Asique acá estoy, sentada al lado del idiota más grande del mundo, porque eso es lo que era Gabriel Rodríguez, un idiota, sus ojos verdes me miran fijo, tiene la mandíbula perfectamente marcada para ser que no es un hombre adulto, se cómo luce sin remera asique puedo asegurar que debajo de esa camisa se encuentra una buena series de abdominales, pero nada de eso importa cuando no se tiene cerebro.
La profesora salió del curso dejándonos solos. Por supuesto antes de irse me amenazo un poco más, dejándome en claro que no aprobaría su materia si no hacía lo que se me pedía, eran órdenes estrictas del director y de ella, por suerte tuvo la pequeña delicadeza de explicarnos como íbamos a manejar el año escolar antes de alejarse y déjanos solos para “arreglar” nuestras diferencias.
- Debo admitir ñoña, que estas mejor que el año pasado. – aquí vamos de nuevo…
- ¿Perdona? – me mira de forma burlona.
- Comparado con el año pasado, ahora pareces mujer. – este chico no tiene amor por su vida. – Digo ahora usas ropa de tu talla, te maquillas, hasta viniste peinada. – me señala la cabeza y comienza a reírse.
- Dime algo Gabriel… – lo miró fijamente a los ojos – ¿A vos te pagan por ser imbécil o te sale natural? – una sonrisa falsa se forma en mi rostro – Porque recuerdo que en un tiempo hasta parecías agradable y luego puff… – simulo una explosión con mis manos.
- Esa es la Mer que esperaba ver. – comenzó a reír a carcajadas.
- Mejor cierra el pico antes… - aprieto los dientes.
- Está bien, está bien… - levanta las manos para protegerse. – ¿Cuándo arrancamos con las tutorías profe? – pone cierto entusiasmo en la última palabra.
- Lunes, miércoles y viernes en mi casa a las 16.- respondo media seca – Supongo que con tres días está bien, además son los únicos días que salimos más tempranos, los demás entreno de tarde con el equipo de vóley – termino la frase totalmente resignada.
- Me parece perfecto, entonces a las 16 estoy allá. – se acercó a mi oreja sonriendo. – Espero que tenga puesto el bikini n***o hoy también. – y salió corriendo mientras se reía y yo le sacaba el dedo del medio.
Ósea que Gabriel sabía perfectamente que era yo la de la playa, ¿entonces porque coqueteo conmigo? Recuerdo que en un tiempo éramos amigos todos, incluso salíamos al cine, pero eso fue hace años, éramos más chicos en ese entonces, luego él, Lucas, Charles, Melissa y Romina, decidieron que no existíamos, así que simplemente nos dejaron de hablar y se alejaron, Taylor se hablaba con ellos, seguían siendo compañeros de equipo, pero a pesar de eso aquí seguía con nosotras, jamás se alejó, jamás cambio, seguía siendo mi Taylor.
Camino a la cafetería en busca de Clara, el salón está llenos de mesas rectangulares con banquetas largas como en las prisiones, no es que esto era muy diferente a la prisión, pero al menos era un poco alegre. Busco entre las mesas hasta que veo a Clara con mi almuerzo y Taylor en la mesa de siempre.
- Mer, ¿Qué quería la profesora Chan? – Clara me hace señas de que me siente.
- Tengo que darle tutorías a Gabriel, si o si o me desaprueban. – muerdo la manzana que esta frente a mí. Y les cuento el resto.
- No entiendo por qué tienes que hacerlo tú. – Taylor parece molesto.
- ¿Qué paso Taylor estas celoso? – Clara levanta la ceja, mientras lo mira de forma rara.
- No, nada que ver, pero me parece una tontera que la obliguen a hacer algo que no quiere. – yo solo los observo discutir sobre mí vida.
- Uh la, la, señor francés… una tontera. – aquí vamos de nuevo – No se dice tontera.
- Jajaja como se dice Clara… a ver ilumínanos. – comenta Tay de forma sarcástica, cada vez que los observo así, me pregunto cómo serian estando de novios, definitivamente muy graciosos, pero solo imaginarlos me da una punzada en el pecho.
- ¡Una MIERDA! Jajajaj – pone los ojos en blanco como si fuera obvio.
- Mi amiga y su boca de dama, desde tiempos inmemorables. – la golpeo con el hombro. – No se preocupen tanto, ya está, solo son 3 veces por semana.
- ¡3 veces por semana! – gritaron a coro los dos y la mitad de la cafetería se quedó observándonos, los hice callar y mis ojos se toparon con los de Gabriel que me sonreía 3 mesas más allá.
- Quieren gritar más fuerte, creo que los chicos que están en las canchas no los escucharon. – sonó la campana y me levante. – No te preocupes tanto, siempre vas a ser el hombre de mi vida. – reímos con Clara mientras deposito un beso en la mejilla de Taylor. – Nos vemos bonito. – y nos alejamos las dos.
- Tienes que dejar de hacer eso, todavía esta con la boca abierta. – ambas giramos y miramos a Taylor que quedo duro por lo que le acabo de decir.
Ahora literalmente reímos a carcajadas. Mi vista sigue el recorrido de la mesa y otra vez mis ojos terminan en la cara de Gabriel, solo que ahora me mira ¿molesto? Vuelvo a mirar al frente desconcertada.
