SR. ANSGAR ¿QUÉ ES EL AMOR?

Capítulo XXI: Muerdeme

Durante el día y la tarde del día siguiente, los nervios de Hans estaban desesperando a todos en casa. Tendría su primera cita, y encima con Ansgar, su primer y único amor al cual creyó nunca alcanzar. Se escuchará como una exageración, pero claramente al ser totalmente inexperto en las relaciones amorosas teme fallar en la que posiblemente será la única de su vida. En uno de los peluches, escondido hasta el fondo en la panza del oso Hans encontró una carta escrita a mano de Ansgar, pues reconocería aquella letra donde fuera sin pensarlo dos veces. Con cautela, sentado en la cama de Harry, abre nuevamente aquella carta, sintiendo sus mejillas sonrojadas.

Sonará repetitivo para ti, señor Hans, pero realmente lamento lo que pasó hoy. Me dejé llevar por mis más primitivos instintos, ¿y cómo no hacerlo al tenerte a ti frente a mí, siempre tan hermoso?

¿Sabías que el día de la entrevista quise lanzarme sobre ti y arrancarte la ropa? Sí, sé lo arrogante que soy y eso te encanta, pero esa misma arrogancia me detuvo de devorarte y creerme el tipo más heterosexual del planeta, cuando en realidad estoy arrodillado ante ti.

¿En qué otro escenario podría arrodillarme ante ti en el futuro?

¿Qué se te ocurre, señor Hans? Dame tu respuesta hoy en la noche, en nuestra primera cena.

Siempre tuyo, Ansgar el bastardo pervertido enamorado de ti.

¿Muy largo? Soy malo con esto.

—Qué tonto. —ríe con suavidad.

—¿Quién?, ¿yo? —Harry entra comiendo pastel de manzana con peras y nata fresca. —O sea, yo sé que te trato como una pendeja, pero no es para tanto. —dice sin expresión alguna, causando carcajadas en el chico que esconde aquella carta dentro de su diario secreto.

—No, imbécil, es de algo que me acordé.

—¿Tiene que ver con el psicópata obsesivo que tienes por novio?

—Que no somos novios… aún… creo… no sé…

—¿Cómo que no?, tú y yo sabemos que es importante para ti la estabilidad, no quiero que salgas lastimado por una persona que no busca compromisos con nadie.

—Lo sé y por eso hoy se lo dejaré en claro, tampoco quiero salir lastimado. Además, me siento más seguro de mí mismo.

—Claramente, si fuimos capaces de huir de él, no dudo que le digas hasta de qué se va a morir otra vez.

—La diferencia es que ya no será en medio de mis crisis. —orgulloso mueve su cabeza y toma un trozo de pastel a propósito.

—¡Oye! —golpea su mano.

—Es solo un poco. Pareces una vaca.

—Solo en estómagos, mi derrier sigue siendo mejor que el de las Top Models. —mueve su cintura de forma graciosa. —Mira, mira eso. —empieza a bailar ridículamente.

—Bobo.

—Bob esponja.

—Ay, ya. —pellizca su brazo y sale de la habitación para tomar de la nevera leche y bocadillos de la alacena.

—Oye, hablando seriamente, ¿qué pasa con tu trabajo? Recuerda que el profesor de plata, ya sabe que estás bien y espera que vuelvas a trabajar pronto.

—Lo sé…. —suspira y rasca su nuca. —Realmente debo hablar muchas cosas con Ansgar, al final no sé si trabajaré ahí o no.

—Tal cual, debes informarle de tu situación académica. Es sin ánimos de arruinar a tu amorcito, lo sabes, pero tu carrera también es importante.

—Tienes razón, debo ponerme serio. —golpe su puño en la mesa

—Qué lindo, por eso le caes bien a todos, qué pereza. —se levanta con una mueca y corre ridículamente hasta la cama. —¡Prepárate para esta noche, quizás te rompan el traserito!

—¡No, cállate! —grita sonrojado. —Dios. —tapa su rostro y se sienta a masticas sin más. —Espero que todo salga bien. —suspira.

Llegada la noche, Hans es recogido en un auto blindado y protegido por los guardaespaldas a las afueras por motocicletas y otros autos similares al suyo. Los nervios se lo estaban comiendo vivo. Muchas preguntas cruzaron por su mente “¿Me veo bien?, ¿estoy demasiado formal?” Todo se convertía en un torbellino en su mente hasta que finalmente llega al lugar de encuentro con el hijo del mismísimo diablo de Belfast.

Ante sus ojos el increíble restaurante Taste Sensations se abre con una decoración externa elegante y acogedora, el ambiente sin duda alguna invita a relajarse y disfrutar de una comida placentera entre dos amantes, pues la temática de aquel prestigioso restaurante va enfocada al romance y el encuentro entre parejas de alto estrato.

—¿Señor Hans? —El mesero elegante y amable se acerca con suavidad al joven que respinga asustado.

—Sí, s-soy yo.

—Por favor, sígame y no tema, lo llevaremos al lugar indicado.

—Gracias. —frota las manos en su pantalón tímidamente y camina tras el mesero. Voltea una última vez para ver a Jonatan, un guardaespaldas amable y cariñoso al que se ha acercado recientemente. El hombre entrado en edad le sonríe con suavidad y asiente para hacerlo sentir seguro. —Vamos, tú puedes. — cierra sus ojos y respira profundamente.

Momentos después sube a un ascensor que le ha indicado por medio de señas del mesero amablemente. Segundos después, el ascensor se desliza suavemente hacia arriba, llevando a Hans a un nivel más exclusivo del restaurante, al parecer la zona VIP de los adinerados de la ciudad. A medida que ascienden, la tensión en los hombros de Hans comienza a disiparse gradualmente, causando un ligero dolor en su cuello.

—Lo siento señor, pero si no le molesta, puede hablar conmigo para calmarse. —sonríe de manera afable al joven.

—Gracias, es que me siento nervioso.

—¿Es su primera cita?

—Sí, en toda mi vida que es lo que más me da miedo.

—Tranquilo, no debe preocuparse, seguramente debe estar esperándolo ansioso. —suspira. —Recuerdo mi primera cita también.

—¿Cómo fue? —pregunta con ojos brillantes.

—Fue encantadora y fue en este restaurante hace 20 años.

—Es increíble. —sonríe pensativo y feliz.

—Sí, no pensé que le gustará a alguien así.

—¿Por qué lo dice?

—Porque es el dueño de este restaurante. —alza su mano y con ojos brillantes muestran su dedo corazón con un anillo de diamante blanco. —Oh, ya llegamos.

—Gracias. —con las orejas sonrojadas lo observa y sale casi a tropezones del ascensor.

—Nos vemos, señor Hans. —El ascensor se cierra con suavidad.

—Adiós. —dice apenas audible al ver que este baja.