Capítulo 12.3

1833 Words
- ¿Y logró encontrar a su nieto perdido? –preguntó Shiro con algunas lágrimas en los ojos, ya que la historia era triste, pero las emociones empezaban a agitar su corazón al encontrar similitud en la edad de fallecimiento de la mujer que amó Aki con la que tenía su madre al morir, así como que ambas mujeres habían dejado en la pobreza y soledad a un hijo varón. - Sí, lo hallé, después de cinco años de una búsqueda que se tornó difícil porque muchas veces las personas que preguntábamos sobre este muchacho, mi nieto, no querían hablar de él y porque debí primero ocuparme de una mujer que le hizo mucho daño, aprovechándose de él por ser un joven sin familia, sin tener a dónde ir –la intensa mirada de Masaki y las últimas palabras que soltó le hicieron entender a Shiro que ese nieto perdido era él. Las lágrimas empezaron a caer rodando por las mejillas del joven, pero no interrumpió al anciano al recordar que le pidió que cuando le revelara la larga historia que tenía para contar, que lo escuchara con el corazón-. Mi deseo de encontrarlo era tan inmenso que no dudé en aliarme a un poderoso jefe yakuza para dar con su paradero. Aihara san, amo y señor de Kabukicho, me ayudó a ubicarlo. Hace dos días me llamó a primera hora de la mañana para decirme que mi nieto había sido trasladado a un hospital de emergencia. Al encontrarme a la Dra. Shimizu le narré mi historia y ella me ayudó a obtener una muestra de la sangre de ese muchacho, la cual compararon con la mía, resultando que somos parientes en un 99.9 % como nieto y abuelo –Shiro miró a Kazumi, quien cubría su boca con las manos al haber empezado a llorar. Ella asintió nuevamente moviendo la cabeza-. En este documento encontrarás los resultados que confirman que lo que acabo de decirte es cierto –y Masaki extendió su mano hacia Shiro sosteniendo la hoja de los resultados de la prueba de parentesco. El joven miró el documento sin poder entender lo que estaba sucediendo en ese momento. ¿Cómo él podría ser el nieto de una familia multimillonaria? - ¿Me está diciendo que soy su nieto, que tengo una familia? –Masaki solo pudo asentir al mover la cabeza-. Pero mi apellido es Morita y mamá me contó que mi padre murió antes de que yo naciera y que su familia no me quería –Shiro soltó esas últimas palabras con la voz quebrada. - Creo que cuando tu padre pensó en la idea del aborto, tu madre decidió declararlo muerto en su corazón, y eso lo entiendo muy bien. Que te dijera que no te queríamos, imagino que lo hizo al creer que Aki reaccionó de esa manera al enterarse del embarazo porque nosotros no querríamos a un nieto nacido fuera del matrimonio de nuestro hijo, cosa que está más que alejada de la verdad. Si yo hubiera sabido de tu madre y de tu existencia en su vientre, Aki nunca se habría casado con la hija de mi mejor amigo, sino con tu madre, y tú hubieras nacido en el calor de nuestro hogar. - Entonces, mi madre nunca hubiera sufrido tanto por ser madre soltera, no hubiera enfermado en medio de la pobreza y no hubiera muerto cuando apenas yo había cumplido los diez años –las lágrimas de Shiro se habían convertido en un caudaloso río que mojaba las sábanas que cubrían su regazo. Sin que Masaki y Kazumi se esperaran esa reacción del joven que resultó ser el nieto perdido de Los Fukuda, Shiro empezó a golpear con sus puños el colchón de la cama y sus piernas, a la par que empezó a gritar con notoria mezcla de furia, tristeza, decepción, amargura. - Shiro, por favor, tranquilízate. Aún no te has recuperado por completo. Por favor, no te golpees, te puedes hacer daño –pedía Kazumi tratando de elevar la voz por encima de los gritos que soltaba su amado amigo-. ¡Shiro! ¡No! –gritó la médica acercándose a él. Ella se sentó sobre la cama, muy cerca de su amigo. Él no reparaba en ella, el dolor de saber que hubo una posibilidad de que su madre y él tuvieran una mejor vida, una en la cual ella no moría y podía ser feliz al lado del hombre que amó, de aquel que le tomó esa foto en donde salía tan bonita y se le veía alegre de estar a su lado, lo enloqueció. Masaki empezó a llorar al ver la agresiva reacción de Shiro, una que no caía en el anciano, sino en el propio joven, que en toda esta historia fue una víctima de las malas decisiones de unos jóvenes Aki y Yumei que actuaron movidos por miedo de que sus actos afecten el honor de su familia y que puedan arrancar de su vientre la prueba del amor que tuvo por el hombre del cual se enamoró. Tras no poder con palabras sacar a Shiro de ese estado de agresividad eufórica, Kazumi lo tomó por lo hombros y trató de captar su atención. Como no consiguió su propósito, se subió sobre las piernas de Shiro, algo que desconcertó a Masaki. Ella intentaba zarandear a su amigo y así romper con ese estado de locura que estaba manifestando, pero él era mucho más grande que ella, que apenas medía 1.62 m. Al no saber qué más hacer, se le ocurrió algo que esperó no sea motivo de arrepentimiento más tarde. Haciendo uso de toda su fuerza, Kazumi tomó entre sus manos la cabeza de Shiro, lo obligó a elevar su rostro, mirando hacia ella, y sin aviso alguno, besó a su amigo en los labios. Al sentir los suaves labios de Kazumi pegado a los suyos, Shiro dejó de golpear la cama y sus piernas, así como dejó de gritar. Ver que quien lo besaba era la mujer que alguna vez fue su amada niña, aquella médica que amaba en secreto por miedo a ser rechazado, lo sorprendió y tranquilizó. Como ella no daba señal de querer dejar el beso al tener los ojos cerrados, él abrazó su cintura y empezó a mover los labios, respondiendo el gesto. Kazumi abrió los ojos de par en par cuando sintió la lengua de Shiro ingresando a su boca y un bulto que se erguía debajo de ella, rozando su entrepierna. Ante la respuesta que recibiera de su amigo, la médica utilizó todas sus fuerzas para deshacer el abrazo y separar sus labios de los de él. Al dejar la cama con premura, se topó con la mirada de asombro de Fukuda san, haciendo que se sonrojara al extremo por cómo actuó enfrente del abuelo de su amigo. - Lo siento, Fukuda san. Por favor, perdone mi reacción –dijo Kazumi a la par que le ofrecía al anciano una reverencia de 90° grados. - No te preocupes, querida Dra. Shimizu, hiciste lo necesario para calmar a mi nieto –ambos dirigieron sus miradas hacia Shiro, quien miraba todo sonrojado y con la respiración agitada a Kazumi. Al llamar la atención del anciano y de la médica el bulto que crecía entre las piernas del joven, ella se volteó para no enfocar sus ojos en eso que le gustó sentir muy cerca de su intimidad cuando estuvo sentada a horcajadas sobre Shiro, y Masaki llamó la atención de su nieto para avisarle que mire hacia abajo, que su “amiguito” había despertado por el contacto de su cuerpo con el de su amada Kazumi. - Perdón –dijo Shiro cubriendo con sus manos esa zona de su cuerpo que parecía tener vida propia. Después de unos incómodos segundos, miró a Masaki, quien volvió a tener una profunda tristeza destilando por sus ojos-. Fukuda san, perdóneme por haber perdido la compostura –soltó Shiro con notorio arrepentimiento en su voz-. Mi madre y yo pasamos muchas necesidades. Ella murió rodeada de pobreza, sintiendo desesperación porque se iba y me dejaba solo, con deudas que a mis diez años no podía asumir. Saber que, si las cosas se hubieran dado de distinta manera, mi madre podría estar viva y no haber sufrido tanto, me llenó de ira, de furia. También hubo situaciones muy difíciles que tuve que enfrentar solo en estos últimos diez años –la mirada de Shiro le hizo saber a Masaki que se refería a esos meses en que tuvo que acceder a ser el juguete s****l de la viuda Takahashi para no morir de una neumonía o de hipotermia-, las cuales hubiera evitado si hubiera sabido que tenía una familia a la cual recurrir. - Shiro, nada de lo que sucedió es tu culpa –le dijo Masaki volviendo a tomar asiento en la silla al lado de la cama de hospital y apoyando una de sus manos sobre el hombre de su nieto-, pero tampoco es mía ni de tu abuela, tías o madrastra –en la mirada de Shiro había mucha pena que el anciano quería poder borrar de una buena vez-. Por favor, permíteme entregarte lo que por derecho te pertenece, así como darles a los restos de tu madre un lugar en el mausoleo de Los Fukuda, es lo único que puedo hacer por ella –Shiro miró a Kazumi, quien aún estaba de espaldas hacia él. Recordando la conversación que sostuvo con el anciano multimillonario que resultó ser su abuelo, entendió que siendo un Fukuda era la oportunidad que tenía para ser un hombre digno de ella para ganarse su corazón y hacerla su esposa. - Kazumi chan –pronunció Shiro el nombre de su amada con bastante vergüenza. Ella giró sobre su eje y le mostró su sonrojado rostro-, ¿crees que debo aceptar la verdad de mi procedencia y ser un Fukuda? –Kazumi elevó la mirada para encontrarse con los cálidos y dulces ojos de Shiro destilando amor por ella. Aunque no habían confesado sus sentimientos, ellos conocían lo que el uno por el otro sentía, por lo que la opinión de la médica se tornó importante para el joven que resultó ser el nieto de Los Fukuda. - Sí, Shiro kun, te mereces tener una familia y vivir cómodamente –ella le sonrió mostrándose apenada por la escena que minutos atrás inició. - Solo quiero saber si seguirás estando cerca de mí. No quiero que al cambiar mi vida tú te alejes y ya no pueda volverte a ver. –dijo Shiro, y al cruzarse las miradas de aquellos que deseaban en secreto ser más que amigos, supieron que sería cuestión de tiempo el que pudieran iniciar una relación amorosa. - Me quedaré a tu lado, Shiro kun, mientras tú así lo quieras –dijo Kazumi y la brillante sonrisa de su amigo apareció para hacer que el corazón de la médica empiece a latir aceleradamente.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD