—¡Oh, señorita ! ¿Qué ha pasado? ¿Qué le hicieron?— exclamó Rose. Se necesitaron un par de minutos para que Camelia lograra hacer pasar su voz a través de sus labios secos. —Ve… a buscarlo— dijo sollozante—, tráelo aquí… que venga… sin importar lo que digan… sin importar quién quiera… detenerte. —¿Se refiere al Capitán Cheverly, señorita ? Pero, no puedo dejarla así. —Ve ahora… pronto… Rose… dile que tiene… que venir a… verme… ahora mismo. —Por favor, déjeme ayudarle primero— suplicó Rose. —¡No! ¡Vete… vete a buscarlo!— gritó Camelia presa del pánico. La doncella salió corriendo de la habitación y después de algunos minutos, Camelia tuvo fuerzas para levantarse del piso y sentarse en una silla. Se sentía tan mal que no se atrevió a moverse más. Se quedó sentada, con la cabeza hacia