Hago el mayor esfuerzo para no mirarlo demasiado, pero eso simplemente me es imposible. Es que, por amor al cielo, miren ese cabello, esos rizos que caían levemente por su frente, se veían tan suaves y sedoso que me daba envidia, pero de la buena y eso lo hace ver tremendamente sexy, quería tomar sus cabellos entre mis dedos para acariciarlos hasta que no sienta mis manos.
Creo que ahora necesito un balde para mis babas, no sabía si estaba mal fantasear con un chico, el cuál ni sabe mi nombre y seguramente ahora me odia por nuestro encuentro tan romántico, más aún después de esa bofetada que le solté en frente de medio colegio, pero por lo menos había sentido su piel en la palma de mi mano, aunque me hubiese dolido.
Suspiro inconscientemente atrayendo la atención de Aaron que está delante de mí.
Él voltea a mirarme.
¡Ay mamá!
Me está mirando.
Actúa normal.
Agarro uno de mis libros, que estaba encima de la mesa y fingí leerlo, intentando con todo mi ser parecer muy natural, ni siquiera puedo concentrarme, el simple hecho de que esté a poca distancia sólo logra ponerme nerviosa, ni siquiera puedo pensar con claridad, sabiendo que tiene sus ojos puestos en mí.
Quiero ser invisible en este momento.
─¡Vaya, vaya! -¡Oh, por todos los cielos! me está hablando. A MI. ─No tenía ni la más mínima idea de que los libros se leyeran al revés.
Lo miro confundida por unos segundos, miraba mi libro con una sonrisa burlona y me ví obligada a desviar mi vista a mi libro y me doy cuenta que está torpemente al revés.
Esto es tan vergonzoso.
Hasta siento mis mejillas arder.
Que la tierra se abra y me tragué de una vez por todas.
─Pues... así leo mejor. -¿En serio esa estupidez salió de mi boca? Qué alguien me mate, por favor.
Aaron solo ríe, se está burlando de mí.
Lo hice reír, eso es bueno ¿No?
Ok, no.
─Qué tonta eres. -pasa una de sus manos por su cabello revolviendo un poco sus perfectos rizos, vuelve su mirada a mí, esta vez extendiendo su mano. ─Soy Aaron.
ESO YA LO SE, PERO ERES TAN CIEGO, QUE NI SIQUIERA SABES QUE SOY TU VECINA.
Calmo mis pensamientos por unos segundos y extiendo mi mano para estrecharla con la suya.
Esto no está pasando en verdad, este es otro sueño, lo estoy tocando, mamá no me despiertes, te lo suplico.
Me pellizco la pierna con mi mano libre.
¡Auch!
Es real y sigo sin creerme que esto esté pasando, otro mini infarto se avecina. Mis piernas vuelven a temblar automáticamente y creo que estoy más roja que un tomate.
Habla, estúpida, no arruines este momento, ya te está pensando que eres una loca.
─Eh, sí. Ah, mi nombre es Is.. Is. -no puedo ni pronunciar mi nombre de los nervios.
Reacciona, Isabella, solo es un chico.
─¿Is? Jamás había escuchado ese nombre. -el ríe de nuevo, pero eso sólo logra colocarme más nerviosa de lo que ya estaba.
─Isabella. -dije luego de carraspear mi garganta y abofetearme mentalmente, es increíble lo que este chico causa en mí.
─Hey, Isabella, ya puedes soltarme la mano. -miro nuestras manos y me doy cuenta que estoy lo estoy tomando fuerte, sonrío nerviosa antes de soltarlo y me sonrojo más si es que eso se puede. Tanto tiempo esperé por este momento y estoy haciendo el ridículo. ─Siento que te he visto en algún lugar, digo, aparte del pasillo cuando chocaste conmigo.
Me ha visto, me ha visto. Mi corazón no puede resistir tanto, voy a morir de un paro cardiaco en cualquier momento.
─¿Ah, sí? Pues yo... yo nunca te he visto. Claro aparte de acá. -MENTIROSA. Esa es la mentira más grande que he dicho en toda mi vida, que Dios me perdone.
─Oye Bella, puedo decirte así ¿Cierto? -asiento más veces de las que debería. Puedes llamarme como tú quieras. Pienso pero no lo digo. ─Bueno, Bella, creo que te debo una disculpa por como te traté esta mañana, me merecía esa bofetada, no estaba de humor, quizá no te importe lo que te voy a decir, pero, ayer terminé con mi novia.
¿Que no me importa? Esa es la mejor noticia que he recibido en todo el día.
─Oh, que pena... Lo siento. -claro que no lo siento, todo mi interior está festejando esa grandiosa noticia.
─Tranquila, no te preocupes. -me sonríe. Es la sonrisa con hoyuelos más hermosa que he visto en mi vida, lo miro como una tonta, detallo todo su rostro, porque quizá sea la primera y última vez que entable una conversación con él, un par de lunares adornaban su mejilla, le quedaban de maravilla, él es perfecto. ─Gracias por escucharme, aunque no te interese y de nuevo disculpa.
─Eh no, en realidad si me importa. -me doy cuenta de lo que he dicho e intento corregirme rápidamente. ─Es decir, me gusta escuchar a las personas y ayudar de alguna u otra manera. -intento esconder una sonrisa. ─Así que, si necesitas ayuda ahí estaré yo, aunque hayamos empezado con el pie izquierdo. -no tenía ni la más remota idea de como he actuado tan normal ante la persona que me trae loca.
─Deberías ser psicóloga, Bella y contaré con ello. -me guiña un ojo y yo siento que me voy a derretir en cualquier instante. -¿Y qué haces en detención? ¿Eres una mala conducta? -dijo con tono burlón y una sonrisa de medio lado que dejaba a la vista el hoyuelo que tanto me gustaba.
-En realidad no, para nada, llegué dos minutos tarde al salón, porque tropecé con un chico en el pasillo. -dije como si fuese la cosa más normal del mundo, ya mis nervios estaban desapareciendo y comenzaba a sentirme muy cómoda con su presencia.
-Oh. -soltó una pequeña risita que fue como música para mis oídos. ¡Eso, Isa! hazlo reír. -Entonces, por mi culpa estás aquí. -asentí efusivamente. -Bueno, entonces creo que debería disculparme nuevamente.
-No, cómo crees, no te preocupes, creo que ya era hora de estar en detención. -Y MEJOR AUN SI ES CONTIGO. Cálmate, Isa, no empieces de nuevo. -¿Y tú por qué estás aquí? ¿Eres un mala conducta? -pregunté de la misma manera que él me preguntó.
-No lo soy, pero como te dije, el tema de mi ruptura me tiene un poco estresado y golpee a un compañero en frente del profesor y heme aquí.
Abrí mi boca sorprendida, pero mi interior seguía celebrando que había terminado con su novia la plástica.
Estaba a punto de hablar, pero el profesor Spencer interrumpió cualquier cosa que estuviera por salir de mi boca.
Qué oportuno.
─Ya se pueden retirar todos. -¿Qué? ¿Tan rápido? por primera vez quiero quedarme más tiempo, pero sé que soy la única con ese pensamiento, así que guardo el libro en mi mochila, aunque mis temblorosas manos me hacían el trabajo muy difícil, quería ir a la par de Aaron, pero él ya había abandonado el salón sin ni siquiera despedirse, salgo del salón resignada, no estaba segura si volvería a toparme con él.
Miro la hora en mi celular, tres y dos de la tarde.
Dos horas en ese lugar y yo pensado que pasaron unas cuántos minutos.
Por la hora, sabía que Justin ya se había marchado, tiene entrenamiento de fútbol y jamás llega tarde.
Así que sin más, camino a la estación de autobuses, por suerte llega rápido el que me deja al frente de mi casa.
Abro la puerta de mi casa encontrándome con mi mamá leyendo una revista.
─ Hasta que llegas, Isabella. -Y esa es mi "cariñosa" madre.
─ Hola mamá, si me fue genial yo tambien te quiero. -me tiro en el sofá y enciendo la tele, no había algún programa bueno que llamara mi atención.
─ Isa, sabes que el sarcasmo no va conmigo. Anda a lavarte las manos y almuerza. -bufo sonoramente mientras apago el televisor y me encamino a la cocina.
Inconscientemente miro por la ventana hacia al frente, sí, donde Aaron.
He esperado como loca este día, el día en que hablara aunque sea un poco con él, y mejor aún, terminó su relación con pechos grandes, esto es fantástico, una gran noticia para mí.
Veo su costoso auto estacionándose en el garaje de su casa y espero con ansias a que baje, quiero verlo de nuevo.
Su sedosa cabellera castaña es lo primero que veo cuando sale de su Mustang, un suspiro sale de mi boca y mi cuerpo se pone alerta cuando su mirada viaja hacia mi casa, mi reflejo es agacharme para que no me vea.
¿Qué diría si me descubre espiándolo?
No lo sé, tampoco quiero saberlo.
Asomo mi cabeza y para mi suerte o desgracia, ya entró a su casa, sin dejar rastro alguno. Resignada, sirvo mi comida y comienzo a comer.
Cuando termino mi comida, voy a mi habitación para hacer una rápida llamada a Maddie. Ella tiene que saber esto.
─ Isa, no te ví a la salida.
─ ¡A que no adivinas quién habló hoy con Aaron!
─ ¡No puede ser! no lo puedo creer ¿Cómo lo has logrado? ¿Le apuntaste con una pistola? ¿Lo has secuestrado?
─¿En serio me crees capaz de eso? -pregunto indignada.
─ Por Aaron, sí. -pongo mis ojos en blanco, eso no es cierto.
─ Bueno, como sea. Estoy tan emocionada, es un cuento muy largo, bueno, en realidad no tanto, pero te cuento luego con detalles incluídos. Sólo llamaba para decirte. ¡BOOM, b***h! lo logré. -reímos.
─ Sinceramente, Isa, estás loca.
─ Loca por mi vecino, sí. -suspiro mirando a mi ventana, como si pudiese verlo desde aquí. ─Te dejo, hablamos más tarde.
─ Vale Isa, hasta luego.
Miro la hora en mi celular. Tres minutos para las cuatro de la tarde.
No sé por qué siento que tengo algo que hacer. j***r ¿Por qué mi memoria tiene que ser a corto plazo?
Me tumbo en mi cama mirando el techo, mientras intento recordar lo que tengo que hacer, pero mi tonta cabeza solo piensa en Aaron, cuando tropecé con él, cuando le dí la bofetada, cuando me habló en detención, ver sus ojos de cerca fue la mejor parte. Suspiro tan fuerte que duele. Cierro mis ojos para dormir un poco y en cuestión de segundos los vuelvo abrir.
─ ¡Mierda! Louis.