Capítulo XIV: Cuerpos que hablan

1420 Words
—¿Ellinore? —Zazas llama ligeramente agitado desde su teléfono a la azabache que con una herida superficial en su brazo, maneja un auto n***o todoterreno para llegar hasta la entrada de la empresa. —¿Dónde está Ansgar? —pregunta alarmada. —Está inconsciente, el imbécil se dejó dispara e ignoro la perdida de sangre. —suspira. —¿Dónde estás? —Detrás de ti. —Tu hermano está con Hans allá arriba. —señala brevemente a las alturas y vuelve la mirada a la azabache que lo observa desconfiada. —Te juro que lo que te cuente tu hermano es una exageración. Salvé a Hans porque mis hombres estaba cerca del perímetro y uno de ellos me avisó, ahora piensa que yo sabía de esta emboscada. —acaricia sus cabellos un poco exasperado. —Cálmate, está alterado. Deja que se aplane y podrás explicarle mejor. —asiente y aleja las dudas de su mente. —Ese imbécil tan dramático. Será mejor que me vaya… —dice al aire pensativa. —¿Cómo puedes estar tan tranquila? Tu hermano casi muere y de paso casi me arranca el pescuezo por tocar a su novio. —Qué gracioso. —ríe a carcajadas con suavidad. —A mi hermano nadie lo mata. —estira su cuerpo y se acerca suavemente al hombre, colocando su codo sobre su hombro como si se tratase de un mueble. Atrapa sus ojos verde de cerca, muy cerca, observándolo seriamente. —Primero te mueres tú. —sonríe y ríe. —Relájate, hemos estado en momentos peores, no te lo imaginas. —se aleja, no sin antes dar una palmada a su hombro. —Adiós, mandarina. La preocupación se estaba comiendo a Ellinore mientras aguardaba en silencio en el auto. Cada segundo sin que Harry le respondiese las llamadas, era sinónimo de que realmente está enojado, más allá de un berrinche, “Eso ya no es lindo”, piensa y acaricia su nuca. Al llegar al complejo de edificios, encuentra este rodeado por su gente a la cual saluda con un asentimiento, y por última vez marca al número del de ojos celestes. Resignada lanza un pesado suspiro esperando el ascensor. —Harry… —se atragantada al ver los ojos enrojecidos del chico que retrocede y lanza una mirada que hace respingar a la azabache, “Mierda, sí, está furioso”, piensa y se atraganta, incapaz de verlo un segundo más a los ojos. Entra a al ascensor en silencio y acaricia sus cabellos, nerviosa. El ascensor se cierra lentamente, sumiendo a Ellinore y Harry en un extraño ambiente, no sabe como definirlo, ¿deseo, enojo, tristeza? Ni siquiera ella misma puede definir el momento. —Mierda, Harry, ¿por qué somos así? Aquella Madtsoia, con el corazón a mil por ciento, sostiene de golpe a la pequeña bola de algodón entre sus brazos, agarrando con fuerza sus muslos y golpeando su espalda contra la pared del ascensor, dominante y deseosa de tocarlo. La tensión en el aire, palpable, causa que jadeos temblorosos salgan de la garganta de aquel hombre, preocupado y lleno de angustia ante la incertidumbre de hacía varios minutos. —Eres una estúpida. —solloza levemente al sentir sus ojos llenarse de lágrimas. —Lo sé, lo sé. —roza sus labios suavemente con los del contrario. —Lo sé, dime lo que quieras. —Loca. —dice junto a aquella mirada lujuriosa. Las miradas de Ellinore y Harry chocan y se sostienen socavando el alma del uno al otro, tocando cada fibra de sus huesos deliciosamente. Sus labios se encuentran finalmente en un beso rudo y apasionado. Entre jadeos y gemidos se comen la boca ignorando las cámaras que los ven. —Carajo. —La azabache se aleja de repente y gruñe tocando su labio inferior. Toca su labio y lame posteriormente el mismo. —Ya tengo una horrible herida en el brazo, ¿quieres que tu novia se desangre? —sonríe con sorna y picardía, observando el sonrojo descomunal del pequeño conejo blanco. —¿Qué es lo que…? —Perdón. —dice suavemente y lame su labio con lentitud, limpiando la poca sangre del mismo y causando escalofrío en el cuerpo de aquella mujer y haciendo destellar sus ojos con una chispa de malicia. Harry muerde su labio sin percatarse de ello. —Si tuviera a mi amigo favorito te follaría en este ascensor. —su sonrisa se ensancha al recordar ciertos detalles. —Vaya… vaya, es cierto, no he podido follarte con mi juguete favorito. —¿Qué? —pregunta asustado y excitado. —Tranquilo, Conejito, te va a encantar la zanahoria que te daré de comer. —gruñe y vuelve a atar sus labios una vez más. El ascensor se habré a lo que rápidamente deja al chico en el suelo y acomoda su cabello rápidamente. Un hombre de cabello grisáceos oscuro y mirada confusa los observa. —Hola, Ellinore. —alza sus cejas asombrado. —Jesús, al menos déjalo respirar la próxima vez. —dice mientras observa el pecho agitado del chico que trata de cubrirse el rostro como puede. —Callado te ves mejor. —toma la mano del chico y tira de la misma para salir rápidamente del ascensor. Al llegar a la puerta apartamento y cerrar la puerta, la temida Madtsoia no pierde el tiempo y tumba al chico en el piso, devorando sus labios, su cuello y pecho. —Ah… Ellinore, espera. —jadea y gime rápidamente. —¡Ah! —grita al sentir la mordida en su pezón izquierdo. —No me gusta esto. —Los espasmos empiezan a tomar su cuerpo. —¿Hacer el amor para reconciliarnos o te parece mejor decir, sexo salvaje de reconciliación? Dime, ¿cómo te gusta más, cariño? —lame los labios del joven haciéndole gemir. —No digas eso. —le mira, sintiéndose pequeño ante la mirada de aquella mujer. —No lo digo en serio, cariño. —el brillo de sus ojos cambia a uno dulce, a una Ellinore fuera de chistes o payasadas. —Joder solo me fui por dos horas y me moria por verte. Incluso temía que llegaran hasta acá. —cierra sus ojos y apoya su frente en la de Harry. —Ya estoy aquí, lo siento de verdad. —acaricia la mejilla del contrario. —Está bien. —asiente con lágrimas en sus ojos. —Tenía miedo de que no volvieras. Puedes ser la mejor espía del mundo o lo que sea, no me importa, siempre me preocupas. —deja que algunas lágrimas se deslicen. —Lamento hacerte llorar por esto. —limpia sus lágrimas suavemente. —Prometo ir con un batallón delante de mí si así lo quieres. —¿De verdad? —ríe levemente. —De verdad. —ríe suavemente junto a él. —Por ti soy tan cursi. —Es lindo. —dice con una suave sonrisa. —¿Ya ves? Ahora estoy caliente por tu culpa, tendremos que coger, una pena por tu lindo trasero. —dice fingiendo pesar, sacando una carcajada inevitable del chico. —No seas brusca, ¿sí? —pide dulcemente mientras sus ojos solo coquetean con la mujer de poco autocontrol. —Dios, esto va a ser difícil, ¿desde cuándo eres tan atrevido y provocador? —ataca sus labios nuevamente, probando cada parte con delicia. —No lo meteré ahora, estás castigado por retarme al salir de casa. —sonríe y jadea al escuchar el chillido y gemido de Harry. —Te la voy a chupar y me tragaré toda esta dulce leche, ¿entendido? —Sí. —dice entre gemidos al sentir los mordiscos cerca de su virilidad. —¿Sí, qué? —Sí, señora. —Muy bien. —muerde su labio inferior, deseosa. —Esto te va a encantar. Los pantalones del muchacho desaparecen al igual que su bóxer. La Madtsoia voltea el cuerpo del chico y sube las caderas del mismo; Da una, dos y tres palmadas fuertes causando espasmos en el cuerpo de su dulce víctima. Abre con sus manos el trasero del chico, masajeando el proceso. Su lengua no tarda en caer en la zona anal del chico, que, sorprendido se retuerce deliciosamente entre gemidos. Ellinore hunde más su rostro, lamiendo, chupando aquella zona erógena tan delicada y ahora húmeda. —La noche apenas empieza, cariño. —relame sus labios y vuelve a su juego favorito con la lengua, deleitando sus oídos con el dulce sonido de los gemidos de un ángel.
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