Capitulo 7: El compromiso

1608 Words
La semana pasó sin novedades, entre conversaciones incómodas con su padre, peleas tontas con su hermana y haciendo hasta lo imposible por evitar que su madre se diera cuenta de lo que le sucedía. El día de la fiesta llegó y la casa era un completo caos, aunque ella ya estaba lista, su madre y su hermana siempre se retrasaban. Como siempre, Aura jamás encontraba nada y su madre tenía que andar detrás de ella, buscando y encontrando, todo para lo cual su hermana era completamente incapaz de localizar o hacer por sí misma. Kiara y su padre estaban en el salón, esperando. Su padre portaba con elegancia y distinción, un esmoquin y ella llevaba un vestido que había guardado celosamente para una ocasión especial, era color vino, resaltaba a la perfección su piel blanca y el peinado recogido que le hicieron, dejaba al descubierto su largo, delgado y aristocrático cuello, el escote era casi demasiado bajo, no exagerado para evitar verse vulgar, pero lo suficiente como para arrancarle miradas a todos los hombres. Se ajustaba a su cuerpo desde arriba hasta las caderas y después caía hasta los pies, pero se abría sobre sus largas y bien torneadas piernas >>gracias al atletismo<< en dos escandalosas aberturas que llegaban hasta muy por encima de la media pierna. Hasta ahora, había hecho de todo para evitar que sus padres notaran, tanto el escote, como la abertura en las piernas. El largo requería de unos tacones del 12 en color plata y lo complementaba con un clutch, unos largos aretes y un sencillo brazalete del mismo color. Todas las chicas se morirían de envidia, pero lo más importante, era que Luis se quedaría tan impresionado y estupefacto, que no querría que nadie más que él, la viera y disfrutara de sus encantos. Eso era lo que necesitaba para decidirse a tomar la decisión final, quizás incluso, estaría tan desesperado que anunciaría a los cuatro vientos su compromiso y ella se portaría tan magnánima e indulgente que, sin oponer demasiada resistencia, dejaría que lo hiciera. Después de media hora, por fin su hermana estuvo lista, ambas bajaron ataviadas con dos preciosos vestidos que, aun cuando le costara admitirlo, hacia que su hermana luciera hermosa. Aura era más parecida a su madre, pero Kiara tenía lo mejor de ambos, la altura y fortaleza de su padre y la digna elegancia de su madre. La belleza era rasgo de la familia materna, sin embargo, en su muy particular caso, heredo el atractivo de su padre, suavizado con los finos rasgos de su madre, derivando en una belleza sin igual, no tan delicada, pero jamás tosca. El cabello n***o azabache, los ojos grises, las piernas y brazos fuertes de su padre y la piel blanca inmaculada, la nariz, la boca, las caderas, cintura y busto de su madre. El trayecto en la limosina fue tranquilo y para su disgusto tardo una eternidad. La casa de los Alcázar estaba, se podría decir que, casi a las afueras de la ciudad, no demasiado lejos, pero lo suficiente como para ser muy grande y poseer uno de los más soberbios jardines de toda la alta sociedad. Era obvio que la Familia Alcázar nadaba en la abundancia, por lo tanto, no era difícil imaginar que, debido a esto, el Sr. Francisco no creyera necesario presionar a su primogénito y único varón, para encargarse de las empresas familiares. Era un hombre muy capaz y podría decirse que, hasta inteligente, y creía sinceramente que la fortuna que poseía era más que suficiente para que sus queridos hijos, necesitaran mucho tiempo de despilfarro para acabar con ella. Había ya mucha gente en la fiesta y seguían llegando, pero lo más importante para Kiara, era que había gente más que suficiente para hacer su entrada triunfal y consiguió lo que quería, no hubo un solo asistente a la fiesta que no murmurará sobre su vestido, peinado o lo hermosa que se veía. Y para cuando Luis anunciará su compromiso, nadie en esa fiesta dudaría de su buena fortuna al haber conquistado a una mujer tan hermosa como ella. Estaban a unos cuantos metros de la familia anfitriona, el protocolo era saludar en primer lugar a los anfitriones y después desplazarse por el lugar. Kiara era toda sonrisas y saludo a su futura familia con esmerada cortesía, halagó el vestido de su futura suegra y no tuvo más remedio que dedicarle una sonrisa encantadora a su futura cuñada, aun cuando la detestaba igual o más que a su propia hermana. Aura no perdió tiempo y después del saludo obligatorio, se acercó a Clara y se alejaron tomadas del brazo. Kiara se mordió la lengua para no preguntar por Luis, su padre la observaba de cerca y sabía lo que pretendía hacer. Se disculpó y se retiró para buscar a Luisa. Al pasar, todo el mundo la saludaba y antes de llegar a donde se encontraba su amiga, dos tipos le cerraron el paso. —Kiara, te hemos esperado ansiosos durante demasiado tiempo— le reprocharon ambos al mismo tiempo. —Por favor, chicos ¿acaso no saben que las damas siempre nos retrasamos? En la antigüedad, los hombres tenían que ajustar sus horarios al arreglo personal de las mujeres y no era de caballeros, apresurarlas. —Perdona, pero estábamos impacientes por verte —dijo Diego en tono suplicante. —No puedes culparnos si nos ha parecido una eternidad desde la última vez que nos vimos. —Por supuesto, Joel. Y solo por eso, los perdono. —Recuerda que prometiste bailar con nosotros toda la noche. —Si, lo recuerdo y también que me obligaron a prometerlo. —Sea como sea, lo prometiste y una Villarreal siempre cumple lo que promete ¿cierto? Es el lema de tu familia, tu padre lo repite siempre hasta el cansancio. —Si, lo haré, voy a cumplir, pero por ahora, me permiten hablar con Luisa. —Te buscaremos más tarde. Se retiraron y la dejaron pasar, pero luego regresaron y Luisa ya no estaba en el lugar donde la vio antes. En cambio, su mirada se cruzó con una más intensa, una que juzgaba y reprochaba. No era temor, era… como si la calentará por dentro y su rostro se sonrojará. —Kia… ¿quieres saber un secreto? —le preguntó Joel para llamar su atención, siguió su mirada y se encontró con el rostro adusto de Axel Brown. —Si, Kia, cuando lo sepas, te vas a ir de espaldas por la sorpresa —Diego intento romper la conexión entre los dos y se le puso enfrente. —¿Qué podría ser tan impactante? —Hoy se anuncia un compromiso y se fija la fecha de una boda. —¿Boda? —se quedó estupefacta, no creía posible que Luis ya le hubiese dicho a medio mundo y ella ni enterada— ¿Y ustedes como saben? —Ósea que tú sí sabes. Te lo dije —Diego codeo en las costillas a Joel. —Si, ya se, son primas. Sabíamos que tú nos confirmarías la noticia. ¿No es increíble que, una muchacha tan seria y tranquila resultara ser una…? —¡Cállate, idiota! —Igual se van a casar, ¿o no es cierto? —¿Qué? —esos dos tontos hablaban sin parar y no entendía una sola palabra. —Tu prima Annie y Luis. El rostro de Kiara perdió el color y su cara de desconcierto no les pasó desapercibida. —¡Lo siento, Kia! ¿Ves lo que has hecho? ¿Quién es ahora el idiota? Sabemos que es tu prima y si te hace sentir mejor, nosotros lo escuchamos por casualidad, tampoco es que el chisme corra por la ciudad. —Lo siento, debo irme —no espero respuesta y se alejo de prisa. Mientras que los chicos solo atinaron a mirarse el uno al otro sin entender que había sucedido. Camino de prisa hasta el primer baño que encontró. Se miró al espejo y también se sorprendió, sus labios no tenían color, sus mejillas lucían hundidas y estaba completamente pálida. No podía creer lo que esos dos tontos le habían dicho. Luis no podía casarse con Annie, ¿cómo era posible? ¿en qué momento sucedió? Ella le había entregado su virginidad y él era un caballero, estaba obligado a responderle como tal. Era su compromiso el que debían anunciar, era ella no Annie, la protagonista de esta fiesta. No, esos tontos debieron escuchar mal, Luis no podía dejarla así, él no sería capaz de burlarse de ella, algo extraño debió suceder porque, él la amaba, se lo dijo o bueno, tal vez no lo dijo, no con palabras, pero lo hizo con hechos. Su teléfono comenzó a sonar sin parar, primero Luisa, luego su padre, su madre, Diego y Joel. Todavía se tardó diez minutos porque no podía dejar de llorar y quería irse, pero no tenían en la fiesta ni media hora y, además, debía confirmar lo que ese par de chismosos dijeron. Necesitaba que Luis se lo dijera a la cara, que desmintiera esos rumores y tenía que ver a la mosca muerta de Ana María con sus propios ojos, porque si eso era verdad, era porque ella lo obligó, lo comprometió. Entonces quería decir que lo hizo con toda la intención de obligarlo a cumplirle, podría decirse que ella hizo lo mismo, pero no se lo contó a nadie. Quería que Luis tomara su decisión solo, era como darle un incentivo y quizás presionarlo un poco, pero Annie lo había hecho con toda la alevosía y la ventaja, gritando a los cuatro vientos su descaro.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD