a su despreocupado estilo Nara-. Tu novia siempre será bien recibida en la familia y en este hogar –el sonrojo de Kazumi contagió a Shiro, quien terminó con el rostro completamente colorado-. ¿Por qué la vergüenza? ¿Acaso he dicho algo que no es debido? –preguntó Nara haciéndose la tonta, algo que sabía aparentar muy bien. - Con Shiro solo somos amigos, los mejores, desde hace once años atrás –explicó Kazumi al ver que su amado amigo no ofrecía una aclaración. - Ah, entiendo –dijo Nara mirando pícaramente a ambos-. Es solo cuestión de tiempo. Lo vaticino. Tras compartir una bebida y recibir los consejos de Kazumi sobre los cuidados que debía recibir Shiro, la médica se despidió de Los Fukuda, ya que debía volver al hospital para cumplir con su jornada. Shiro la acompañó hasta el vehículo de la familia y le pidió a Sosuke san que trasladara a su amada amiga hacia el nosocomio donde laboraba. Al ingresar nuevamente a la mansión, solo encontró a Masaki sentado en la sala de visitas esperándolo. Nara debía responder unas llamadas y correos electrónicos para coordinar unas exposiciones de su trabajo en las próximas semanas y Umiko junto a Yuna habían ido a la cocina para terminar de coordinar el almuerzo, el primero que tendrían en esa mansión con la familia al fin completa. El abuelo le pidió al nieto que lo acompañe al estudio en donde se ocupaba de los asuntos de sus empresas cuando la avanzada edad que tenía no le permitía salir de casa por no sentirse con mucha energía o porque el clima complicaba su traslado por la ciudad.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD