−¡Ahora ya no siento que tengo un agujero en medio de mi cuerpo!− contestó Lynetta. El sonrió. −Es algo que jamás volverás a sentir, ¡te lo prometo! La miró durante largo rato y luego añadió: −También espero no volver a ver el temor reflejado en tus ojos, como sucedió cuando me viste por primera vez. −Estaba asustada− contestó Lynetta−. Pensé que tal vez la señorita Bernier había cometido un error y que usted me delataría a Ségar. −Espero que no hayas tardado mucho en darte cuenta de que yo jamás habría hecho una cosa así... −¡Usted ha sido tan maravilloso! Pero ahora... tengo miedo de ir a las... Tullerías. −Lo entiendo. Al mismo tiempo, debes darte cuenta de que estarás allí más segura que en cualquier otra parte. ¡Segar no puede amenazarte mientras seas huésped del Primer Cónsul