La mueca burlona de Elon hizo que se le revolviera el estómago Ella bajó del auto. —¡¿Qué malditas cosas quieres?! —¡Oh, señora Masiss, que terrible verla maldiciendo! Ella levantó la mano y él la encaró. —Hágalo, pero recuerde que yo pagó cada bofetada con un beso. Ella bajó la mano, sintió miedo de sus palabras, había algo de descaro en ese hombre, que la hizo retroceder. —¡¿Qué es lo que quieres, Elon?! Él sonrió. —Nada, solo espero, pero, quise ver como estaba, me dijeron que iba tras su marido, pensé que estaba desesperada. Ella arqueó las cejas, miró a los choferes. —¡¿Así que ustedes también son traidores?! ¡Bajen del auto ya mismo! —ordenó Los hombres bajaron atemorizados. —¡Señora…! —Desgraciados, lo sabrá Phoenix, y acabará con ustedes. Los hombres retrocedieron