Capítulo Treinta y tres: Cuando no hay nada que perder

1849 Words

Emily admiraba la habitación de Ada, sintió envidia de ver una habitación tan grande, tan bien decorada. —¡Qué hermosa ropa! —¿Te gusta? Mi tía me ayudó a elegirla. La sonrisa se esfumó del rostro de Emily. —Tú tía tiene buen gusto, ¿Lleva mucho tiempo de casada con tu tío? —Pues, casi todo el tiempo, es que, ella trabajaba lejos de aquí, por eso no estaba con nosotros, pero volvió, ya nunca se irá. —¿Cómo es eso? Pensé que era la madrastra de tu primita. —No, mi tía Athina es la madre real de Miry. —¿Madre real? Emily sintió como un dolor en su estómago. —Debo irme. —Espero que nos podamos saludar en el colegio. —¿Saludarnos? ¡Ada, ahora eres mi mejor amiga! —¡¿En serio?! —Claro, ¡Eso es un bolso Prada! —exclamó perpleja —Sí, mi tía me lo compró. Emily asintió, sonrió.

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