Parte uno: Capítulo XV: Oh, mi Dios

1081 Words
El despertador zumba con insistencia, marcando el inicio de un día impregnado de pesadez; después del desmayo de aquel lobo blanco dejaron a ala pareja en el último piso del edificio, que cosiste básicamente en su hogar desde hace más de 4 meses, llevaron aparatosos equipos médicos y atendieron tan rápido como pudieron al ricitos de oro inconsciente. Al final todo salió bien u la ansiedad de Hans terminó por desaparecer gracias a un sedante suministrado por el doctor. Hans, aún somnoliento, se desliza fuera de la cama sin despertar a Ansgar, “Está respirando”, pienso al ver el pecho subir y bajar del hombre vendado en todo su abdomen. El resplandor matutino se filtra a través de las cortinas al igual que las figuras de algunos agentes pertenecientes a la empresa, “Seguramente no han dormido”, dice sintiéndose apenado, “En cuanto despierte Ansgar le diré que los deje ir a casa”, piensa y con dificultad se levanta para no hacer ruido, además, su cuerpo aún se encontraba magullado por el choque y algunas pequeñas heridas en su cuerpo y rostro, que ya han sido curadas. Con suavidad corre las cortinas para tapar la vista de quienes están afuera. —Duele. —toca su costillar con suavidad y deja salir un suave quejido. —Ma… Mabel, ¿podrías pedir algo para que podamos desayunar? Por favor, habla despacio, no hagas ruido. —Claro, señor Hans. —Gracias. —dice sin mucho ánimo. —… Un suspiro escapa de sus labios antes de que pudiera articular una respuesta. Es entonces cuando las ganas de llorar, que hasta ese momento se mantenían a raya, se hicieron presentes de manera palpable, sus labios tembloroso se resisten por unos segundos hasta soltar finalmente un sollozo apenas audible. Rendido, se sienta en la silla cerca del mesón de la concina y se acuesta con suavidad, dejando que las lágrimas se deslicen suavemente, ocultando su rostro. “Casi muero, Ansgar… él…”, piensa angustiado, tocando su pecho al sentir el mismo ligeramente agitado; La agitación aumenta poco a poco, nublando su vista al intentar enfocar objetos a su alrededor, “No”, piensa angustiado, pues conoce los claros síntomas de un posible ataque de ansiedad. —Hans. Rápidamente y con agilidad, el de ojos violetas lleno de preocupación carga al chico, acurrucando en sus brazos y llevándolo con esfuerzo y a pesar del dolor abdominal hasta la cama, acariciando su rostro. Acaricia los labios del chico, el castaño empuja su mano como puede, enojado y Ansgar lo sabe, sabe el porqué. —Por favor, ahora no. Toma sus labios con rudeza, profundizando el beso a pesar de los golpes en rostro y pecho. Las lágrimas saladas y ligeramente dulces de Hans, se combina con las de aquel de ojos violetas llenos de tristeza y preocupación. Hans nunca esperó ver aquel rostro tan débil llenos de genuino dolor y arrepentimiento. El enojo desaparece rápidamente y toma los labios de aquel rubio, acariciando su lengua, sus mejillas, su boca en su totalidad, jadeando y gimiendo junto a aquel hombre que dejándose llevar cae de espaldas en la cama, débil debido al desgaste de energía ante el dolor en su abdomen. El lobo blanco gruñe al sentir la erección del castaño frotarse ligeramente sobre la suya que es dos veces más grande y en aumento debido a la excitación naciente. —No… espera, Hans. —jadea, sonrojado, realmente sonrojado, nunca se había puesto de tal forma ante las provocaciones del castaño. —Hans… —Cállate… —toma los labios del rubio nuevamente, acariciando sus mejillas y presionando poco después las mismas para profundiza el beso, quitando el aire al rubio que tose de repente. —Hans… no, e-espera, d-déjalo…Hans…¡Ah! Hans toma el pene de Ansgar, sacando el mismo debajo de la ropa interior y la sudadera empezando a frotarlo con ligera rapidez, fuerza y suavidad. Los brazos de Ansgar, cansados y débiles debido a los efectos de la anestesia intenta quitar las manos del chico quien palmea las mismas alejándolas y volviendo a frotar, admirando aquel rostro sonrojado que nunca espero ver en el lobo blanco. Los gemidos y jadeo de aquel hombre tan imponente, ahora desde un perspectiva tan lasciva y vulnerable, despierta al semidios dentro de Hans, que danza lleno de placer. —¡Oh, Hans! —gime, ahogándose al final y tosiendo, sintiendo sus parpados pesados. —Detente…ah…Hans, basta… —Lucha en lo posible fracasando y aumentando en consecuencia la velocidad de la masturbación a manos del ángel más cruel que ha decidido tomar a Azazel con la guardia baja. —Hans… —gime entre un jadeo profundo, contorsionado su cuerpo debajo del chico que persiste ante la masturbación al ver que este eyacula con fuerza sobre su pecho, entre quejidos y gemidos casi sollozantes. —Tú… —gime ante el orgasmo que pasa tembloroso en su cuerpo, sin dejar de ver aquel rostro, sudoroso, entre lágrimas de placer. Con suavidad se acerca y tocando el mismo y obtiene la mirada débil del hombre que se acurruca en la palma de su mano. —Ansgar… —las lágrimas se acumula en sus ojos. —Pensé que morirías, pensé que ya no volvería a verte. —seca sus lágrimas. —Nunca vuelvas a hacer eso, nunca vuelvas a hacerlo, imbécil. —solloza. —¡No te muestres tan arrogante ante mí cuando puedo ver esto!—toca su pecho agitado hasta llegar a la venda que cubre su abdomen. —Déjame seguir viéndote, déjame cuidarte. También quiero protegerte, no quiero seguir siendo un chico débil, no quiero seguir recordando lo que pasó ese día…esa primera vez que nos vimos. —respira poco a poco con calma, calmando su llanto. —Tú me lo dijiste, ¿no? Dijiste que tuviera cuidado con quien me estoy metiendo, bien lo sé, lo sé muy bien, sé con quién me estoy metiendo y eso incluye su vida, cada cosa, cada parte. —Observa aquellos ojos dóciles, mirarlo con atención a pesar del cansancio. —Ansgar Alessandro Gabriele Jörgensen Rockefeller… Eres ante mis ojos eres el chico guapo que veía en los pasillos en la escuela… tan imponente y arrogante… y ahora eres… mi guardián protector, pero no debes olvidar que aunque sirvas al príncipe, también él debe aprender a manejar espadas, ¿no crees? Responde. —exige acercando su mano al pene del hombre que se atraganta y lo mira alarmado.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD