—¡Demonios, Alcázar! —se apartó de la pared para restregarle en la cara lo imbécil que era— ¿Cómo puedes ser tan tonto y cometer la misma estupidez dos veces?
—No fue mi culpa, ella lo planeo todo, tú lo sabes. Yo estaba completamente ebrio y no recuerdo nada.
—No lo sé —se aparto antes de ceder al impulso de golpearlo en la cabeza— Solo tomaste dos tragos de tequila y la mayor parte de la botella de escoceses me la bebí yo.
—Pero yo no estoy acostumbrado a beber alcohol —estaba enojado por atreverse a dudar de su palabra.
—Por mucho que no estés acostumbrado, con cuatro dedos de alcohol podrías haberte mareado un poco, desinhibirte tal vez, pero de plano perderte como estabas ayer, definitivamente me pareció algo exagerado.
—¡No me conoces lo suficiente como para juzgar eso en mí! —le grito indignado por su cinismo—. Jamás he tomado más que vino de manzana.
—¡Ay, por favor! Si yo fuera un cínico, diría que te haces el tonto. Algo había entre tú y esa mocosa tonta, le viste la cara y ahora vas a jugar la carta de: “estaba tan ebrio que no me acuerdo de nada” —se aplaudió mentalmente por la actuación—. ¡No… espera! Si soy un cínico, pero para tu buena suerte, me importa una mierda. ¿Y sabes por qué? Porque una como ella arruinó mi vida. No diré nada, Alcázar, pero me vas a deber una.
Salió azotando la puerta y dejando a Luis solo con su cargo de conciencia y sus sentimientos de culpa. Estaba metido en una bien grande, se le hizo fácil y ahora iba a tener que escoger entre una de las dos. Muchos de los chicos ya estaban levantados, todos con cara que daban lastima, si los vieran papi y mami >>pensó con ironía<<. Y muchas de las chicas tenían cara de recién cogidas, lo más seguro era que en unos pocos meses, habría muchas bodas que celebrar. Axel paso sin dignarse a mirar a ninguna, se metió a la cocina y pidió un desayuno ligero que tomó en una de las tumbonas cerca de la playa. Después de medio día, las chicas se acercaron a la playa en medio de un alboroto, la mayoría en salida de playa que dejaban en las tumbonas para meterse al mar. Pero Kiara no, ella tenía toda la intención de conseguir que todos la admiraran, no necesitaba salida de playa, era muy segura de sí misma, no llevaba un micro bikini como todas las demás, ella era diferente, usaba un top deportivo y un bóxer de lycra que se ajustaba a su cuerpo como un guante. Axel recordaba haber visto esa indumentaria en las corredoras olímpicas o más específicamente, en las saltadoras con pértiga y las corredoras de salto de longitud. Y al igual que las atletas de esas disciplinas, poseía un derrier monumental y perfecto, que su bóxer, convenientemente con cada movimiento, se iba recorriendo hasta dejar sus preciosos glúteos a la vista y a todos los hombres conteniendo la respiración, incluyéndolo a él. Esa mujer conseguía mucho más medio desnuda, que todas las demás juntas en traje de hilo dental.
Había un par de idiotas que siempre la seguían como moscas a la miel, otros cuantos que se peleaban por sus atenciones y quizás había muchos otros que suspiraban en silencio al verla pasar, pero que inteligentemente preferían no demostrar demasiado su interés por que jugaban a la segura, sabían que jamás tendrían la más mínima oportunidad con ella y no se atrevían a arriesgar lo que ya llevaban ganado con las otras chicas. Kiara se dio cuenta de que la estaba mirando y lo fulminaba con la mirada, se veía realmente molesta, seguramente la estuvo mirando de una forma que no resultaba muy agradable, lo cual quería decir, que tenía el ceño fruncido y una mirada de reproche en los ojos.
Dejó de mirarla y se concentró en observar el mar y al horizonte, se acercaba una tormenta. El cielo estaba demasiado oscuro y los relámpagos lejanos lo iluminaban de vez en cuando, la brisa comenzaba a soplar poco a poco, cada vez más fuerte. Miro a su alrededor y nadie parecía notarlo y si lo hacían, no les importaba mientras donde ellos estuvieran hiciera suficiente sol para disfrutar de la playa. Un buen rato después, se levantó y caminó de regreso a la casa, debía convencer a Luis para que se fueran antes de que la tormenta tocara tierra o se quedarían atrapados todo el fin de semana. Entró a la casa y le preguntó a una de las empleadas por Luis, esta le indico que estaba en el estudio. Cuando se acercó, no escuchó ruido alguno y la puerta no tenía seguro, así que entro sin tocar.
Encontró a Luis besándose con Kiara. Pasaron algunos minutos sin que ninguno de los dos reparara en su presencia, hasta que se aclaró la garganta y Luis la soltó bruscamente y se apartó. Prácticamente había estado sobre ella, que se encontraba semisentada en la orilla del escritorio. Casi, por un momento, pudo ver en el rostro de ella, el miedo, pero al reconocerlo, enseguida recuperó su perenne expresión arrogante, elevo la barbilla con dignidad y se levantó del escritorio.
—Yo no… nosotros no… —Luis titubeo sin saber que hacer o que decir y agradeciendo al cielo que fuera Axel quien los había sorprendido.
—Ahórrate las explicaciones, no las pedí y mucho menos me interesan. Lo único que quiero, es irme de aquí antes de que la tormenta toque tierra o nos quedaremos atrapados. Según escuche, es una tempestad, la gente del pueblo se está preparando porque al parecer, será muy violenta y no quiero quedarme un minuto más.
—Pero podría atraparnos en la carretera —le dijo Kia, en tono displicente y le volteo la cara. No podía ocultar que lo detestaba.
—No si nos vamos ahora.
—Estaba planeado que mi fiesta durará todo el fin de semana, por lo tanto, nos iremos hasta mañana por la noche. Si quieres irte… hazlo, pero Luis se queda.
—Escuche lo de la tormenta, Kia y Axel tienen razón. Deberíamos irnos.
—¡No! —miro a Luis de la misma manera que miraba a su padre cuando quería conseguir algo y sus ojos lucían sospechosamente brillantes— Es mi día, llevo años planeando esto.
—¡Esto no se trata de caprichos y frivolidades, niña! Es una tormenta peligrosa, si nos quedamos, corremos un gran riesgo. A ti puede no importante arriesgar la vida de otros, pero al menos deberían saber a lo que se exponen y que ellos decidan.
—Es una estupidez, no puede ser tan grave —se volvió hacia él, furiosa, quería que se largara y los dejara continuar con lo que hacían—. Apenas sopla el viento un poco, el mar se agita y quieres salir corriendo. ¡Eres un cobarde!
—¡Mira mocosa… idiota! —se acercó a ella y la tomó por el brazo, abrió por completo las persianas y la hizo mirar al horizonte— ¿Eso te parece que solo es viento fuerte y un mar agitado?
Kiara trató de a zafarse de su agarre, cuando no lo consiguió, miró a Luis en busca de ayuda, pero este tenía tal expresión en la cara que miró de nuevo a Axel y con renovado ímpetu lo empujó.
—Está demasiado lejos, no creo que toque tierra hoy. Eres un dramático, haces una tempestad en un vaso de agua.
La soltó y vio que ella se frotaba el brazo, pero no le importo. Le hizo un gesto despectivo y caminó hacia la puerta. Solo se detuvo un momento al lado de Luis antes de salir.
—Me importa una mierda tu reporte al comité disciplinario —le dijo entre dientes para que solo él escuchara—. Yo me largo. Y si todos ustedes se van a quedar por capricho de la… “Señorita” Villareal —alzo la voz para que ella también escuchara y levantando los brazos, hizo el ademán de las comillas para recalcar la palabra señorita, obviamente los dos entenderían la referencia— Es su problema.