La noche siguiente, Ralph decidió salir antes de lo habitual. El cuervo no había tenido muy buen sabor, con muy poca carne recogida de sus huesos. Mo no había participado, como ella había dicho, y cuando después de la cena él le dijo que iba a salir, ella apenas enarcó una ceja, la televisión acaparaba toda su atención. Su confesión de adulterio no cambió nada para él. Durante bastante tiempo, la idea de matar a Mo le había rondado por la cabeza. Siempre se había resistido, pero ahora que había cruzado la línea y se había llevado carne muerta del camino, no parecía un paso tan grande instigar él mismo un asesinato. Mo podía ser la manera perfecta de empezar, de ensuciarse las manos por así decirlo. Había pensado en matar animales, pero matar a un ser humano, y a Mo en particular, era otra