VI

1706 Words
Alfa. Es sinónimo de grandeza y éxito. Son fuertes, dominantes y naturalmente son líderes. Ser un Alfa era estar en la cúspide de la sociedad y capaces de tomar a cualquier Omega como compañero o pareja, pero si son ellos quienes pueden conseguir a su omega, ¿qué le queda a los Betas? Con la frente apoyada contra el volante y las manos cubriendo su rostro, Jeremy ocultó la tristeza que lo atormentaba bajo un rostro indiferente. ¿Cuántos años llevaba haciendo lo mismo una y otra vez? Le había sido leal a Natalie Vide por 7 largos años y ni una sola vez se ha volteado a verlo como potencial pareja. ¿Por qué? Porque Jeremy Vince era solo un Beta. Un Beta incapaz de emparejarse. 7 años había permanecido a su lado cuidándola, siéndole leal… amándola, ¿y qué ha recibido a cambio? Nada. “No tiene caso. Jamás se presentará una oportunidad. Debería rendirme de una vez. Quizá aún no es demasiado tarde para seguir con mi vida.” En este punto un montón de razones comenzaron a presentársele con el fin de dejarla de una vez, pero cuando no es la primera vez que encuentra razones para irse. Siempre que se decide, ella aparece una vez más, sonriéndole, siendo amable con él, apoyándose en él… ¿cómo podría dejar de amarla? Su suave tacto, su sonrisa radiante y su increíblemente sincero corazón. Era la mujer perfecta. Ella era todo para él. ¿Cómo podría dejarla? Incluso si amarla era tóxico, no podía dejarla. Para él bastaba con solo verla a lo lejos para ser feliz. No tenía que estar a su lado como su pareja para hacerlo feliz. Ser su guardia ya le había traído mucha gloria y lo había llenado de felicidad verla en todo momento. Pero esta vez era diferente, ella estaba buscando un alfa con el cual pasar su vida, poco a poco él sería dejado de lado y eso lo mataría. Mientras él sufría en silencio por un corazón roto en pedazos, Natalie estaba subiendo hacia el tercer piso del centro comercial por el ascensor en busca de Alex Northefolks, el alfa de la discordia. Un poco nerviosa se miraba en el pequeño espejo de polvos que traía y se daba pequeños retoques con la brocha mientras el elevador estaba en marcha. Din. Sonó el elevador indicando que habían llegado al tercer piso. Apresuradamente Natalie guardó su espejo y su brocha, y salió rápidamente del elevador. El plan era ir al cine a ver una película que se había reestrenado: Constantine. Puede que ir al cine en la primera cita no suene como la mejor idea del mundo o puede que sea muy “inmaduro” pero Natalie era super fan de Constantine y Alex quería complacerla. Mientras ella caminaba en dirección al cine perdida en sus pensamientos sobre cuáles serían sus movimientos en la cita de hoy, alguien la tomó de la mano e hizo que se detenga en seco. Natalie se asustó por un segundo, pensó que alguien la había reconocido y tendría problemas, pero afortunadamente cuando volteó a ver solo era una niña pequeña con un globo rojo en la mano. —¿Mamá? — dijo la niña con ojos llorosos. —Oh no, querida. — dijo Natalie dándose la vuelta por completo para dejarle ver que se había equivocado de persona — ¿Estás buscado a tu mamá? ¿Te perdiste? Cuando Natalie dijo eso la niña pequeña comenzó a llorar, chillar y moquear, todo a la vez. Natalie entró en pánico, si no encontraba la forma de hacer que la niña hiciera silencio pronto todos los ojos se centrarían en ellos y la reconocerían rápidamente. Tenía que hacer algo. —Natalie. El toque en su hombro y la voz masculina la llamó. Era Alex que había llegado. Se veía sumamente guapo. Su cabellera oscura estaba bien peinada de un lado, un outfit casual de unos jeans negros y una camisa azul oscura remangada dejando ver sus fuertes brazos bien formados. Perfección. Lo único que estaba fuera de la perfección era el llanto de la niña que ella tenía a su lado. Alex miró a la niña de la mano de su cita y por un segundo mostró una cara de preocupación absoluta. —¿Tienes una hija? — dijo con el rostro pálido y con una sonrisa forzada — ¿No crees que debiste mencionarlo antes? —¿Qué? ¡No! No es mi hija. — dijo ella rápidamente excusándose. ¿Cómo podrían parecerse siquiera? La niña tenía el cabello oscuro y ojos verdes, no rubia ni de ojos azules como Natalie. — Se ha perdido. —Ya veo. Hey. Ven conmigo. Buscaremos a tu mamá. — dijo Alex sonriéndole cálidamente a la niña y tendiéndole la mano amablemente — ¿Cuál es tu nombre? —Rose. — dijo la niña con voz frágil y con lágrimas aún en los ojos. —Es un lindo nombre, Rose. — le dijo él sonriendo — ¿Quieres que te lleve en mis hombros? Desde arriba podrás ver mejor a tu mamá. Rose soltó su globo rojo y extendió sus manos hacía arriba esperando a que Alex la cargara. Él la tomó del torso y sin ningún esfuerzo la puso en sus hombros sosteniéndola de sus pequeñas piernas. —Eres muy bueno con los niños. — dijo Natalie riendo por lo bajo. —Es uno de mis talentos. Antes vivía en una zona donde había muchos niños en la cuadra y creo que me he acostumbrado a ellos. —Serás un gran padre algún día. — dijo Natalie murmurando para sí, pero él la escuchó claramente. —Bueno eso tendríamos que averiguarlo. Caminando por los pasillos del centro comercial no había ninguna persona buscando a una niña perdida, lo que hizo que estuviesen muy confundidos. ¿Por qué no había nadie alrededor buscándola? ¿La habían abandonado? Muchas preguntas rondaron por la mente de Natalie y se comenzó a preocupar. Cuando la niña se calmó y estuvo tranquila le preguntaron una vez más cuándo fue la última vez que vio a su madre. Rápidamente se dirigieron al patio de juegos donde había una gran multitud de personas con sus niños yendo de un lado a otro por los juegos. Era una marea de personas que tuvieron que atravesar hasta que Rose comenzó a gritar “¡mamá, mamá!” señalando a una mujer que corría con una cartera roja desesperada. —¡Mama! ¡Ma~! — la niña gritó sacudiendo sus brazos para que la mujer la viera. —¿Rose? — la señora dio la vuelta y al ver a su hija se acercó corriendo con un rostro de desesperación y alivio entremezclado. Alex bajó a Rose de sus hombros y la dejó en el piso donde su madre inmediatamente se desplomó y abrazó a su hija fuertemente. Aparentemente estaba a punto de colapsar de la emoción. —¡Dios santo, estuve buscándote por todos lados! ¿Cómo pudiste desaparecer así? — los ojos de la señora estaban inundados de lágrimas pero se contuvo y no las soltó por el bien de su hija — ¡Gracias! Gracias por encontrar a mi hija. Estaba tan preocupada. Ya estaba a punto de llamar a la policía. —No se preocupe. — dijo Alex tomando de la mano a Natalie y acariciando el cabello de la niña con la otra — Ella está bien ahora. La madre de la pequeña se ofreció a recompensarlos por su ayuda, pero ellos se negaron firmemente y salieron del patio de juegos antes de que la señora siguiese insistiendo. Alex tomó la mano de la joven y salieron corriendo, dejando atrás a la niña que con un rostro de felicidad sacudía su pequeña mano despidiéndose. Así de la mano caminaron por un largo rato antes de percatarse de ello, pero de igual forma continuaron así. Ambos estaban un poco nerviosos pero nada que un poco de tiempo no pueda arreglar. Se sentaron en un café y ordenaron. Sí, era un poco cliché que estuvieran en un café pero era conveniente y además se conocieron en un café así que no era una mala idea pasar el tiempo en uno durante su primera cita. —Entonces, ¿ya tienes planes para la trama de tu siguiente libro? — preguntó Natalie muy curiosa. Era una gran fan de A. North y no podía ocultarlo. —De hecho sí, me gustaría escribir algo acerca de los miembros de la realeza. Aún no se cómo lograré conseguir la información pero espero que pronto se me ocurra algo… sino el editor me colgará. —¿Por? ¿Las cosas no van bien con tu editorial? —Mmm. No es eso, pero acostumbro a tener un libro al año y tengo que cumplir los plazos. —La calidad de tus libros es increíble. Definitivamente vale la pena esperar un año para tenerlos. —Te enviaré una copia del de este año cuando salga. Pareces ser una gran fan. — su sonrisa hizo que el corazón de Natalie se acelerara. ¿Por qué él se veía tan sexy esta noche? Definitivamente él no necesita dejar salir sus feromonas para conquistar a alguien. Deseo. En algún momento de la conversación la mente de Natalie comenzó a desvariar. Los azules ojos de la princesa bajaron lentamente por el pecho de su cita, pasando por sus brazos robustos. ¿Podrían esos brazos tomarla con fuerza y forcejearla contra la pared? Si tan solo pudiera pasar esos largos y gruesos dedos morenos por su cuerpo, ¿cómo se sentiría? Los labios finos pero apetitosos se verían muy bien como adorno en su cuello. Si fuese posible hace rato se hubiese subido a sus piernas y besado su cuello frenéticamente. ¿Realmente qué se lo impedía? —…sería una gran idea pero el presupuesto es elevado y no-- —Alex. —Natalie lo interrumpió. Se armó de valor y dejó salir lo que ella realmente quería decir junto con sus dulces feromonas de omega — Créeme que adoro el sonido de tu voz y me gustaría tenerla solo para mí asi que por qué no vamos a un lugar más privado.

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