Prohibido.

2441 Words
Dave. Han pasado dos semanas desde que probé el fruto prohibido del paraíso y no puedo quitarme el sabor de la manzana en mi boca. —Güey… ¿Te acabaste la botella tú solo? —Mateo parece impresionado, quizá un poco preocupado, pero no estoy seguro de eso—. Güey, qué pedo, es un pinche Buchanans. —Sí. Y quiero otra. ¡Cantinero! El hombre me mira, una barra de madera nos separa y creo que a cualquier otra persona la hubiera golpeado, pero lo conozco y es amigo de Mateo, así que me destapa otra botella, esta vez de tequila, y me la pasa. Ya la pondrá en mi cuenta. Me río estúpidamente. —Es como la canción, güey. —Más risas—. Oye, cantinero… tú que sabes de penas… ¿A los cuántos tragos me olvido de ella?... — ¿Estás bien? —pregunta Mat, riendo, pero también con preocupación. No le respondo y no insiste en el tema. Quizá es por eso que nos llevamos tan bien, porque ambos sabemos cuando nos está pasando algo, pero ninguno insiste, simplemente espera a que el otro lo maneje de la forma que quiera y nos apoyamos. Por ejemplo, Mateo sufre porque Issa no está con él, sufre porque no lo eligió y es infeliz por eso, aunque no se sienta a llorar por ella, pero sus acciones gritan el nombre de Issa una y otra vez. Otra cosa que tenemos en común, porque soy igual de infeliz. No puedo estar con April de la forma en la que quiero, no puedo ni mirarla después de lo que pasó. April es el fruto prohibido que ha estado en mi vida por un largo tiempo, siempre tentándome, pero todas esas veces me resistí. No sé lo que me pasó en Summerville, fue como si todo lo que hubiera acumulado… explotó. Es que verla en ese vestido tan pegado y con la espalda descubierta, había sido una tortura lenta y dolorosa durante toda la fiesta; intenté no mirarla, ignorar el olor a manzana que siempre relaciono a ella, ignorar cómo mi cuerpo reaccionaba al verla. Por la noche tomé una ducha larga para calmarme y enfriarme, pero no funcionó. Luego, en la madrugada… cuando bajó con ese camisón y las piernas descubiertas… perdí todo el control que había logrado hasta entonces. Sólo pensaba en lo que mi religiosa madre diría y todo lo que le diría su padre a April, quizá le estaba arruinando la vida y yo ni siquiera era capaz de hablar con ella para darle una explicación, para decirle que… la quería. Pero no podemos estar juntos, no podemos porque, a los ojos de todos, ella y yo somos hermanos. Hemos sido criados juntos por varios años y su familia entera me ha abierto los brazos, me odiarán y mancharé la reputación de April, no puedo hacerle eso. —A veces Wayne me da un poco de asco… una vez lo vi meterse con cuatro chicas en una misma noche —dice Mateo a mi lado. Mira a la pista donde Wayne está fajando con alguna chica que no me importa. Hay otras mujeres que miran a Mat y también me miran a mí, conozco esa mirada y quizá un par de semanas atrás hubiera decidido que podía divertirme y olvidar un rato, pero después de probar el cielo… nada sería igual. Me doy la vuelta ignorando a las chicas y Mateo no tarda en hacer lo mismo. — ¿No irás con ella? —pregunto. —No tengo ganas. —Es horrible ¿no? Que las chicas nos controlen así y luego… se van… están con alguien más y nosotros nos quedamos aquí… como unos pendejos. —Ah, así que es por una chica que estás bebiendo el tequila como si fuera agua. ¿Quién es? ¿La conozco? —Es una manzana. Amarilla como su cabello. Mateo se ríe, pero no tiene idea de quién hablo. —Estás tan ebrio, quizá debería aprovecharme de ti y retarte a hacer algo muy estúpido. —Hey, Mat —dice Spencer llegando a su lado—. Ya nos toca, hay que subir. —No te acabes otra botella ¿Entiendes, pendejo? —Mateo me da un puñetazo en el hombro, pero creo que estoy tan borracho que mi cuerpo ya no lo siente—. Y dame las llaves de tu carro. —Puedo conducir. —Dame las llaves de tu pinche carro, güey. —Creo que las saco de mi pantalón y se las doy—. No hagas una pendejada, al rato te llevo a tu casa y si quieres nos ponemos hasta la madre, pero cálmate ahora. Mateo se va con Spencer hacia el escenario. Miro a Spencer como un depredador. Con su cabello esponjado y rojizo, es buena persona, pero hace mucho