Capítulo 2

1539 Words
Habían pasado 8 años, cada día de estos 8 años que transcurrieron fueron como una tortura perpetua, que parecía no tener fin y donde yo estaba cansada de existir, muchas veces quise dormir eternamente… La vida no tenía sentido para mí, vivía solo para hacer la voluntad de mi madre Celestia, y mi hermana Jazmín, que también le añadía más leña al fuego de Celestia… Tuve como dos años sin ir a mi escuela de ballet, obviamente al morir mi padre murió mis ganas de seguir existiendo. Solo me sentaba en mi cama a escribir en varias hojas de papel cartas a mi padre, como si él las leyese. Una de esas veces, mientras escribía con los ojos llorosos, sentí que una voz me habló diciendo: —No abandones tu talento… Desde esa vez me armé de valor y salí de casa, fui a la escuela nuevamente y la señorita Sunny apenas me vio, corrió a recibirme con un fuerte abrazo que no pude devolverle. Me había vuelto más callada, más fría y casi sin afecto. No podía dejar de sentirme tan vacía, tan sola y miserable. —¿Sabes cuanto le insistí a tu madre para que te trajera? —Me comentó Sunny con una mirada de preocupación. —A ella no le importa el ballet. —Contesté viéndola fijamente. —Pero a ti si, Julia, quiero que te refugies en el ballet, sé que a él le hubiese fascinado verte como toda una profesional bailarina de ballet recorriendo el mundo. —¿Bailarina de ballet? —repetí imaginándome conforme a lo que Sunny decía. —Si cariño, porque tú tienes mucho talento para esto y sé lo tanto que te gusta hacerlo… La miré y le di una sonrisa genuina. Ella también me la devolvió, y extendiendo su mano a mí, la sujeté y me llevó al vestidor para que me cambiara. Ella me esperó afuera hasta que salí lista para comenzar nuevamente mis clases de ballet. Me llevó de la mano al salón, estaban algunas niñas nuevas, pues sus caras no las había visto antes, y mis viejas compañeras de antes que cuando me vieron algunas me abrazaron y otras prefirieron quedarse donde estaban. No me importaba si me hablaban o no, yo solo vine a perfeccionarme como una auténtica bailarina de ballet… En eso vino a mi mente > sonreí ligeramente recordando las palabras de mi amado padre. La señorita Sunny nos dio las instrucciones y comenzamos a hacer estiramientos. Sentía como la mirada de algunas de las chicas se desviaban hacia mí sin disimular… Pero, las ignoré por completo. Me concentré y Sunny al final de la clase me felicito, incluso me regalo una barra de chocolate. —Gracias, Señorita Sunny. —Dije tomando el chocolate que me había ofrecido. Ella me miraba con cierta preocupación. —Julia, recuerda que puedes contar conmigo para lo que sea, más que tu profesora también soy tu amiga y puedes confiar en mí. Yo asentí. —Gracias, debo irme ahora. Gracias por animarme y hacer que me refugiara en el ballet. Ella dio unas palmaditas en mi cabeza y me despedí con la mano, yéndome. Salí a la entrada principal y vino a mi mente cuando papá estaba afuera esperándome… «Cuanto te echo de menos, papá». Me dije a mí misma que sería la mejor bailarina por mí y por enorgullecer a papá, ahora tenía una razón para seguir viviendo. Este sería mi fuerza para abrir los ojos cada día. Cuando llegue a casa, luego de haber viajado en autobús, entré y vi que mi mamá estaba de buen ánimo. —¿Comenzarás nuevamente tus clases? —Me pregunto sonriente en lo que trapeaba el mesón de la cocina. —La señorita Sunny me alentó a seguir. Me dijo que debo de aprovechar el talento que tengo y que podía ser una grandiosa bailarina de ballet. Sería un sueño hecho realidad. —Comenté lo último innecesariamente, sabiendo que de todas formas a ella eso no le interesaba. Ella soltó una risa. —¿Grandiosa bailarina de ballet, dices? Más bien una bailarina de papel… —Añadió con un tono burlesco. Jazmín desde la sala comenzó a reírse. —Bailarina de papel… ¡Ese es buena mamá! —Se reía a carcajadas.