Capítulo 8: Simplemente perfecta para él

1608 Words
Limpió su rostro, arregló su maquillaje y salió a dar la cara. No iba a permitir que nadie se diera cuenta que estaba derrotada de ante mano y hasta que no anunciaran el compromiso, no había nada seguro. Era imperativo que hablara con Luis, le debía una explicación por su extraña actitud y estaba obligado a esclarecer esos ridículos rumores. Luego recordó algo que dijo su padre, “se lo que hizo” ¿y si se refería a eso? Annie era sobrina de su madre, quizás su tío Teo, teniendo tanta confianza con su cuñado, le confió lo que había hecho su hija. Su padre desarrolló un antagonismo casi express por los Alcázar y Kiara nunca lo había escuchado expresarse así del Sr. Francisco, ni de Luis y todo por culpa de la insignificante de Ana María Creel. Si su prima no hubiese sido tan fácil y desvergonzada, si no hubiera comprometido de esa manera a Luis, su padre jamás hubiera pensado mal de él y les habría permitido casarse con todo el gusto del mundo. En cuanto la vio, Luisa se apresuro a su encuentro, hacia casi un mes que no se veían y ansiaban ponerse al día. Su vestido era bonito y su silueta lucia esas curvas peligrosas, como le encantaba llamarlas. Su carácter jovial, sincero y directo le había ganado algunos pretendientes y se conformaba con eso. Estaría feliz de casarse con cualquiera de ellos, porque según ella, no es que pudiera aspirar a más. Pero si ponía mucho interés en los pretendientes de Kiara, era experta leyendo a las personas y confiaba mas en su criterio que en el propio, prácticamente era casi como su conciencia. Aun así, nunca le confesó lo que sucedió con Luis, jamás lo habría puesto en evidencia, ni siquiera frente a su mejor amiga. —¡Por Dios mujer! ¿Dónde te metiste? —en cuanto la alcanzó, enlazó su brazo al de ella y caminaron por el salón— Llevo horas buscándote. Diego y Joel también. ¿Acaso no querías verme, después de tanto tiempo? —Por supuesto que sí, de hecho, yo también te estuve buscando, pero mi maquillaje se arruinó, ¿sabes la tragedia que eso significa para mí? —Por supuesto querida. Una mujer tan bella como tú, no puede andar por ahí con el maquillaje corrido. No cuando todos los hombres están tan pendientes de la reina de la fiesta. Todos comentan tu espectacular entrada y el vestido maravilloso, aunque no tanto como esas aberturas que permiten ver tus piernas perfectas. Pero te diré que, y supongo que era un riesgo calculado, hay más de una envidiosa tachándote de coqueta, descarada y vulgar. —No sería quien soy sin ellas y dicen por ahí que, no hay publicidad negativa. —Eso es tener mentalidad de tiburón, querida. Y cambiando de tema, ¿has escuchado los rumores? Kiara apretó los dientes, pero se obligó a seguir sonriendo mientras caminaba del brazo de su amiga. —¿Qué rumores? —Sobre nuestra querida Annie y el galán de galanes, Luis Alcanzar. La verdad es que yo ya lo veía venir. —¡Ahh sí! —tembló y esperaba que Luisa no lo notara— ¿Por qué? —Porque son completamente el uno para el otro. Los he estado observando durante un tiempo, ella lo mira con esos ojitos de amor y él… —¿Y él? —Se le corto la respiración y casi se atragantó. —Bueno… —bajo la voz para evitar que alguien pudiera prestar atención a sus comentarios— Por un tiempo pensé que estaba enamorado de ti, pero luego lo descarté. Es que, Kiara, tú eres una mujer muy distinta de Annie. Y ella es, simplemente perfecta para él, tienen gustos idénticos, disfrutan de los mismos pasatiempos. Y Luis definitivamente no está hecho para una mujer como tú, tan pasional en todo lo que hace. Tú lo rebasas, un matrimonio contigo sería muy duro para ti. Toda la carga y la responsabilidad serían tuyas, al igual que lo serán para Annie, pero ella nació para eso y tú no. —Si yo soy como tú dices, soy buena para cualquiera. Puedo tener a cualquier hombre que quiera. —Si, por supuesto, pero… Kiara querida, ¿me estas diciendo que Luis te interesa? —Y si así fuera… ¿Cuál es el problema? —No dudo que podrías conquistarlo, ya te lo dije, en algún momento pensé que estaba muy interesado en ti, pero… últimamente se la pasa pegado a Annie. —¿Últimamente? ¿Qué cantidad de tiempo significa “últimamente”? —No lo sé con exactitud, pero, podrían ser más de dos meses, casi tres. —¿Tres meses? No, no es cierto, yo me habría dado cuenta. —Es verdad que se acercaba mucho a ti, pero… solo en las fiestas