Capítulo 4.3

1769 Words
- No te sientas culpable por habernos alejado, Kazumi chan. Fui yo el que se fue de donde debía estar para que nos encontremos. Varias veces quise ir a la Universidad de Tokio y buscarte, pero no podía hacerlo porque no contaba con la ropa adecuada –en ese momento Shiro sintió que quería llorar al recordar las veces que despertaba decidido en emprender camino hacia el campus de la universidad más prestigiosa de j***n solo para buscarla, y cómo las ilusiones se caían como un castillo de naipes al sentir que era despreciado por la gente con la que se topaba al dejar el barrio pobre donde vivía, solo porque las prendas que vestía lucían desgastadas, desprolijas, y al malvivir pensaban que podía ser un drogadicto o ladronzuelo en busca de una presa. - Entiendo. Sé muy bien que la gran mayoría de las personas tratan a los demás según como lucen y no se dan la oportunidad de conocer sus corazones. Además, por desgracia, la idea de pobreza se mezcla con la de vicios, creyendo que solo la gente que se dejó llevar por ellos es aquella que vive precariamente. Tú terminaste en la pobreza porque a los diez años estabas solo en la vida, sin quien te ayude ni ampare. Si yo hubiera sido algo mayor cuando te conocí, te hubiera podido ayudar… -Shiro dejó de acariciar la mejilla de Kazumi para posar las yemas de sus dedos sobre los labios de la médica. Ese gesto la sorprendió, pero no hizo nada para alejar la mano del joven de su boca, ya que también le gustó sentir el tacto de un atractivo varón sobre sus labios. - Nunca desees o des a entender que las cosas entre nosotros debieron ser diferentes porque eso significa que tú y yo no nos hubiéramos hecho amigos al terminar siendo otro tipo de personas. Algo que aprendí al tener que trabajar duro para sobrevivir un día a la vez es que todo lo que sucede tiene su motivo de ser. Quizás no lo podemos ver de inmediato cuando se da, pero pasa el tiempo y empezamos a descifrar el misterio que cada hecho tiene. Si tú hubieras sido mayor, no serías la Kazumi que conocí y llegué a querer de inmediato. Por favor, conmigo solo sé tú; aprenderé a amarte con los cambios que has tenido al crecer porque tu esencia sigue intacta, y eso es lo que importa –querer y amarte, esas palabras retumbaban en la cabeza de Kazumi, y el corazón empezó a latirle más rápido. - Esta bien –dijo en un murmullo y Shiro debió dejar el tenue contacto físico que hubo entre ellos porque llegó el mesero con la comida. Él le contó que después de terminar la escuela consiguió tres trabajos: repartiendo periódicos a los diferentes puestos de revistas y máquinas expendedoras alrededor de Kabukicho; encargándose de la limpieza del restaurante en donde le habían dado una habitación y un baño, y repartiendo sake, en botellas y barriles, a los negocios de comida en el barrio rojo. Kazumi se interesó en conocer sus horarios, así que Shiro le explicó que se levantaba a las 4 am para empezar con el reparto de los periódicos a las 5 am. Este primer trabajo lo hacía hasta las 7 am, de ahí regresaba al restaurante y empezaba a limpiar el salón comedor, luego seguía con el frontis y los almacenes, ya que la cocina la limpiaban los empleados que trabajaban ahí. A eso de las 3 pm empezaba con el reparto de sake, lo que lo llevaba a estar ocupado hasta las 6 pm. De ahí estaba libre para hacer lo que quisiera, pero al tener que levantarse temprano, usualmente se quedaba dormido entre las 8 o 9 pm, así que por las noches solía practicar un poco de aikido o boxeo en el gimnasio a unas cuadras del restaurante o leer libros que le prestaba Kei, la anfitriona del local por esa noche que los atendió amablemente. Cuando terminaron de comer, Kazumi le pidió que la acompañara a ir hacia el hotel cinco estrellas en donde su hermana había celebrado la fiesta por su boda para recoger su auto. Ese pedido dio pie a que la médica le contara lo que ocurrió un par de horas atrás, cuando fue despreciada y maltratada una vez más por Suki, su única hermana. Shiro no conocía a la familia de la médica, pero sospechaba que eran muy diferentes a ella. Eso le hizo suponer que ese era el motivo para que su amiga ya no viviera más con ellos, y se lo comentó, pero Kazumi empezó a llorar, por lo que él la abrazó y la llevó a sentarse en una banca de un parque por el cual pasaban. Ahí le contó a su amigo lo que Naoki Yamazaki le propuso, contándole que este había sido su prometido antes de ser el esposo de su hermana menor. Shiro sentía que le hervía la sangre y que tenía unas enormes ganas de ir por ese tal Naoki para romperle la cara, pero que Kazumi apoyara sobre su pecho su cabeza y rodeara su espalda con sus brazos, hizo que se olvidara del tipo ese y se enfocara en ella. - Han sido muy malos contigo, Kazumi chan, y tú no te mereces que te traten así –decía Shiro mientras acariciaba la espalda de la médica, quien ya había dejado de llorar y estaba perdida entre el aroma masculino de madera y cardamomo que desprendía de las ropas de Shiro. - Por eso dejé la casa donde crecí. No me iba a sentir bien con Naoki detrás de mí insistiendo a que le cumpla el deseo de ser su amante –ella empezaba a dormirse al sentirse cómoda y cálida entre los brazos de Shiro. - Qué injusto. Dejaron ir a su hija para acoger a un inmoral. Espero que cuando se den cuenta del error que cometieron no sea demasiado tarde para rescatar la relación con tus padres y hermana. Yo, que no pude tener una familia porque la muerte me la arrebató, sé lo importante y necesario que es tener el amor, cuidados y protección de una –Kazumi apretó más el abrazo y Shiro lo sintió. Le preguntó si algo le sucedía, si se sentía bien. - No sufras más, Shiro kun. Ahora que nos hemos vuelto a encontrar seremos la familia de uno para el otro, como debió ser siempre –enternecido por el cariño puro e inocente de Kazumi, dejó un beso sobre sus cabellos. «Pronto te diré todo lo que siento por ti, Kazumi. Solo déjame conseguir mi propósito de emprender mi negocio y te propondré que seamos novios. Yo sé que puedes llegarme a amar más pronto de lo esperado», pensaba Shiro mientras soñaba con un futuro junto a la médica. Al ver la hora, cerca de las 9 pm, Shiro le pidió a su amiga retomar el camino hacia donde estaba su vehículo. Al terminar el recorrido ella supo que al huir de ahí estuvo corriendo por varios minutos, ya que había andado por más de quince cuadras, por lo que llegó al barrio rojo sin querer. A Kazumi se le veía cansada, por lo que él se ofreció a llevarla hacia su apartamento. Ella le agradeció con una hermosa sonrisa y ambos subieron al auto. Con ayuda del GPS, que tenía la ruta predeterminada, Shiro pudo manejar sin problemas hacia el edificio en donde vivía la médica en el barrio exclusivo de Ginza. Dejaron el vehículo en el estacionamiento y subieron hacia el penthouse por el elevador propio de este. Al llegar a la vivienda, Shiro quedó impactado de ver el tamaño de la propiedad y lo bien que estaba decorada, así como la tecnología que la hacía más llamativa y muy utilitaria. Kazumi le ofreció algo de beber y el agradeció que le diera un jugo o refresco, ya que aún se sentía el calor del verano. - Ahora sabes en dónde vivo –dijo Kazumi entregándole el vaso con jugo de durazno a Shiro. - Y tú en dónde me puedes encontrar, hasta te detallé mi horario de trabajo –ambos rieron amenamente. - Sí. Si necesito hablar contigo sabré que puedo buscarte de 7am a 3pm en el restaurante y luego a partir de las 6 pm –dijo ella, quien se había memorizado la rutina de Shiro. - Y yo podré ir a verte al hospital, pero iré luciendo así, para que no me echen al pensar que soy un depravado acosador de la bonita Dra. Shimizu –que la calificara como bonita la sonrojó. Para ella, Shiro era muy guapo, y de seguro tendría varias mujeres detrás de él, por lo que no se hacía muchas ilusiones. - No te preocupes, ellos no pensarán mal de ti –respondió algo triste al creer que entre ella y él no pasaría más que una bonita amistad al imaginar que era una mujer nada atractiva. - ¿Y la tristeza a qué se debe? –preguntó Shiro al darse cuenta del bajón en el humor de la médica-. ¿Acaso es porque mi presencia incomodaría a alguien especial que trabaja contigo en el hospital? –preguntó él deseando que no sea así. - No existe nadie especial, Shiro kun. Si lo hubiera, no estaría viviendo sola en este enorme lugar, que solo compré porque es muy seguro y tiene una vista que me fascina. - Mañana es domingo y no realizo repartos de sake por las tardes. Puedo apresurar la limpieza del restaurante y venir por ti para salir a almorzar y luego pasear por la ciudad -propuso Shiro como respuesta al hecho de que ella no tenía a nadie a quien amar en su vida. La espera de simples segundos se le hizo eterna mientras rogaba por que Kazumi esté libre. - Mañana descanso, así que acepto tu invitación –contestó Kazumi con algo de duda, pero cuando levantó la cabeza y vio que Shiro sonreía feliz, con esa intensa mirada que ella no reconocía a qué se debía, y solo porque ella había accedido a pasar la tarde del domingo con él, supo que con su amigo podría ser ella misma sin importar nada, ya que él siempre respondería con cariño a lo que ella le entregara con sinceridad. - Entonces, ¿tenemos una cita? –preguntó muy ilusionado Shiro. - Sí, tenemos una cita –y a partir de ese momento, Kazumi no se imaginó lo que Shiro llegaría a significar en su vida.
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