—¿Qué? —se levantó de la banca, indigna con su padre, ¿como era posible que tachara a Luis de indeseable?— Luis Alcázar estudio una carrera, fue el primero de su clase en la facultad, se graduó con honores y, por si fuera poco, pertenece a una de las familias más importantes del país y su padre es muy rico —se sentó de nuevo volviéndose hacia su padre con dramatismo, esperando que la intensidad de sus palabras le abriera los ojos y pudiera verlo como ella lo veía, perfecto.
—Como bien lo has dicho, “su padre es muy rico”. ¿Qué ha hecho Luis por su cuenta? Axel Brown no se ha graduado de la universidad y ya tiene una empresa de inversiones que, si bien por ahora es pequeña, no dudo que en algunos años crezca como la espuma. Ese muchacho tiene talento y le faltan solo dos años para graduarse en finanzas. En cambio, ¿de qué se graduó Luis Alcázar? Licenciado en Filosofía y Letras. ¿Qué demonios es eso?
—Pero papá, un Licenciado en filosofía es muy importante para los tiempos que corren…
—Es una estupidez y me da lástima su padre. Yo no tuve hijos varones, por eso me interesa mucho que tu aprendas, no importa que seas una mujer, porque si el día de mañana hay problemas, tu podrás afrontarlos. Pero Francisco si tiene un varón y debería ser quien se haga responsable de la empresa familiar, ser el que se preocupe por mantener el estatus económico de su familia, sobre todo por su madre, su hermana y la mujer que elija como esposa, porque el día de mañana ellas serán su responsabilidad. La verdad es que también lo compadezco, en ese caso, sería mucho mejor no haber tenido ningún hijo varón.
—Luis es un hombre diferente a todos los demás, pero no quiere decir que no sea capaz de llevar un negocio o de manejar una empresa, es tan capaz en todo lo que se propone que incluso es mucho mejor que ese tal… Axel Brown que ni siquiera ha terminado la carrera.
—Fue por culpa de su padre, no por falta de talento o determinación. Es uno de los pocos estudiantes universitarios que tienen una empresa propia, levantada de la nada. No digo que Luis sea un idiota o poco inteligente, solo creo que no tiene madera para cuidar de una familia como se debe.
—Pues no estoy de acuerdo, papá —se levantó de la banca a punto del llanto, con su padre no era capaz de mostrarse altanera y arrogante cuando tenía una pena y menos una pena de amor. Jamás imagino que tuviera tan baja opinión de Luis. Llegó a creer tan ciegamente que no se opondría a su relación con él, que ahora no podía entender cómo es que estaba tan equivocada—. Yo no he conocido a ningún muchacho más responsable, inteligente, amable, cariñoso y preocupado por su familia que Luis Alcázar.
Quería encontrar las palabras precisas para convencerlo, después de todo, le había entregado su virginidad porque sabía que la amaba, estaba segura, aunque ahora no comprendiera del todo su actitud. Quizás confesárselo seria la única forma de convencerlo para que les permitiera casarse. Solo que no quería defraudarlo, le dolería demasiado ver en su cara, la decepción. Le dio la espalda y se aferró al tronco rugoso de un manzano enano, luchaba contra las lágrimas que se aferraban a caer de sus ojos porque si se derrumbaba, su padre insistiría en saber exactamente cuál era el problema. Afortunadamente su padre se quedó donde estaba, al parecer creía que solo se había encaprichado con Luis.
—Hija, no puedo hacer otra cosa que preocuparme por el repentino interés que muestras por ese muchacho. No me mal intérpretes, no tengo nada en contra de Luis Alcázar, lo aprecio, sé que es un buen muchacho, pero no es bueno para ti. O al menos, no para el futuro que planeo para nuestra familia.
—No, papá, no puedes hacerme esto… yo… —levantó la voz y pateo el suelo, pero la voz atronadora de su padre la sobresaltó y la hizo ponerse rígida.
—¡Tú nada, Kiara Villareal Creel! —se levantó y la tomó por lo hombros para girarla y mirarla. Aunque notó sus ojos llorosos, por primera vez, su hija no se saldría con la suya. En eso no iba a consentirla, se trataba de su futuro y el de la familia— Vas a sacarte esa absurda idea de la cabeza ¿me escuchaste? Luis Alcázar no es para ti y nunca lo será.
—Eso lo veremos —trató de escapar, pero su padre la retuvo por el brazo con fuerza.
—No estoy jugando Kiara. Te lo advierto, hagas lo que hagas y pase lo que pase, esta vez no harás tu voluntad.
—Pero papá, tú siempre me dijiste que jamás me obligarías a casarme por conveniencia. Me repetiste hasta el cansancio que era libre de escoger a quien yo quisiera…
—Si, lo dije y lo sostengo, pero también dije que, si yo creía, consideraba o sabía que la persona que escogiste no era adecuada para ti, entonces no daría mí consentimiento. Lo cual, al parecer, tú convenientemente olvidaste. Soy tu padre, Kiara, jamás haría algo que te lastimara, al contrario, estoy aquí para protegerte.
—¿De Luis?
—Si, de Luis y de imbéciles como él. Su padre podrá estar muy orgulloso de él, pero yo sé lo que ha hecho. Y me alegra que muy pronto ya no será una tentación para ti. Así que te ordeno, Kiara, que te olvides de Luis Alcázar.
—¡Papá!
—¡Vete a tu habitación!
No salió corriendo rumbo a su habitación como una niña haciendo berrinche porque no consigue lo que quiere. No, está vez miro a su padre a los ojos antes de retirarse, porque ahora era una mujer luchando por el hombre que amaba, esta vez, ni su padre lograría separarla de Luis. Camino tranquilamente hacia la casa y una vez que llego a su habitación, se sentó en el sofá para meditar la conversación que sostuvo con su padre. Tal vez si Luis no la amara, o si ella reconociera que era un capricho, pero no podía reconocer algo que sabía, a ciencia cierta, lo que no era. Si, tenía muchos pretendientes, todos unos insulsos, apocados, creídos y tontos. Él único que era un hombre de verdad era Luis, él si sabía besar, abrazar y hacerle el amor a una mujer, lo comprobó la primera vez que la besó. ¡Dios! Ese día sintió algo que jamás experimentó con nadie y eso que había compartido muchos besos con otros muchachos.
La próxima semana sería la fiesta de aniversario de los padres de Luis y los Villareal estaban invitados. Si no tenía noticias suyas antes, ese día tenían que verse fuera como fuera. No había querido insistir por medio de las r************* , le parecía de mal gusto y a él no le gustaba ventilar asuntos personales en los medios, era muy reservado al respecto y ella quería darle su espacio, porque no quería que pensara que era una novia tóxica, o que lo estaba presionando. Al final de cuentas, era una decisión para toda la vida, que ella tuviera sus objetivos muy claros y sus prioridades bien definidas, no quería decir que todos los demás fueran iguales. Así que se decidió por ser paciente, por darle todo el espacio que necesitaba y esperar a que él la llamara.