Lo prometido es deuda y, aunque le costó, Eduard envió a su hijo las pocas fotos que sus informantes pudieron tomar de la joven Emira Badell. Heredera de un imperio a punto de quebrar. Pueblerina, grosera y maleducada. Eduard sonreía al imaginar lo divertido que la pasaría su hijo domando aquella fiera. Porque si era como se decía, esa diablilla de cuerpo de diosa tenía el carácter de su testarudo padre y para nada el de su traidora Eliza quien siempre fue tan sumisa y entregada. Jordan recibió el mensaje de su padre durante una importante junta. Pensó en ignorarlo pero al darse cuenta de que no eran mensajes en realidad sino imágenes, se valió de su posición de superioridad para sacar su teléfono y admirar las fotos de una mujer gruesa, con cintura pequeña y piezas carnosas, con la piel