Para sorpresa del Conde, bajaron a la planta baja, donde estaba situado el dormitorio de Josefina. Los condujeron a una magnífica habitación que, de manera evidente, había sido amueblada durante el reinado de Luis XIV. Los cuadros de Fragonard eran exquisitos y los muebles, en su mayor parte creación de Boulle, eran extraordinarios. −¡Que pasen buena noche, señores!− dijo el asistente. Hizo una exagerada reverencia y se marchó. Nada más quedarse solos, Lynetta lanzó un leve murmullo de alivio y preguntó: −¿Ha salido todo bien? ¿He hecho algo mal? −¡Has estado maravillosa!− contestó el Conde−. Para mí ha sido una experiencia realmente interesante. Miró a su alrededor y dijo con una sonrisa: −No podemos quejarnos de nuestras habitaciones. Supongo que Hunt debe estar esperándome en la h