— Julia, es que sí, pareces de papel… Mírate niña, eres tan pálida y pareces como una muerta. Sus comentarios de mal gusto me hicieron cuestionarme un poco, pero sabía que solo eran unas obstinadas, por lo que preferí no prestarle atención y suponer que me elogiaban era mejor. —Gracias por su apoyo, las quiero. —Concluí al tiempo que ellas se quedaron en silencio y soltaron unas carcajadas al mismo tiempo. Me fui a mi habitación y lance mi bolso al suelo. Miré la foto de mi papá junto a mí, y sonreí sabiendo que solo él me amaba tanto… Deseaba que estuviera conmigo. —Te prometo que daré lo mejor de mí, y no me rendiré por ti papá, te amo y te amaré para siempre. —Besé la fotografía, y me dejé caer en mi cama. Pensando en pasos nuevos que podía inventar para ser una bailarina innovadora y profesional. En eso escuché un grito de mi mamá, que me hizo sobresaltar. —¡Julia, no quiero verte trancada, sal que debemos hablar ahora mismo! Exhalé de golpe, preparándome mentalmente para lo que sea que me iba a decir. Me quité los zapatos a toda prisa, y ella seguía gritando mi nombre para que fuera inmediatamente. —Aquí estoy. —Corrobore parándome frente a ella, su cabello n***o suelto hasta los hombros le hacían lucir menos intimidante. —Ahora que comienzas tus clases nuevamente quiere decir que ya estás mejor, así que no quiero excusas cuando tengas que hacer tus obligaciones. Dentro de un rato Jazmín y yo saldremos, llegaremos en la noche, así que te tocará hacer la cena, ya tú sabes cocinar… Así que ayúdanos, que bastante te cuidamos cuando eras una recién nacida. Agradecida deberías estar… —Susurro lo último. —No pedí nacer. Pero, entendido. —Concluí y ella se volteó viéndome sin poder creer lo que yo había dicho. Pero no dijo nada más. Y estuve agradecida que así fuera, porque su voz me hacía latir la cabeza. Me fui al baño, pero Jazmín me empujó “sin querer” Para entrar antes que yo. —Lo siento, pero voy a salir, así que debo usar el baño primero. —De acuerdo. —Balbucee yéndome otra vez a mi habitación en pasos de ballet, lentos y ligeros. Di una vuelta girando en puntas y entre a mi habitación. Por el rabillo de mi ojo vi como mi mamá negaba con la cabeza mientras me veía. —Pura pérdida de tiempo… —Escuché decir, sonando como gruñidos. Ese comentario me hizo querer seguir practicando. Así que encendí mi caja musical que había sido un regalo de esos viajes de negocios que papá hacía. Y comenzó a sonar la melodía lenta y suave. Y al ritmo di mis pasos, haciendo Adagio, seguido de croise devant y mientras hacía mi giro Fouetté la puerta se abrió golpeándome. —Oops, disculpa… Nadie te manda a practicar como obsesionada aquí, para eso es la escuela… —Dijo inoportuna Jazmín. —¿Qué querías? —Agregué en lo que acariciaba mi brazo que había sido lastimado. —A decirte que ya puedes usar el baño. —Sonrió exagerada y falsamente mostrando su dentadura. Mi hermana para ser mayor que yo, al menos por dos años… se comportaba muy infantil, pero de una manera petulante. No tenía más opción que tolerarla junto con mi mamá, que a pesar de ser mi sangre… Se sentía como si yo fuese la hija adoptada o la hijastra. Antes soñaba con el día en que mamá me amara también, pero después me resigne viendo que más bien me trataba peor, y más cuando papá se fue para siempre. Cuando ocurrió yo apenas era una pequeña de 6 años, y tuve que crecer tan distante, tan vacía y casi sin disfrutar de la vida de un niño de esa edad, donde se supone que debes corretear, jugar, pintar y curiosear. No tuve una bonita infancia, no cuando mi padre partió. Ahora tengo solo 14 años… Sigo siendo una pequeña ingenua, pero que ahora se refugiaría en el ballet, luchando por sobrellevar los conflictos con mi propia mamá y hermana. Salí y fui al baño, donde recién salía mi mamá, sin mirarme solo se fue a su habitación, donde se terminaría de maquillar, aunque había dejado en el mueble del baño una caja de alguna medicina… Era SINGULAIR (montelukast), lo que pude leer. No sé para qué mamá tomaría eso… Nunca decía nada si estaba enferma o algo, ella se veía bien. Así que tome la cajita y se la di, ella me la arrebató de la mano. Me sorprendió, pero preferí ignorarlo, ya que ella así lo quería. Me di una ducha y en eso escuché después como ya se iban. —Nos vamos ya, Julia, recuerda lo que te dije. Venimos en la noche. —Gritó mi mamá ya lista para irse.
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