Parte dos: Capítulo XIV: El hombre de mal humor

1017 Words
Querido Señor Ansgar Espero que esta carta la encuentre bien y llena de alegría. Permítame expresarle, con palabras llenas de admiración y amor, lo especial que usted es para mí. Desde el momento en que nuestros caminos se cruzaron, su presencia ha iluminado mi vida de una manera indescriptible. Admiro la forma en que camina con gracia y confianza, con cada paso irradiando una elegancia única. Sus ojos violetas, profundos y cautivadores, me han hipnotizado desde el primer momento en que nos encontramos. Su cabello rubio, como un rayo de sol en un día nublado, siempre ha capturado mi atención. Pero más allá de su apariencia, su personalidad brilla con una calidez y bondad incomparables. Su amabilidad hacia los demás a pesar de ser tan rudo y problemático, su compasión y su forma de tratar a todos con respeto y cuidado detrás de aquellos gestos que para otros serán egoístas y maleducados, me han inspirado de innumerables maneras. Usted es un ser humano excepcional, y la forma en que se preocupa por los demás es un verdadero tesoro para mi. Sé que nunca nos hemos visto y que sonará exagerado lo que digo… pero desde lo más profundo de mi corazón, debo confesarle que mi amor por usted ha crecido a lo largo del tiempo. Cada encuentro, cada interacción, ha dejado una huella imborrable en mi alma. Su sonrisa ilumina mi día y su risa es como una melodía que resuena en mi mente. Cada pensamiento de usted trae consigo una chispa de felicidad que nunca antes había experimentado. Por eso, deseo con todo mi ser tener la oportunidad de verlo esta tarde en el patio de la escuela. El sol de la tarde iluminará nuestro encuentro, y mi corazón latirá con la esperanza de que pueda sentir lo mismo que yo siento por usted. Anhelo tener la oportunidad de expresarle personalmente lo que esta carta solo puede comenzar a describir. Si decide honrarme con su presencia, estaré esperando en el patio de la escuela a las 4 de la tarde, ¡Llevaré pastel de chocolate, ya que veo que le gustó mucho! y por supuesto, con un corazón abierto y lleno de emoción. Espero que nuestros caminos se crucen una vez más y que podamos compartir un momento inolvidable juntos. Con todo mi amor… H. M. Esa tarde, gris, triste y desolada, Ansgar nunca asistió al patio y dejó, lleno de tristeza y lágrimas al joven Hans. —Tú gritaste que estarías ahí para que pudiera escucharlo, pero nunca llegaste y estuve toda la tarde y la noche esperándote, toda la noche y nunca más volviste a la escuela…¡Eres un imbécil! —se ensaña contra el rubio que anonadado se deja golpear por aquel chico, sintiendo las lágrimas deslizarse por sus mejillas. Sí, el demonio de ojos violetas estaba llorando, llorando realmente. —Escúchame, Hans… —trata abrazar al castaño que aun entre sollozos y golpes libera la rabia en su alma. —Hans yo tengo que explicarte… —Solo vas a mentirme como siempre y dirás que soy un estorbo para ti, que solo soy una zorra más. —abofetea el rostro del hombre que tensiona su mandíbula, sintiéndose culpable en impotente. —Hans ese día… —¡Ese día sencillamente decidiste humillarme, puesto a que estaba observándome desde lejos con tus amigos mientras se reían! —¡No, jamás estuve ahí porque estaba en casa discutiendo y golpeando a mi padre porque mi madre fue asesinada! — se acerca peligrosamente impactando el cuerpo del chico en la pared, causando que este abra sus ojos impresionado y recobrando el sentido al 100% —¿Estás satisfecho señor H. M?, ¿está satisfecho de ver lo destrozado que estoy ahora señor H. M? Moribundo, con lágrimas en su rostro y una sonrisa temblorosa observa aquellos ojos cafés. Cansado suelta al joven y con el corazón abrumado de tristeza y la mirada cargada de pesar, arrastra los pies hacia su oficina. Cada paso parece una carga, como si su cuerpo estuviera cansado de cargar con el peso de la desolación que lo consume, de la misma cruz de cristo mientras era apedreado injustamente. El ambiente en la oficina, cargado de un silencio opresivo, como si el aire mismo se hubiera impregnado de la tristeza que embarga al temido Paladín de Belfast, es complementado con la rabia de aquel hombre, lanzando y rompiendo todo a su paso. Las luces tenues apenas logran iluminar el espacio, creando sombras que parecen reflejar el tormento interior que experimenta. —¡Ah… maldita sea! Con las manos temblorosas y la mirada perdida, Ansgar deja escapar un grito ahogado, una expresión de rabia contenida que rompe el silencio sepulcral. Sin poder contenerse más, avanza hacia su escritorio y barre todo con un movimiento lleno de ira en sus brazos, haciendo volar papeles, bolígrafos y objetos que se estrellan finalmente contra las paredes y el suelo. Cada golpe y cada estruendo parecen liberar una pequeña porción de la tormenta emocional que agobia al magnate multimillonario, desnudando su alma perturbada y heridas causadas en el pasado. La destrucción, aunque momentánea, le permite exteriorizar su ira y tristeza, liberando un torrente de emociones que ha mantenido oculto por demasiado tiempo. Cuando el último objeto se estrella contra el suelo, se desploma en el suelo, agotado y con los ojos enrojecidos por las lágrimas. El caos y la devastación que lo rodean se reflejan en su semblante, pero también hay una sensación de alivio, como si el desahogo emocional le hubiera permitido encontrar un mínimo respiro en medio de su desdicha, como si aquello debiera de haber pasado para que pudiera gritar al mundo… —Estoy herido, estoy sufriendo, eso es lo que pasa. —cierra sus ojos dejando que las lágrimas se deslicen una tras otras. —Voy a matarte Pablo De Santis, voy a destrozarte. Ansgar por fin se enfrenta a sus propios demonios internos. Aquellos que durante años quisieron salir, pero que a causa del blindaje que puso a su corazón, guardó esperando a que este, como una bomba de tiempo, explotará.
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