- Te juro que no puedo Jajajaj, me gusta molestarlo – contesto luego de un rato.
Las próximas clases pasaron rápidamente, luego de matemáticas, literatura, geografía e historia, me encuentro volviendo a casa mientras charlo con mis amigos. Levanto mi vista al cielo absorbiendo toda vitamina D posible, el invierno está terminando y los primeros calores se comienzan a hacer presentes aquí en España, luego de que Clara insistiera por más de tres cuadras decidimos para por un poco de helado, antes de seguir rumbo.
- El sábado hay una fiesta de bienvenida en casa de Pablo – comento Taylor – Me dijo que las invitara.
- ¿Va Carlos? – mi amiga espero muy atenta su respuesta.
- Sí – sonríe de lado - ¿Quieres que los presente?
- ¿Quién es Carlos? – pregunto cuando veo que no piensan incluirme en la conversación.
- Un compañero de futbol de Taylor, deberías verlo, es un Cristian Grey adolescente. – se abanica con la mano.
- ¿Un Cristian Grey? ¿No tendrá un amigo como Don Massimo Torricelli? – ambas reímos y Taylor puso los ojos en blanco.
- ¡Me tienen a mí! Alcanza para todas – señala todo su cuerpo, ambas nos miramos y a corito dijimos
- Naaaa
Lo que resto del camino solo escuche música. El recorrido siempre es el mismo desde que tengo memoria, nada cambia, la gente es la misma, salvo por la señora de la verdulería que dejo de atender para empezar a ocupar su puesto su nieta Zoé.
Paro en una esquina esperando que el semáforo cambie, mi vista se pierde en el mar y la playa. Si hay algo que amo de España es la vista, nuestro departamento queda a una cuadra de la playa y mi pieza da justo al mar, una vista privilegiada.
- ¿No piensas saludar? – sacan uno de mis auriculares haciendo que mi vista se encuentre con sus ojos.
- Hola Marcos – le sonrío – Perdón vengo distraída
- Ya me di cuenta – sus dientes blancos se asoman – Me dio gusto verte Mer – deja un beso en mi mejilla y sigue caminando.
Camine las últimas dos cuadras que quedaban, nuestro apartamento no era de los más lujosos, pero tampoco de los más viejos, la verdad que el complejo era bastante moderno, las paredes del lugar eran grises, como solo tenían dos pisos en cada complejo, la única forma de llegar era por escaleras, algo sumamente incomodo si estabas ebria, cosa que me ocurría de vez en cuando. Entre a mi casa, las paredes blancas brillaban con la luz del sol que se adentraba por el balcón, el olor a comida invade el lugar y un pequeño tarareo en la cocina me indica la presencia de mi madre, Helium de Sia, suena de fondo.
- ¿Cómo está la mujer más guapa del mundo? – camino a abrazarla, sus ojos marrones se topan con los míos.
- Bien amor mío. ¿Qué tal tu día? – deposito un beso en mi frente.
- Bien ma, hoy viene Gabriel. La profesora me obligo a darle tutorías, si quiero aprobar ciencias y supuestamente van a dar puntos extras. – puso delante mío, carne asada con verduras. – ¿El trabajo? ¿A qué hora vuelves a entrar?
- Tampoco es como si Gabriel fuera un monstro Mer.
Amo a mi madre, ella jamás ve el mal en nadie, siempre va por la vida ayudando a aquellos que lo necesitan, aun cuando nosotras tampoco lo tengamos todo, no vivimos mal ni nada por el estilo, pero eso es gracias a sus dobles turnos y horas extras, sé que parte de eso se debe a mi universidad y me hace sentir muy culpable al respecto, he tratado de conseguir trabajo, pero se opone completamente.
Sus ojos marrones esperan que diga algo, tiene el pelo del mismo color que el mío al igual que el cuerpo, lo único que tenemos diferente es el color de piel y el rostro, en varias ocasiones le he preguntado si me parezco a mi padre y ella solo me responde “hasta en el carácter” y luego una mueca de dolor aparece en su rostro. Se que todavía ama a Martin, lo sé por lo canción que tarareaba, sé que ella se la canta a él, sé que todavía lo llora por las noches porque la he escuchado, pero sobre todas las cosas sé que no puede perdonarlo y es por eso que no puede seguir a delante.
Mi madre es una mujer bellísima, por donde se la mire y cualquier persona seria completamente afortunada de tenerla, pero parece que no fue el caso del famoso Martin, porque no dudo un segundo en dejarla sola cuando todavía me llevaba en su vientre y mucho menos en querer conocerme, para él simplemente era un capítulo malo de su historia.
- No lo es mamá – respondo al fin – Solo es un idiota.
- Merly… - me advierte – Entro a las 16:30, y vuelvo en la madrugada. Lamento dejarte sola tanto tiempo hija – otra vez la culpa toca su puerta.
- No pasa mamá, pero trata de no estresarte, ¿sí?
No dijo nada, solo movió la cabeza afirmativamente, eso es sinónimo que mi comentario le importo un bledo y que hará lo que tenga que hacer para llegar a fin de mes y seguir manteniendo este estilo de vida. Resoplo un poco por lo bajo y terminamos de comer, puse la vajilla en el lavaplatos mientras ella se fue a dormir, me di una ducha rápida y recosté un rato en mi cama, mientras Gabriel llegaba.