tiempo que dejó de caerme bien. Él tiene algo que no puedo tener y por eso no puedo verlo como a un amigo. Probablemente estoy siendo un idiota, odiando a un chico que es bueno para April y que tiene buenas intenciones con ella, mientras que yo siempre seré su hermanastro, cuidándola desde el fondo donde nadie se entere. No sé cuándo y apenas noto cómo, pero estoy saliendo del bar antes de que me dé cuenta. He olvidado mi chaqueta en alguna parte, pero no me importa estar congelándome a las doce de la noche en las calles de New York, tomó un taxi y le doy una dirección. Cuando llegamos creo que p**o un viaje de cuarenta dólares con uno de cien y no espero mi cambio. Subo al edificio donde está la droga que necesito, sabiendo en el fondo que es lo más estúpido que voy a hacer, pero sin poder resistir un poco más. Toco la puerta y espero que los vecinos no salgan. — ¿Qué haces aquí? —dice April cuando abre la puerta y me ve. Lleva unos shorts de pijama y una camiseta de tirantes; gracias a Dios que no lleva ese camisón otra vez. —No sé…, sólo llegué aquí. —Estás muy ebrio. —Cielos, olvide a Issa. —Bajo la voz, porque no quiero que ella me escuche—. Creo que debo irme. —Y estás congelándote. No puedes conducir así, dame tus llaves April no espera a que se las dé, sino que me hace entrar a su departamento y busca en los bolsillos de mi pantalón. Sentir sus manos tan cerca me altera un poco y me recuerda que no debo estar aquí. —Dedo irme… —Issa no está, se queda a dormir con Alex. —April literalmente me empuja al sofá y hace que me siente. Todo el mundo da vueltas a mi alrededor—. No encuentro tus llaves ¿Dónde están? —Eso sí lo sé, me las quitó Mateo. — ¿Y cómo llegaste? —Yo… no lo sé. April me mira desde arriba, no es alta normalmente, pero en este momento me parece un gigante. Un gigante muy enojado. —Te voy a preparar un café, quédate aquí. No tengo intención de ir a ningún otro lado así que le hago caso de buena gana. April se mueve por toda su cocina y es una pequeña Diosa. Ella es la clásica belleza norteamericana, pero mi Apple es mucho más que eso. Es encantadora y desgastante, tiene un noble corazón y también es capaz de poner a cualquiera en su lugar. Deja una taza de café caliente sobre mis manos, pero lo último que quiero es beber, sólo quiero mirarla directo a sus ojos y creer que por esta única noche no hay reglas sobre quiénes somos o quién se supone debemos ser. —Siéntate conmigo, April. —No. —Por favor —suplico. No sé qué es lo que la hace cambiar de opinión, pero se sienta a mi lado. No me mira, sólo se está junto a mí tan recta que probablemente le duela, pero no me importa porque está conmigo. Me abrazo a su brazo y me recargo sobre su hombro, cierro los ojos e imagino que por un segundo todo está bien. —Hueles a manzana —susurro.     ---------------    El cuello me duele y también la cabeza, me muero de sed y cuando abro los ojos no sé dónde estoy, luego reconozco el lugar y me incorporo de inmediato. Estoy en el departamento de April e Issa, en su sofá y con una manta encima de mí. Recuerdo que estaba en el bar viendo a los chicos tocar, estaba bebiendo mucho y no me importaba porque quería olvidar, pero no recuerdo terminar viniendo a su departamento en contra de todo lo que creo. No pasó nada malo, estoy seguro, pero el hecho de estar aquí ya es algo raro. El departamento está en silencio, huele a limpio, como a detergente, y todo está perfectamente en su lugar. Mi teléfono y las llaves de mi casa están sobre la mesa, pero no las llaves de mi auto, sé que las tiene Mat y reviso mi celular en busca de mensajes; hay una conversación con Mat que no recuerdo haber tenido. Mat: güey, eres un pendejo. ¿Dónde mierda estás? Te dije que te llevaba a tu casa. Mat: ya te llamé un chingo de veces, qué mierda contigo, imbécil. Yo: estoy bien, güey. Estoy con alguien. Mat: ojalá te corte los huevos, cabrón. Me quedé con tu carro, güey. Mat: ah, chinga tu madre también. Estoy seguro que April contestó los mensajes y mantuvo la situación bajo control, porque ese es uno de sus dones. Tengo que salir de aquí cuanto antes, no me atrevo a ver a April porque no tengo forma de explicar cómo es que llegué a su casa en medio de la noche, no puedo verla sin delatar mis sentimientos. Doblo la manta que me dio porque sé que odia el desorden y la dejó sobre el sofá en una posición que creo es buena. Lo más adecuado es irme sin hacer nada más, pero en las últimas semanas he demostrado que soy un idiota de primera. Así que, como si mis pies caminaran solos, me acerco sigilosamente a la habitación de April y abro la puerta lentamente. Ella duerme de verdad, la luz del día se filtra a través de la cortina de su ventana y la ilumina como a un verdadero ángel. Es hermosa, es la chica más hermosa que he visto en mi vida y verla sin poder estar con ella me duele como pocas cosas me han herido. Me alejo antes de que se despierte, antes de que yo cometa alguna otra locura; cierro la puerta y salgo del departamento. Decido tomar el metro porque mi cartera tiene una cantidad de dinero mucho menor a la que recordaba y no tengo idea de qué pude comprar el día de ayer. Me siento al final del vagón y cuento las estaciones una por una sólo para perder el tiempo, para no pensar en los errores que estoy cometiendo. No sé qué debo hacer con April, nada es todo lo que he hecho estas semanas, pero ¿Qué haré después? Podré evitarla algún tiempo, pero llegará el momento en el que la vea porque mi madre está casada con su padre y eso complica mucho las cosas. No tenía intención de mencionar lo que pasó entre nosotros, pero siento que sólo estoy complicando la situación llegando a su departamento en medio de la noche y seguramente diciendo cosas sin sentido. De lo único que estoy seguro es de que April no se merece esto. Llego al edificio de Mat, él renta en un sencillo departamento en el segundo piso. Tarda en abrirme cuando toco la puerta y cuando lo hace, aparece recién levantado y sacándome el dedo medio frente a mi cara. — ¿Ya dejaste de coger, güey? —pregunta; y habla en español. No espero a que me invite, tomo un vaso y lo lleno de agua fría mientras él se sienta en la silla con la cara entre sus manos, su perfecto cabello parece un estropajo—. Te dije que te esperaras, pendejo, pensé que andabas muerto en alguna esquina. —Prometo llamarte a la siguiente, mi amor. —Huevos. ¿Te fuiste con tu manzana amarilla? Ahora es mi turno de sacarle el dedo y él se ríe en mi cara. Me sirvo más agua y me siento en una silla. Todo el departamento está desordenado, los trastes sucios se amontonan en un lugar y un par de su ropa sin doblar en otro, lo único que puedo pensar es que April tendría una crisis aquí mismo; lo único que parece limpio son sus instrumentos musicales a lado de muchos cables y unas cuantas partituras. — ¿No has pensado en limpiar un poco, güey? —Sí —responde. Alzó las cejas—. Lo he pensado, pero no me han dado ganas de hacerlo. Tengo hambre, vamos a desayunar, yo invito. Me voy a bañar y nos vamos. Hay cerveza en el refrigerador para que te quites la cruda. Toma su toalla de algún lugar de su habitación y luego se mete al baño. Definitivamente necesito la cerveza. La estoy abriendo cuando un mensaje de April me llega. April: Te marcaré una sola vez y más te vale que me contestes. Dicho y hecho, mi celular empieza a vibrar y dudo sólo un segundo antes de contestar. — ¿Quién te crees que eres? Eres un cobarde, lo sabías ¿verdad? —Sí —admito. Y temo que Mat escuche los gritos de April al teléfono. —Te presentas borracho en medio de la noche y luego te vas sin decir nada. Siempre te vas antes de afrontar cualquier situación ¿no? —Sé de qué situación habla y el sólo hecho de que lo mencione hace que mi corazón lata más rápido—. No quiero que te vuelvas a presentar en mi casa del modo en que lo hiciste, si lo vuelves a hacer no me importa si te estás muriendo de frío o no tienes dónde dormir. No vuelvas ¿Me entendiste? —Sí. Lo siento... —Pero ella ya me ha colgado y hablo con una línea muerta. Me lo merezco, eso y mucho más. Sé que April merece una explicación, merece que la trate mejor y que no salga huyendo antes de que me vea, sé todo eso, pero no puedo enfrentarme a ella cuando no puedo enfrentar ni mis propios sentimientos.
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