Lynetta se estremeció y él comprendió que volvía a sentir miedo.
−¿Cree usted que Jacques Ségar sospechará algo?− preguntó.
−Es mejor no correr riesgos. Ese hombre es muy desagradable y desconfiado. Tal vez le parezca extraño que yo haya querido llevarme una alfombra conmigo.
O tal vez− añadió con un tono más agudo de voz−, cuando la señorita Bernier se vaya, registre su casa y encuentre algo que le haga sospechar lo sucedido.
Lynetta unió las manos.
−¡Me está … usted …asustando!− dijo−. He vivido tanto tiempo …aterrorizada, que me parecía un maravilloso … milagro haber escapado … por fin.
−¡Está usted libre! -dijo el Conde en voz baja−. Pero hasta que no hayamos salido de Francia, los dos debemos estar en guardia.
Él no había olvidado , que todavía había muchas rencillas, rencores
