A la hora de comer solía ir a la tienda a comprar un bollo de queso, patatas fritas y un refresco. El sol había salido brevemente, levantándole el ánimo, y cuando salió de nuevo a la acera y la vio, éste se disparó. Ella le saludó y se acercó. Acababa de salir de la tienda y en sus manos llevaba dos bolsas de plástico abultadas, llenas de fruta y verdura. Helen se inclinó hacia él y le besó la mejilla. "¡Hola! Dios mío, ¿te han dejado salir por buen comportamiento?". Él se rió. "No, casi siempre estoy aquí, excepto cuando estoy de servicio". "¿Qué, almuerzas aquí, en el pueblo? ¿No en la escuela?" "Sí, entonces suelo ir a la plaza a leer un poco", se palpó el bolsillo y sacó un ejemplar de La carretera de Cormac McCarthy. "Cuando no llueve". "Ah, sí, el maravilloso clima de Cornualle