Capítulo XXVIII: Pequeño chico

1107 Words
—Hans. —agitado, Ansgar llama la atención del joven de ojos avellanas que se encontraba ansioso esperando a las fuerzas de la habitación junto a los guardaespaldas. Sus miradas se encuentran, y en ese momento, el amor que sienten el uno por el otro se refleja claramente en sus ojos, eso, esa cosa inexplicable que eriza los vellos de sus cuerpos, una fuerza intangible que se concentra en su estómago y entender sus corazones. Hans corre rápidamente y sin decir una palabra se lanza sobre el hombre, envolviéndolo en un abrazo cálido y reconfortante. El abrazo es más que un simple contacto físico para sentir la piel y las respiraciones de uno y de otro, es una expresión de todo el amor, la ternura y de aquel pasado y presente que los conecta de manera inevitable. —Hans. —dice con suavidad cerca del oído del contrario que se deja abrazar con suavidad, sintiéndose protegido, sin temores y fuera de peligro. —Estoy bien. —apoya su mejilla suavemente sobre su hombro y cierra sus ojos mientras su espalda es acariciada por las manos del contrario. —No soy un bebé. —se queja suavemente abrazándolo más. —Y haces esto, de verdad que es imposible que cambie mi percepción. —sonríe con suavidad y con cuidado se sienta, acomodando con cuidado al chico sobre su regazo. —¿Estás cansado? —No he comido. —dice tímidamente al ver los ojos llenos de desaprobación de Ansgar. —Estaba muy preocupado. —Está bien. —suspira rendido. —Jax, compra dos desayunos y…¿Qué pasa?—pregunta al ver al chico tirar de su ropa. —Espera. —se acerca a su oído como si de un gran secreto se tratase. —Quiero pastel de chocolate. —No. —Ansgar. —dice con ojos suplicantes y pucheros inevitables. El corazón del rubio empieza a palpitar rápidamente, sintiéndose nervioso. —Y un trozo de pastel de chocolate. Lárgate. —exige al hombre que lo mira con ojos burlones. —Sí, señor. —¿Cómo está tu amigo? —pregunta evitando la mirada del chico que sonríe y suspira cansado. —Yo creo que está… —¿Ellinore? —Ansgar observa como esta sale de repente y seca su rostro, “¿Estaba llorando?”, se cuestiona irritado. —¿Qué pasó? —No lo sé. —El de ojos cafés se levanta rápidamente y corre hasta la habitación encontrando a Harry llorando silenciosamente. —Hans. —solloza finalmente y es abrazado por el de mejillas regordetas que siente sus ojos llenos de lágrimas. —Tranquilo, cálmate, ¿qué pasó? —No sé, no quiero estar acá. —abraza al joven con fuerza. —Hans. —Ansgar llama al chico con suavidad y recibe la mirada llena de depresión de Harry. —Harry, ¿estás bien? —Maldito hijo de puta, ¿de verdad crees que me trago tu cambio repentino? —Harry, estás muy alterado. —Hans toma los hombros de su amigo preocupado por su agresividad. —No. —lo manotea y se levanta rápidamente acercándose al hombre de ojos violetas que sin expresión alguna recibe la bofetada del joven, tensando su mandíbula posteriormente. —Los famosos Rockefeller, siempre hacen lo que les da la gana con todo el mundo. —rompe a carcajadas. —¿Tú de verdad crees que has cambiado así nada más?, ¿qué hay de todo lo que le has hecho a mi mejor amigo?, ¿qué hay de toda esa mierda? —deja caer lágrimas. —Te habrá perdonado él que ha estado enamorado de ti por años, pero yo…. —señala su rostro con su dedo índice, sentencioso. —…no te creo Ansgar Rockefeller, no confío en ti, no confío en nada y lo que más temo es que le hagas daño nuevamente, porque así son ustedes los malditos Rockefellers. —¡Harry, basta! —El de ojos cafés grita derramando lágrimas. —Harry. De repente aquel llamado suave despierta de aquel terror al joven Harry que solloza nuevamente sintiéndose desorientado. Repentinamente, empieza a hiperventilar cayendo al suelo repentinamente, sintiéndose morir. —¡Doctores, por favor! —se asoma a la puerta y grita con fuerza el magnate multimillonario, alarmado. —¡Busquen a una doctora, ahora mismo! —¡Sí, señor! —responden los agentes de seguridad al unísono. En la noche Harry Connor fue atendido por enfermeros y doctores, fue sedado y finalmente en medio de la noche y el surgimiento de pesadillas, descanso entre los brazos de alguien, alguien cálido y que acarició su mejilla dulcemente hasta alejar a aquellos monstruos que lo habían empezado a atormentar. ¿Un ángel o un demonio quizás? Al día siguiente en la casa de Harry y la abuela, Hans durmió junto al de ojos violetas, que avergonzado y extrañamente silencioso se acostó durante la noche abrazando al de ojos cafés. “¿Acaso no ha dormido?”, se cuestiona el de cabello castaño que lo observa sentado en la mesa desayunando frente al hombre que come con parsimonia. —¿Algo que decir? —pregunta con voz suave y profunda al castaño que se crispa por la sorpresa. —Sí. —se compone en su asiento. —¿Dormiste bien? —La verdad es que no, tu cama con sábanas de Barney y sus amigos es bastante pequeña. —Ansgar. —ríe con suavidad y niega con su cabeza. —No, no me distraigas, es en serio, dime. —Con ojos suplicantes atrapa al contrario que suspira rendido, sí, rendido ante los ojos dulces de aquel chico. —La realidad es que tu amigo me odia y lo entiendo, no lo juzgo. —Harry no te odia, estaba alterado anoche. Además, la abuela te atendió bien y aceptó tus disculpas. —Hans, la abuela entenderá eso porque sencillamente, estoy dándole todo a su nieto, el mejor tratamiento. Y no me arrepiento de hacerlo, pero a veces el estar agradecido ablanda el corazón de las personas, pero Harry es un tipo duro y debo decir que bastante irritante, y no perdona con facilidad. —¿Estás queriendo decir que yo te perdone por ser de corazón blando? —pregunta ofendido, levantándose y caminando hacia su habitación. —Estúpido arrogante. —dice irritado. —Hans, no es eso lo que quise decir. ¡Hans! —grita y, junto a ello, se escucha un portazo que hace respingar al magnate. Frustrado, acaricia su rostro. —Carajo, ¿ahora qué dije mal? —Muchas cosas joven. —La abuela sonríe con suavidad mientras se acerca al rubio. —Venga hablemos.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD