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1219 Words

Con una fresa en la boca, Jordan se puso de pie, acomodando su camiseta arrugada y dejando ver sin vergüenza alguna la erección en sus pantalones. Él ignoró a Emira y tomó otra fruta de su plato. Ella temblaba, su boca estaba entreabierta y sudaba, no sabía si cerrar o no las piernas, puesto que él no le decía nada. Se sentía incómoda y él disfrutaba de eso. -Ya puedes comer tranquila- dijo él con simpleza guiñandole un ojo y alejandose en dirección a quién sabe donde, Emira quedó perpleja, mojada y abierta para el odioso hombre que de alguna forma y sin embrujo de por medio la tenía lista para más. Pero Jordan no quería darle más, o por lo menos, no cuando ella lo quisiera. Emira sentía que su hambre había menguado, y cada que llevaba una fresa a su boca, sentía un intenso fuego recorre

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