Capítulo XXX: Mi maldito mundo de Barbie

1291 Words
—Jhon, trae otro Guinness Draft. —apoyándose como puede dentro de la pequeña sala privada, sonríe borracha a su fiel compañero de copas. —Oye, son las dos de la tarde y ya estamos borrachos. —El de cabello n***o acaricia su cabello hacia atrás sintiéndose mareado. —Creo que voy a vomitar. —Que no sea aquí o allá, no tendré merienda después. —Maldita ninfómana, ni siquiera has almorzado y ya quieres cogerte a alguien. —¿Qué más da? No le debo nada a nadie y esa persona me odia tanto. —rompe a carcajadas y frota sus ojos. —¡Soy Ellinore Rockefeller y hago lo que quiero! —¡Y tenemos a quien queremos! —Jhon, sonriente alza las jarras de cerveza y junto a ella toma hasta el fondo. —¡Sláinte! —¡Sláinte! —La alocada Madtsoia deja caer su frente sobre la mesa sintiendo lágrimas caer sobre sus muslos. —Carajo. —masculla sintiéndose furiosa. “¿Por qué me odias?”, piensa sintiendo su pecho cada vez más dolorido, haciendo. —He pedido perdón y aun así me odias tanto. ¿Quién mierda te crees para hacerme sentir como una basura? —observa sus muslos mocosa y enojada, alza su cabeza y suspira profundamente. —¿Por qué chillas? —pregunta el azabache medio dormido. —No te importa, me largo, diviértete. Sale a tropezones de la sala mientras seca sus mejillas y empieza a cantar con ganas y poca entonación. —Bebé Tiburón , du du ru ru du, bebé Tiburón , du du ru ru du, Bebé Tiburón , du du ru ru du. —baila de un lado tambaleante mientras quienes pasan a su lados la observan preguntando qué es lo que hace. —Mamá Tiburón , du du ru ru du, mamá Tiburón , du du ru ru du, mamá Tiburón , du du ru ru du, mamá Tiburón. —Ellinore. Lejano e irreal para la de cabellos negros alborotados, se escucha la voz de Harry, el mismo hombre que la había rechazado y echado como un animal apestoso de la habitación del hospital entre lágrimas, la estaba llamando ¿preocupado?, sí, aquella voz preocupada y angelical le estaba llamando. “Estoy muy borracha”, piensa y presiona su cabeza y cierra sus ojos con fuerza. —¡Ellinore, carajo! —una bofetada fuerte despierta a la azabache que observa claramente el rostro de su hermano enfurecido. —Son casi las 3 de la tarde y quieres entrar en un coma etílico, ¿estás loca? —Shhh… cállate o los tiburoncitos se van a despertar. —tapa la boca de su hermano mientras sonríe. —¿De qué mierda hablas? —El de ojos violetas se voltea y observa a Harry que con desprecio aleja su mirada a un lado. —Se que no me toleras, pero háblale para que pueda entrar al auto al menos. —Ellinore. —con suavidad llama a la azabache que trata de enfocar su vista en el de ojos celestes con suavidad. —Oh, ya estoy alucinando, no recuerdo haber tomado drogas con el tío connombre de marca de aceite para bebés… ¿cómo se llama? —pensativa toca su barbilla y se tambalea. —¡Ah, ya, Jhonson baby! Ese aceitito huele rico, ¿lo has probado hermano? —toca el rostro de su hermano y detenidamente por unos segundo le mira. —Eres muy guapo, no tanto como yo, pero lo eres. —Por cristo. —Harry sin poder aguantar la risa, ríe negando con su cabeza mientras observa a la mujer de ojos violetas. Inseguro se acerca a la mujer que frota sus ojos un par de veces. —Señora Ellinore, debemos irnos, ¿sabe la hora qué es? —dice con suavidad. —¿Harry? —Sí, soy yo, muévase. —toma su brazo y del otro lado su hermano quien observa a ambos divertido y extrañado al ver el comportamiento de su hermana que observa al de ojos celestes incrédula y brillante. —Mentira. —se carcajea. —Si fueras... Harry estuviera gritando lo mucho que me odias, no eres Harry. —empuja al chico y con todas sus fuerzas se aleja de su hermano y se sostiene en la puerta del auto que la espera junto a sus guardaespaldas. —Turu tuturu tutututuuuu. Hola amigo, juega conmigo, te hago una mueca, te guiño un ojo, choca los cinco, te hago cosquillas, te tiro un beso y me despido a ver, a ver, quién me toca esta vez, a ver, a ver, quién me toca esta vez. —canta moviendo su cuerpo de un lado a otro hasta abrazar el auto. —¡Ellinore! —grita enfurecido el magnate multimillonario. —Espere, no tiene que gritarle. —se abre paso, dejando a Ansgar ligeramente exasperado. —Ellinore, entremos al auto, deja de comportarse como una niña. —toca el hombro de la mujer que se voltea ligeramente y sonriendo ampliamente lo observa. —Tú sí eres Harry. —acerca su mano y acaricia la mejilla del contrario que se sonroja ligeramente y respinga al sentir el tacto de aquella mujer. —Harry Patata Potter. —se acerca al chico que sostiene los hombros de la mujer de frente para no caerse. —Ellinore eres muy pesada, espera. —pega su cuerpo al de ella, quedando cerca de sus senos y subiendo la mirada instintivamente al sentir aquellos ojos violetas mirarlo tan anhelantes y dulcemente. Se atraganta sintiendo sus manos calientes. —Eres Harry Tomate Potter, es mejor. —cae al suelo finalmente junto a un golpe seco. —¡Ellinore! —alarmado se arrodilla al lado de la mujer que sonríe y dice incoherencia. —¿Estás bien? —Lo estaré si tú lo estás. —toca el rostro del chico. —Deja de decir tonterías, vengan ustedes ayúdenme a meterla en el auto. —suspira y observa a los guardas. —Quiero cantar una canción para ti. —arrastra aquellas palabras sacando un carcajada del chico que niega sin dejar de verla. —Por Dios, rápido métanla al auto. —A ver, a ver. —aplaude al ritmo de la canción con suavidad. —Aplaudir con las manos, a ver a ver. —aplausos. —Aplaudir con los pies, a ver a ver. —aplausos. —Aplaudir en el aire, a ver a ver. —Aplausos. —Aplaudir al revés. —¿Seguro que es su hermana? —pregunta aguantando la risa. —Ya no me siento seguro de eso. —mira estupefacto a la mujer en el piso. —¿Te gustó mi canción? —pregunta mirando al joven de ojos celestes que asiente y acomoda los cabellos de la azabache para destapar su rostro. —Dímelo. —Sí, suena muy bonito. ¿Qué tal si entramos en el auto? —De acuerdo. —sonríe atontada y poco a poco cierra sus ojos hasta caer en la inconsciencia. —Creo que ya está más tranquila. —suspira y aquella sonrisa desaparece poco a poco. —Súbala rápidamente al auto y vamos a mi casa. Hans debe estar muy preocupado. —¿No le molesta si la llevamos allá? —Me guste o no, a mi abuela le agrada, así que debe estar preocupada por Ellinore también después de que usted gritó alterado que su hermana estaba desaparecida. —suspira y frota su frente al sentir una leve punzada. —¿Se encuentra bien? —pregunta con preocupación al verlo fatigado. —Sí, solo necesito descansar. Acabo de salir del hospital, ¿lo recuerda? —Sí… —asiente incómodo. —Vámonos muchachos antes de que todas las moscas se amontonen a mirar.
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