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1237 Words
─Eh, ah, yo lo..lo siento. -sus ojos son más lindos de cerca sentir su cuerpo tan cerca del mío me hacía temblar como una loca y rogaba porque él no lo notara, pero lo que más me gusta de este momento es oler su exquisito y seguramente muy costoso perfume, nunca olvidaría esa fragancia. Tuve que volver a la realidad, al darme cuenta que todos los presentes en el pasillo nos observaban sin disimulo y Aaron no se veía muy cómodo. Me levanto como puedo de encima de él. Voy a desmayarme.  Cómo es que una persona puede causarme tantas sensaciones en segundos y sin conocernos ni hablarnos. Es como si estuviera delante de un famoso. Díos mío, solo espero que se levante y plante un beso en mis labios, pero eso claramente solo pasa en películas. ─¿Lo sientes? -pregunta alevando la voz. ─¿Que no ves por dónde caminas? Dime cuando cumples años para regalarte unos lentes. -ok, eso dolió y mucho.  Pensé que la primera vez que hablaríamos sería distinto, no de esta manera, hablándome así ¿Qué se ha creído? Le doy una bofetada sin pensármelo dos veces, más bien sin pensarlo, mi mano ardió pero lo ignoré por completo. Si antes era invisible para él, ahora me odiaría, pero que me guste por años no quiere decir que tiene derecho a tratarme así. No señor, ni él ni nadie tiene derecho de hablarme de esa forma, es un grosero. ─He dicho que lo siento. -digo lo más seria que puedo, tragándome todo el arcoiris que estaba por salir de mi boca. Le dedico una mirada furiosa, para que se entere que no me gustó nada la manera en que me habló y sigo mi camino sin más. Suelto todo el aire que hasta ahora había retenido.  ¿Por qué la vida es tan injusta conmigo?  Llego al salón y toco un par de veces la puerta con mis nudillos, luego de varios segundos la profesora Eglee sale con cara de pocos amigos. ─¿Ha visto la hora que es, señorita? -miro la hora en mi reloj de mano. Siete con dos minutos de la mañana ¿Es una broma? ¿Dos minutos, en serio? ─Sí profesora, dos minutos de retraso. Oh, vamos, no es tan malo, seguro ni siquiera a empezado la clase. Ella me mira sin expresión alguna. Ok, mi día no ha ido para nada bien. No creo que pueda ir peor. ─Ira a detención al tocar el timbre de salida ¿Me escucho? -bien, si pudo ir peor, gracias Aaron, esto es tu culpa. ─Pero profeso...- no me deja terminar mi oración ya que he sido interrumpida por ella.  ─Entre y la quiero en absoluto silencio o se arrepentirá. -¿Qué? No es como si me la pasara hablando en toda la clase, ni siquiera comparto esta asignatura con algún conocido. Entro a regañadientes y busco con la mirada un asiento desocupado que no tardo en encontrarlo, me siento al lado de un chico de ojos azules y lo único que sabía es que es amigo de Aaron, no sabía ni su nombre, tampoco me importaba. ─Bien clase, hoy hablaremos sobre las células.  ─¡Vaya! qué complicado tema. -murmuro para mi con sarcasmo, pero el chico de al lado suelta una risita, así que deduzco que él también escucho lo que dije. ─Formen pareja con los que tienen a su lado, y los que no tengan a nadie, pueden hacer equipo con los que sean de su preferencia. Observo de inmediato a mi lado y el chico me sonríe. Trato de devolverle el gesto, pero sé que salió todo menos una sonrisa. ─Hola, soy Louis. -extiende su mano para que la estreche, obviamente, y eso hago. ─Isabella, pero me dicen Isa. -suelto su mano ─De acuerdo, Isa. -dijo con una sonrisa que dejaba a la vista su bien cuidada dentadura. ─Te dije que me dicen Isa, no que puedes decirme Isa. -lo miro seria y él me mira con nerviosismo, creo que ahora mismo quiere desaparecer de mi vista. No aguanto más y suelto una risa, estuviera en otro momento o en otro lugar estuviera muriendo de risa, pero no lo hago por la Profesora. ─Dime que no me has creído. -murmuro para él sin parar de reír. ─Eres cruel. Quería que la tierra me tragara. -Dice tocando su pecho donde debería ir su corazón. Dejo de reír cuando noto la mirada de la profesora en mí. ─Será mejor que hagamos silencio. No quiero saber lo que Eglee sería capaz de hacer. -digo disimulando un poco y él sólo asiente. La profesora nos dice que debemos hacer una maqueta de las células y blah, blah, blah. No hago más que sólo bostezar, esta clase es muy aburrida. El timbre por fin suena por todo el lugar, anunciando que es hora del recreo, gracias al cielo.  ─Nos podemos reunir en mi casa. -propone Louis mientras termina de guardar algunas cosas en su mochila. Lo miro.  ─Sí, claro, si no es molestia.  ─Para nada. Te anotaré mi dirección. -arranca una hoja de su cuaderno, escribe la dirección en ella y su número de teléfono. ¿Que no era más fácil que me dé su número y me envíe la ubicación de su casa? ─Aquí tienes, te escribí mi número para que, ya sabes, me avises cuando llegues y esas cosas. -asiento recibiendo el pedazo de papel. ─De acuerdo ¿Te parece hoy a las cuatro? ─Genial. -sonríe tan ampliamente que da miedo. ─Nos vemos, Isa.  Uh. Salgo del salón casi de última. Gracias compañeros. Llego a la cafetería, sólo quiero un café, pero pido también una rosquilla.  Me siento en el mismo lugar que siempre comparto con mis amigos. Que por cierto, ellos no están ahí, pero no tardan en llegar.  Justin se sienta a mi derecha y Maddie a mi izquierda.  ─¿Cómo te fue? - pregunta Maddie animadamente.  La miro detenidamente.  ─Tengo detención por llegar dos estúpidos minutos tarde. -digo como si fuera lo más normal del mundo. ─Wow, eso fue muy demasiado cruel.  ─Lo sé. No me lo recuerdes.  Mientras ellos hablan de quién sabe que cosa, yo me sumergí en mis pensamientos, los cuales el noventa por ciento lo ocupa nada más y nada menos que el estúpido y sensual Aaron, no les comentaría a mis amigos el incidente en el pasillo con mi amor platónico, lo más seguro es que me darán un buen sermón o se burlen de mi y no estoy de ánimos para tener que soportarlo. Toda la mañana transcurrió realmente aburrida, casi me quedo dormida en todas las clases.  Y aquí estoy, afuera del salón de detención, esto es ridículo. Toco la puerta y de inmediatamente esta se abre dejando ver al profesor Spencer. Le entrego el papel que me dio la profesora Eglee y él me deja pasar.  Mi sorpresa es grande cuando veo casi todo el salón lleno. Este colegio está lleno de mala conductas.  Me siento en el primer asiento que veo sin saber que hacer, es primera vez que vengo a este estúpido salón, ni siquiera debería estar aquí. Miro al frente y casi me da un mini infarto. ¡No. Puede. Ser! En el asiento adelante de mí, está el causante de todas mis locuras. Sí, ya saben quién es, no hace falta que se lo recuerde.  Agarrenme que me desmayo.
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