Capítulo 5EL CONDE tardó mucho tiempo en conciliar el sueño, mientras escuchaba la suave respiración de Lynetta cerca de él. Despertó temprano y se levantó de la cama con mucho cuidado para no despertarla. Después se dirigió al Vestidor. Retiró las cortinas y contempló la belleza de los Jardines de las Tullerías. Habían recobrado su pasada gloria desde que Bonaparte ocupara el Palacio. Le resultó extraordinario comprender cómo un solo hombre había podido cambiar con tanta rapidez el desorden y los horrores que había dejado en Francia la Revolución. No había la menor duda, pensó el Conde, sin importar lo que sus enemigos pudieran decir de él, de que Bonaparte era un gran hombre. Al mismo tiempo, no tenía deseos de seguir siendo su huésped más tiempo del que fuera absolutamente necesario