Capítulo 9: No hay peor ciego que, el que no quiere ver

1764 Words
—¡Papá…! —Únicamente vine a recordarte lo que te dije, porque creo hija, que se te olvidó. Eso espero claro, porque si me entero de que sigues necia con ese muchacho, me vas a obligar a tomar cartas en este asunto. —¿Y cómo que podrías hacer al respecto, papito? —¿Me estás retando, Kiara Villareal Creel? Serás mi hija, querida, pero yo soy tu padre y para superarme, aún te falta mucho. Yo podría por ejemplo… hablar con Luis y advertirle, exigirle que me diga que está haciendo para darte alas, o qué asuntos se traen entre manos ustedes dos. —¡Papá por favor…! —¿Sr. Villareal, me permite…? —Bernardo Villareal lo miro convenientemente asombrado. —Axel, muchacho… por supuesto. ¡Claro, claro, adelante! —¿Qué crees que estás haciendo? —le pregunto con tono enojado a su padre. —Nada, mi niña preciosa. Este muchacho quería bailar contigo y le estoy dando permiso. En cuanto su padre se alejó, quiso apartarse y lo empujó por el hombro, pero él rodeó su cintura y la pegó a su cuerpo. —El protocolo en estas fiestas es una distancia prudente entre los cuerpos —dejo de debatirse solo por guardar las apariencias y miro de soslayo a su alrededor— Quizá está acostumbrado a sitios vulgares donde la gente acostumbra a bailar… —¡Vaya, vaya! Pero que mojigata me resultaste. ¿Tú padre sabe cómo bailaban todas tus amigas de alta sociedad en tu fiesta de la playa?, ¿o que terminaron todas bien cogidas? Y que sería mucho muy difícil encontrar alguna chica virgen entre las hijas de las familias más importantes del país, incluyendo, por supuesto, a sus dos queridas hijas. —Eres un ordinario, un vulgar, un descarado… —Por supuesto y no lo niego, porque yo no soy igual a ustedes. Nada más mírate, te paseas por el lugar con ese vestido que a todas luces tiene la intención de no hacerte pasar desapercibida, pero pones cara de niña buena e ingenua que sería incapaz de cometer una sola falta a la moral o a las buenas costumbres y, sin embargo, te acostaste con el futuro esposo de tu prima. Se paro en seco y lo fulmino con la mirada. Pretendía dejarlo solo en el medio de la pista, pero la sujeto por el brazo y la condujo de regreso entre las parejas que seguían bailando. —Te acompañare a donde vayas. —No hace falta, pero igual gracias. —No lo hago por ti, lo hago por tu padre que me pido el favor. —¿Mi padre te pidió el favor de bailar conmigo? —le pregunto incrédula, ¿que diablos pretendía su padre? —No quería que siguieras poniéndote en evidencia y urdió todo este teatrito para alejarte de tu amante. —Luis no es mi amante, será mi esposo. Esos rumores sobre él y Ana María, son solo chismes de gente entrometida que no tiene en qué ocupar su tiempo. —¡Mira niña! A mí no tienes que convencerme de nada. Una, porque te estás engañando a ti misma y no hay peor ciego que el que no quiere ver y dos, porque me importa una mierda. Simplemente le hice un favor a un hombre preocupado por la necia que tiene por hija y no se lo merece. Y como ya cumplí —la dejó al lado de su hermana y otras señoras que acompañaban a su madre — Srita. Villareal, fue un placer. Señoras, con su permiso. Hizo una pequeña inclinación y se retiró, dejando a Kiara echando chispas. Era un estúpido engreído, ¿quién se creía que era para juzgarla? Justo él quien no era precisamente un dechado de virtudes. ¿Con qué calidad moral se atrevía a opinar sobre sus actos? —¿Qué te pasa, Kiara? Jamás te había visto en semejante estado de furia contenida. Miró a su hermana como si quisiera asesinarla y luego vio a su madre que tenía esa expresión de advertencia en la cara que decía: “jamás en público y lo sabes”. Miró a su hermana de nuevo y esta tenía esa expresión de triunfo que decía: “jodete, está la gane yo”. Le volteó la cara con desprecio, adelantó la barbilla y se alejó. Lo que creyó sería su día, “el día”, se había vuelto el peor en toda su vida y no tenía ni la más remota idea de lo terrible que aun podía llegar a ser. Con paso decidido se encamino hacia Luisa que conversaba con algunas de las chicas, pero volvió a toparse con Luis y Ana María, ella tenía toda la intención de soltarle su gran secreto cuando el sonido agudo de un micrófono llamó la atención de la gente. El Sr. Francisco Alcázar solicitó amablemente la atención de todos los presentes y su prima no pudo reprimir un gritito de júbilo, le apretó las manos con emoción sonriendo de oreja a oreja y después, sin poder contenerse, la estrechó. —Te lo iba a contar, pero creo que en unos minutos te enterarás al igual que todos. Esperaré para no arruinar la sorpresa. ¡Te quiero, Kia! Gracias por estar aquí. Acto seguido tomó a Luis de la mano y prácticamente lo arrastró detrás de ella rumbo al lugar donde el anfitrión haría un anuncio. Luis la miró suplicante, mientras era llevado en rastras y Kiara no sabía cómo reaccionar, hasta el momento había creído que todo era un embuste. Hizo un esfuerzo enorme para alejar las lágrimas y discretamente miró a su alrededor, muchas personas habían notado el intercambio de miradas y la miraban con una sombra de reproche en el rostro. Se cuadro de hombros y caminó con arrogancia y altanería. Que se fueran al cuerno todos, aquí solo importaba ella y lo que deseaba, no le estaba tratando de quitar nada a nadie y si supieran la verdad, esas miradas deberían ser para Annie quien se había metido entre ellos primero, era a ella a quien le estaban robando al hombre que amaba. Su padre llegó a su lado y la tomó del brazo para llevarla de regreso a donde su madre y hermana se encontraban. —Ahora te convencerás del porqué Luis Alcázar no es y jamás será para ti. Estaba buscando las palabras para contestar, pero el Sr. Alcázar hizo una pausa en su discurso, ella no había escuchado una sola palabra y le extraño mucho cuando la gente contuvo el aliento esperando que ocurriera un evento extraordinario. Una joven pareja subía por los tres escalones de la plataforma, tomados de la mano. Al llegar cerca de su padre, Luis recibió con una sonrisa, una gran palmada sobre el hombro y le agradeció a su padre que lucía bastante orgulloso de su hijo. —Hijo, eres un gran hombre y yo, soy un padre muy afortunado por tenerte. Y ahora qué vas a casarte, no podría estar más contento con la muchacha que elegiste. Ella es hermosa, casi un ángel y es perfecta para ti, porque eso es precisamente el matrimonio, encontrar a la pareja perfecta para uno y vivir una vida plena y feliz. Por lo tanto, me complace mucho anunciar el compromiso de mi hijo mayor con la Srita. Ana María Creel y les informo que, los planes ya están muy adelantados, así que la boda será muy pronto. Ya saben cómo son estos muchachos de ahora, no quieren pasar un solo momento separados el uno del otro. Toda la gente aplaudió contenta y les sonrió hipócritamente, porque era la clase de cosas que se decían siempre que se quería justificar la urgencia de una boda express y si todo el mundo sabía lo que eso significaba, Kiara lo sabía también. De pronto se puso lívida y dio un pequeño paso atrás, pero su padre le pasó el brazo por los hombros y la mantuvo erguida, clavada en su lugar. —No te iras, Kiara —le dijo con los dientes apretados—. Te lo dije, ese muchacho no te merece, lo que le hizo a la pobre de Annie, arrastrar su honra por la ignominia. ¿Qué crees que dirá la gente sobre ella? Si claro, le respondió y se casaran. Aun así, yo no lo querría como yerno, preferiría mil veces que mi hija se quedara deshonrada. —Pero papá, ¿cómo puedes decir eso? —Si, Kiara. Lo preferiría a tener que convivir todos los días con un flojo bueno para nada como yerno. —Sea como sea, sigo pensando que eres injusto con Luis. —Y yo espero que, con esto, termines de una vez por todas con ese tonto encaprichamiento. —Por supuesto —se mordió el labio para reprimir un sollozo. —Muy bien, esa es mi niña preciosa. No te preocupes, yo te conseguiré un buen muchacho y muy guapo, porque tú eres mi joya más preciada —le acuno el rostro entre las manos y le besó la frente—, y te mereces todo lo mejor. —¡Gracias, papá! —discretamente su padre le paso un pañuelo y cuando por fin levanto el rostro, lucia una enorme y falsa sonrisa. La concurrencia aplaudió cuando Annie, en medio de tímidas sonrisas, bañadas por sus tiernas lágrimas, recibió el anillo de compromiso de los temblorosos dedos de su prometido. No se podía negar que constituían una pareja de lo más tierna y romántica. Muchos de los invitados se acercaron a felicitar a la feliz pareja. Aura y Clara corrieron a abrazar a Annie y a felicitar a Luis. Mientras que Kiara estaba a la caza de la más mínima oportunidad para hablar en privado con Luis, después de todo, aún necesitaba una explicación. Y tendría solo una oportunidad, cuando toda la gente estuviera distraída con la comida y la bebida, el banquete se había retrasado y más de uno estaba que se moría de hambre. No era una cena formal en la mesa, había demasiadas personas, por lo tanto, sirvieron un enorme buffet y las fuentes era tan variadas como excesivas y nadie tendría tiempo o ganas de estar cuidando a nadie. En cuanto Luis se despegó de la sanguijuela de Annie, lo siguió con discreción y lo vio entrar al despacho de su padre, lucia tan abrumado que obviamente necesitaba un respiro, esa no era una buena señal de que estaba encantado con su próximo matrimonio, de hecho, se veía aterrado o incluso triste e infeliz.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD