Capítulo XX: El amor es algo precioso

1225 Words
—Por fin en casa. —Harry agotado abre la puerta de la casa, dejando pasar a Hans que silencioso, pensativo y sonrojado estuvo desde el viaje. —¿Qué pasa? —Ansgar me besó otra vez. —¿Qué? —tose al recordar a Ellinore, sonrojándose de inmediato. —P-Pues no está mal, ya que es mutuo ¿no? —Sí, pero, ah… —chilla avergonzado caminando rápidamente hasta llegar a la habitación. —Lo qué pasa es que él es muy… —Hans, mira… —sorprendido deja caer las bolsas de verduras a ambos lados de su cuerpo. Hans se queda boquiabierto al ver la avalancha de regalos que llegan a su puerta. No puede creer lo que ve con sus propios ojos. Dos peluches gigantes de la tienda japonesa Mauwiso se alzan frente a él, con sus ojos tiernos y sus suaves abrazos esperando ser entregados. Las flores blancas, frescas y fragantes, llenan el aire con su aroma embriagador. Lo que realmente lo deja sin palabras es la selección de postres de la pastelería Delights from the Oven. Una caja tras otra revela una variedad de exquisiteces, macarons coloridos y delicados, rellenos de sabores exquisitos; tartaletas con una base crujiente y un relleno suave que hace agua la boca; y galletas de limón, su dulce tentación favorita. —Oye, ¿me prestas a tu novio?, también quiero que me compren todas las tiendas de Belfast. —No, deja de decir eso. —sin dejar de sonreír mientras acaricia los peluches, lanza una risita mientras los mira. —No, no lo haré, no es un objeto. —Sí, ya dilo, es tu hombre. —Sí, eso. —dice sin pensarlo. —D-Digo… eso… era… no… —tembloroso se acerca a su amigo que sonríe con malicia. —¿Ya te los has saboreado? —No, cállate. —¿Para cuándo entonces? —No lo sé. —se aleja y oculta su rostro en uno de los peluches. —No lo sé, sabes que no quiero que las cosas sean a la ligera, no me hace sentir cómodo. —A mi tampoco, por eso somos amigos. —suspira entristecido al recordar aquel beso. Sacude su cabeza. —No permitas que haga contigo lo que quieras, debes decirle que respete tu tiempo, cuando te sientas seguro no cuando él lo imponga o la sociedad lo imponga. —Así es. —aprieta sus puños. —Reventémonos de comida y vamos a dormir. —se lanza al piso. —Sí, necesito un coma diabético sentimental. —suspira y se tira en el suelo tomando un pan rellena de crema de una caja con pereza. —Yei. —celebra sin ánimo. Cansados y satisfechos después de haber disfrutado de una deliciosa comida juntos. La habitación se encuentra sumida en una atmósfera de calma y serenidad, iluminada suavemente por la luz tenue de la luna que se cuela por la ventana entreabierta mientras se escucha dulcemente That's How Our Love Will Grow interpretado por Evelyn Knight. A las afueras los guardaespaldas, silenciosos, hablan en lenguaje de señas con calma mientras Ellinore, pensativa, observa la ventana abierta, “Debería entrar…”, piensa y suspira con suavidad. —Veamos primero qué tal están. —cuidadosamente y sin hacer ruido se acerca a la ventana y observa, casi rompiendo a carcajadas, la imagen del par de amigos durmiendo con las barrigas a reventar. Hans, con su cabello alborotado y una sonrisa relajada en el rostro, descansa sobre la almohada, “Hasta dormido sonríe”, piensa negando con su cabeza. Su respiración es tranquila y pausada, evidenciando el profundo sueño reparador. Su cuerpo se relaja en la cama, completamente entregado a los brazos de Morfeo. Por otro lado, Harry yace con una expresión plácida en el rostro. Su cabello rizado cae suavemente sobre la almohada, creando una aureola de encanto desordenado. Sus rasgos tranquilos reflejan una serenidad interna, como si estuviera sumergido en un profundo sueño. Observa aquel muchacho detenidamente relamiendo sus labios inconscientemente al ver su piel tan suave y pálida, “Vaya que eres lindo”, piensa realmente enternecida, sentimiento que definitivamente se sentía diferente a las otras ocasiones en que los hombres bajo su mando, había visto. —Venga, no es para tanto si saludo un rato. —dice suavemente para sí misma. Finalmente, se escabulle silenciosamente por la ventana hacia la habitación donde Harry duerme plácidamente. La suave brisa nocturna acaricia su rostro mientras se acerca con cautela hacia la cama. Su mirada se posa en Harry, quien y duerme profundamente, ajeno a la presencia de la temida Madtsoia. La curiosidad brilla en los ojos de la azabache mientras estudia los rasgos serenos de su rostro. Un atisbo de una sonrisa se dibuja en sus labios al captar un encanto en aquel chico dormido. Con pasos ligeros y cuidadosos, Ellinore se acerca aún más a Harry. Su presencia es apenas perceptible, como una sombra que se desliza en la noche. Se detiene junto a la cama, sin atreverse a despertarlo observa cada detalle de Harry, desde su respiración suave hasta los pequeños pliegues en su rostro. Una mezcla de emoción y ternura se apodera de ella, mientras su corazón late con fuerza en su pecho. Aunque su relación con Harry es conflictiva debido a su imprudencia, la más reciente el beso, que si bien disfrutó, fue forzado y causó en él malestar. Un suave suspiro escapa de los labios de la susodicha mientras se inclina hacia adelante, tentada a acariciar suavemente el cabello de Harry. Sin embargo, una ráfaga de dudas la detiene, “¿Debería despertarlo y asustarlo un poco o debería retirarse sigilosamente?”, piensa divertida y a la vez atontada. De repente el chico con suavidad se despierta y abre sus párpados con lentitud. —Eres… horrible… —dice el chico pausadamente con ojos somnolientos. —Vaya, estás dormido… —susurra con suavidad mientras siente los dedos del chico tocar su rostro. Se atraganta nerviosa y deseosa de poder besarlo nuevamente, pero cae en cuenta de lo antes sucedido. —Yo… lamento lo que te hice antes… debí preguntar… —respinga al sentir los dedos del chico en sus labios. —No… Tienes que… besarme… otra vez …como …lo hiciste y te… perdonaré… —deja caer su mano y empieza a balbucear palabras incomprensibles. —Mierda… —muerde su labio con fuerza resistiéndose a besarlo. —No, no lo haré. —masculla con suavidad. Se acerca lentamente y deposita un beso suave y tierno en su mejilla. Sus labios rozan su piel con delicadeza y observa aquella suave sonrisa que se forma en su rostro. —Vaya, no había notado esos hoyuelos. —dice con suavidad. —Buenas noches. Sintiendo que sus impulsos la dominan, decide alejarse con cautela de la habitación, dejando atrás al chico sonriente y retorcido en la cama mientras duerme. Sus pasos silenciosos la llevan fuera de la habitación, asegurándose de no perturbar el sueño pacífico del par de polluelos. Mientras camina por el césped, su mente se llena de pensamientos y emociones encontradas, nunca había sentido tal atracción emocional hacia nadie, jamás, había tenido sentimientos ni siquiera con sus parejas sexuales con las cuales cumple cada uno de sus fetiches. —Algo estás haciéndome. —toca sus labios suavemente mientras observa la noche estrellada sobre su cabeza.
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