y cócteles. En cambio, con Annie, sus familias llevan una estrecha amistad y se frecuentan mucho, organizan reuniones privadas e íntimas y, por ende, ellos también conviven bastante, en un entorno más familiar, íntimo y reservado. Kiara dio un traspié, pero se recuperó enseguida. >>“Tres meses” ¿tres meses?, pensó<< Sus acercamientos íntimos con Luis eran desde hacía un mes y medio a la fecha, pero antes de eso su coqueteo tenía algo así como cuatro meses de haber iniciado. Un mes antes de que Ana María comenzara a metérsele por lo ojos, así que era ella la que estaba muy por encima, había sido la primera opción y seguramente Annie se dio cuenta, entonces decidido que ella lo tendría primero. Aunque le parecía bastante inverosímil, que lograra captar su atención, sobre todo después de haberla visto a ella primero. —Y-y ¿cuáles son esos rumores? ¿que se dice sobre ellos? —logró disimular el titubeo, al parecer con bastante éxito, eso o Luisa tuvo a bien disimular que se dio cuenta. —El más popular y el más decente, es que hoy van a anunciar su compromiso públicamente, los demás son solo especulaciones y la opinión de gente mal intencionada. Se dice que Annie está embarazada y que, debido a esto, ya corren las amonestaciones y los preparativos para la boda están muy avanzados. Y si esto último es verdad, entonces la boda será muy pronto. —Me está llamado mi padre. ¿Te veo luego? —la dejo intempestivamente porque no podía seguir escuchándola. —Por supuesto, Querida. Luisa la vio alejarse con una extraña expresión en la cara. Su padre no la estaba llamado y si lo hiciera, en este momento no estaba en condiciones para enfrentarlo. Quería correr y esconderse en algún lugar solitario, no sabía si sería capaz de seguir fingiendo que no pasaba nada, cuando sentía que su corazón estaba a punto de estallar. Luis no podía haberse comportado con ella de esa manera tan ruin y cobarde. Era cierto que cuando se entregó a él estaba algo bebido, pero no lo suficiente como para que no se diera cuenta de lo qué pasó, ella no lo obligó o se aprovechó de su ebriedad y él había tenido la suficiente lucidez como para tomarla y decirle palabras bonitas al oído, le había repetido una y otra vez cuanto la deseaba y que había soñado muchas noches con hacerle el amor. Iba tan distraída buscando algún rincón apartado donde meterse que no se dio cuenta de a quien tenía enfrente, hasta que sintió los brazos delgados y fríos de Ana María, rodeándola y presionándola contra su cuerpo, por inercia le correspondió el abrazó y cuando levantó los ojos para mirar a Luis, este bajo el rostro y clavó la mirada al suelo, avergonzado. —Pero si estás preciosa, querida prima —le dijo cuando la apartó un poco y pudo apreciar su vestido—. Y me alegra mucho que estes aquí hoy, hay una gran noticia que compartir y es muy importante para mí. Yo no tengo una hermana y como nuestra familia es muy poca, estoy muy feliz y contenta de que todos ustedes estén aquí. —También me da gusto verte, Annie. —Me alegra, porque quiero pedirte algo muy importante. De niñas éramos muy unidas y siempre soñamos con el día de nuestra boda, ¿lo recuerdas? Kiara miraba a su prima y cada cierto tiempo miraba a Luis, pero este seguía con la vista clavada al suelo y se movía incómodo de un lado al otro, mesándose el cabello. En ningún momento de toda esa patética escena, él levantó la vista y la miró a los ojos. Luego Annie hizo lo impensable y le pidió a Luis que la llevara a bailar, el terror casi se reflejó en los ojos de él y cuando Annie le dijo que si, que estaba bien, miró a Kiara suplicante. Estaba tan impactada como él y cuando la tomó de la mano para llevarla a la pista de baile, ya no pudo reaccionar para rechazarlo. En cuanto entraron a la pista, el brazo de él rodeó su cintura, en la posición correcta claro, pero también con fuerza y seguridad, incluso quizás algo de posesividad. Debió sentirse indignada, la había engañado, mentido e ilusionado, pero estar entre sus brazos era lo que siempre había querido y deseado. Después de esa noche en que se había entregado a él, había soñado con volver a sentir sus brazos rodeándola, trató de olvidar lo que sucedió, aunque fuera por unos minutos y disfrutar del baile. Casi lo había logrado cuando su padre llegó a interrumpir y le pidió a Luis que le permitiera bailar con su hija.
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