Capítulo XV: Quédate en mis brazos un poco más

1022 Words
—¿Por qué no me buscaste?, ¿por qué no me dijiste nada?, ¡Solo te fuiste, huiste y durante todos estos años…!, durante todos estos años pensé que solo te habías burlado de mí. —desde la entrada de la puerta un agitado Hans, lloroso y sudoroso observa cansado al de ojos violetas que lo observa sentado y desdichado en el suelo. —Pero… no, tú decidiste irte, convertirte en el rey de todo esto, dueño de este país, pero no buscarme porque eso fue demasiado para ti…¡Para tu maldito ego, fue demasiado para ti bastardo narcisista!... y al parecer es más que suficiente hacerme sufrir, tomarme cuando se te diera la gana. —Hans… yo… —tembloroso se levanta e intenta acercarse al joven. —Yo lo lamento, de verdad, escúchame por un instante y te lo explicaré todo. —¡No! —retrocede y observa aquellos ojos violetas. —Lamento tanto de verdad que tu madre haya muerto, pero así como mintieron a la prensa diciendo que había muerto seis meses después en un accidente aéreo. Y así como le mentiste a la prensa le mentiste a todo el mundo incluyéndome… —solloza. Ansgar Rockefeller, sintiendo aquellas voces gritarles, “¡No, aléjate, vas a caer en su trampa!”, se desvanecen en el roce suave de sus labios contra los de Hans, estos se convierte en un ballet poético de ternura y pasión, que abruman a las sombras que lo rodean. Cada beso es una caricia lenta y apasionada, una sinfonía de sensaciones que se entrelazan con cada movimiento delicado. En cada encuentro, sienten el latido acelerado de sus corazones, como tambores vibrantes anunciando el amor que los consume. Entre jadeos y gemidos, el rubio toma los muslos del chico, cargándolo y abrazándolo con fuerza, para profundizar el beso húmedo y excitante en el que consume su energía. Las lágrimas se entremezclan, uniendo sus historias en un río de emociones compartidas. En cada beso robado, encuentran la consolación de sus almas, una conexión profunda que se expresa a través de los labios entrelazados. El tiempo se detiene y solo existe el presente. Cada suspiro, cada gemido contenido, resuena en el aire como versos entrelazados en una poesía perfecta. Sus cuerpos se aferran el uno al otro, buscando refugio y consuelo en la seguridad del abrazo compartido. Cada detalle se vuelve sublime. Los susurros de “Lo siento… lo lamento… perdóname” se entremezclan con las lágrimas saladas, como la danza del rocío en un jardín de ensueño. La suavidad de sus labios se entremezcla con la pasión ardiente, creando un fuego que arde en lo más profundo de sus seres. Una creciente erección se forma en los pantalones del de ojos violetas, gruñendo, sintiéndose enloquecer y entonces sin percatarse, Hans se deja caer sobre su hombro, inconsciente y fatigado. —Dios, ¿por qué haces esto ahora? —susurra jadeante cerca del odio del contrario. —Mierda, Hans, eres tan cruel. —se sienta lentamente en el piso, con el chico en brazos, dejando que las lágrimas sigan una tras otras. —H. M… ¿por qué no lo pensé antes? —cierra sus ojos y descansa por un par de segundos bajo aquella suave oscuridad de la habitación. Con suavidad se levanta y con cuidado lleva al chico a la cama. Ciertamente, el momento fue intenso, algo que ni siquiera él se esperaba y mucho menos el llorar; no había llorado en años, precisamente desde la muerte de su madre, hace aproximadamente 8 años, desde entonces empezó a vivir entre placeres momentáneos, fiestas, incluso burdeles solo para satisfacer su necesidad de dominar y aplastar a otros para sentirse mejor, para evitar detonar aquella bomba de tiempo en su conciencia. Acostado a lado de aquel chico de las cartas, de las cajas de leche fresca por las mañanas en la escuela secundaria, su mano se desliza suavemente por el cabello de Hans, acariciando los mechones con un toque suave y reverente. Sus dedos se detienen por un momento, como si quisieran retener el tiempo, atrapar ese momento de quietud y paz para siempre, “¿Podré hacer esto?”, se cuestiona al pensar en las incontables heridas de que ha sufrido su corazón, las traiciones y decepciones de los que incluso se supone debe confiar, “Mi hermana es la única excepción”, piensa y suspira con suavidad. —Quizás tú eres otra excepción… —dice con suavidad mientras lo mira. —¿Qué me estás haciendo? —se pregunta mientras admira la belleza del castaño mientras duerme. —Ayúdame a confiar, ayúdame a confiar en ti. —poco a poco su voz se apaga, dando por terminadas aquellas ideas que abruman su corazón también y dejándose llevar por el sueño. El silencio se convierte en el único sonido que llena el aire, interrumpido únicamente por el suave susurro de la brisa matutina acariciando las hojas de los árboles de la ciudad. Después de vivir emociones fuertes, el ambiente se vuelve tranquilo y sereno, como si la calma se hubiera instalado en cada rincón de la habitación. El aire fresco de la mañana acaricia suavemente la piel de los dos jóvenes que duermen profundamente, trayendo consigo una sensación de renovación y esperanza. Los pensamientos, antes agitados, encuentran su camino en la tranquilidad de la oscuridad de aquella habitación. La mente se aquieta, permitiendo que el silencio envuelva los sentidos de ambos. Las luces de la ciudad se desvanecen en la distancia, creando un ambiente íntimo y sereno, dejando que los más cansados de aquella ciudad tan misteriosa y enigmática como lo es Belfast, caigan en manos de Morfeo debido a la fatiga. "En cada latido de mi corazón, se entrelazan el fuego del amor y la tormenta de la incertidumbre, creando un lazo rojo inquebrantable que desafía todas las adversidades, y rompe a su paso la peor maldición de todas." ¿Qué tan fuerte puede llegar a ser este lazo dentro del mundo de la mafia y el dinero?, eso tendrán que descubrirlo entre la guerra y la indecisión en el amor.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD