Parte uno: Capítulo IX :Permíteme llamarte cariño.

1137 Words
Los primeros rayos del sol se filtran a través de las cortinas entreabiertas, tiñendo la habitación con una cálida luminosidad. Ansgar se despierta lentamente de su sueño profundo, dejándose llevar por el suave despertar de su conciencia. El sonido suave de la canción Let's Have Another Cup o' Coffee interpretada por Glenn Miller, flota en el aire, envolviéndolo en una melodía reconfortante, casi como si se encontrara en aquella granja cuando era un niño lleno de inocencia y corazón. Frota sus ojos, sintiendo una leve punzada debido a la resaca. Mientras la música suena en segundo plano, el entorno cobra vida a su alrededor. Los sonidos de los autos que transitan por la calle, el trinar de los pájaros que hacen una parada larga en la orilla de la ventana y la brisa suave que entra por el gran ventanal crean una sinfonía matutina que lo llama a despertar. El aroma fresco del café recién preparado se mezcla con el olor suave de las sábanas con aroma a lavanda que adornan la habitación, despertando sus sentidos y llenando el espacio con una energía revitalizante, ¿Hace cuantos años no podía sentir tal paz al despertar?, sin pensar en papeleo, sin pensar en reuniones y la maldita mafia que lo persigue desde joven, con ansias de arrancarlo del poder. Poco a poco abre los ojos y se estira lentamente, sintiendo cómo cada músculo y articulación se despiertan junto con él. Escucha con atención la voz del pequeño Hans e inconscientemente sonríe parando el oído. —No, escucha, no hagas eso. Nunca debes hacer carpetas con diferentes documentos y meterlas en una sola. ¿Estás loco?, fácilmente se pueden extraviar. —acomoda las gafas y frota su nariz. —Lo siento, es que estaba apurado, por favor no le diga al señor Rockefeller al respecto o me matará. —chilla a través de la línea preocupada la mujer de mejillas pálidas. —Tranquila, no te preocupes. Ahora ¿ya recibiste los que acabo de organizar de administración contable? —Sí, ya los he organizado como sugeriste. De verdad, muchas gracias me has salvado. —Está bien. Eso sería todo, afortunadamente nada se perdió, así que si necesitas más ayuda no dudes en llamarme, ¡Oh! —toma un sorbo de su café. —No olvides poner la marca en el documento final, solo en ese, así te aseguras y te curas en salud de que no pregunte de qué empresa proviene al enviarlo a la fiscalización nacional, ¿de acuerdo? —¡Muchas gracias, Hans! —emocionada envía los documentos al correo gubernamental. —Eres el mejor, estaré llamándote en los próximos días para saludarte. —Está bien. —sonríe dulcemente. —Hasta luego. —Ten un buen día. Estático y sin decir una palabra, mientras sus ojos se posan en Hans con una intensidad cautivadora. Su mirada profunda y penetrante parece adentrarse en el alma de Hans, explorando cada faceta y cada emoción que habita en su ser. Observa cada gesto, cada movimiento, captando cada matiz de su expresión y cada destello de sus ojos cafés. Sus ojos recorren su rostro con atención meticulosa, trazando los contornos de sus labios, la suavidad de sus mejillas y la delicadeza de sus rasgos. Percibe la curva de su cuello, la forma en que sus cabellos caen sobre su frente dando toques en los párpados de sus ojos regordetes por la felicidad. “¿Por qué sonríes tanto?”, se pregunta irritado. —¿Acaso estabas hablando con tu novia? —semidesnudo y con el cabello alborotado, se apoya en la pared detrás del chico. —¡Oh, sesang-e!—salta sobre su asiento, asustado, dejando caer el teléfono a un lado y levantándose rápidamente para ver el rostro sonriente y pícaro del empresario. —Entonces sí estaba hablando con su novia. —No, no, yo estaba ayudando a una amiga con un trabajo. —nerviosos acomoda su suéter. Atento observa por un par de segundos las fachas del joven empresario, atragantándose avergonzado. —Lo siento. —Solo estoy bromeando. —suspira y mueve sus hombros y toma el último sorbo de café. —¿Te sientes… mejor? —pregunta observando su taza de café. —¿Ah? —sin poder creerlo lo mira confundido. —¿Qué si te sientes mejor? —Sí, yo… sí, me siento mejor, g-gracias. —mueves sus manos hasta esconderlas atrás con timidez. —Terapia de exposición. —¿Qué? —Hoy intentaremos exponerte, hablé con tu terapeuta ayer por la mañana, me dijo que si en algún momento te sientes mejor podemos salir aunque sea hasta la puerta. —suavemente, camina hasta llegar al chico, que pasmado le observa y aparta su mirada al tenerlo en una cercanía invasiva. —¿Entendido? —Sí, pero yo no… —alza su mirada atrapado aquellos ojos violetas. —…no creo que pueda. De hecho no tiene por qué hacerse cargo de mí… —dice con un deje de nostalgia. —Usted dijo que no es mi madre para cargar conmigo, así que llame a Harry y yo… —Olvida lo que dije, solo dime ¿lo intentaras o no? —irritado acaricia su cabello y se aleja del chico hasta llegar a la cama. —Está bien. —aprieta sus puños con suavidad, sintiendo emoción y casi sonriendo. —Lo intentaré. —Bien. —carraspea ligeramente su garganta y sonríe con suavidad, sin mostrar sus dientes. —En fin. —suspira y vuelve a su rectitud. —Cámbiate, yo tomaré una ducha y saldremos. —¿Se bañará aquí? —pregunta nervioso. —Pues… sí. —ríe con suavidad. —Este lugar es mío. —Ah, entonces, espere espere. —corre deprisa para llegar al baño, siendo bloqueado por el rubio. —Solo iré a sacar mis cosas. —¿Me vas a dejar sin jabón? —No es que no son las cosas que posiblemente use asi que yo… —Solo voy a bañarme, no voy a comerme tu Japón. ¿Temes que me coma tu jabón? —pregunta fingiendo ofensa. —No, yo solo… —rompe en una carcajada dulce y susurrante, casi melodiosa. Se percibe un destello de inocencia y genuina felicidad, haciendo que su rostro se ilumine con una expresión radiante y su mirada se vuelva brillante y llena de vida. Aquello cota el aire de Ansgar que observa embelesado su cuerpo por un par de segundos, sonriendo al poco tiempo y negando con su cabeza. —Ya que eso crees, iré a comerme tu jabón. —entra a la ducha, escuchando a sus espaldas la suave risa del chico. —¿De qué te ríes? —voltea rápidamente y observa aquellas orejas sonrojadas. —Nada, perdón. —trata de aguantar la risa y se retira al closet para buscar ropa.
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