VII

1393 Words
  —¡¿Estás loco?!— Jong Dae sujetó el brazo de Min Seok con mucha fuerza.—¡Eres una vergüenza para tu pueblo!— Lo miró muy enojado. —¡Suéltame!¡No eres nadie para decirme lo que debo hacer  con mi vida!— el más bajo dijo duramente.— ¡Debes conocer tu lugar! —Hyung...— Chan llegó corriendo mientras se ponía frente a su hermano tratando de protegerlo de Jong Dae. —Eres el Príncipe, ambos, los dos, tienen obligaciones para con su pueblo, obligaciones con todos nosotros y tú, tú, Min Seok, acabas de deshonrar la memoria de tus padres.— el más bajo se sorprendió ante la repentina insolencia del capitán al llamarlo por su nombre.— No estoy dispuesto a seguir tratándote como un Príncipe, no lo haré porque te has convertido en un hombre impuro, ya no perteneces a Bakje, ahora eres de Lujan. —¿Q—qué?— Min Seok, no creía lo que escuchaba. —Me llevaré a Chan, él ya es grande, no necesita más de ti, está casi listo para asumir el... —¡Es un niño, es mi hermano, no puedes decirme que te lo llevarás!— sujetó con fuerza al pequeño alejándolo del capitán. —¿Que sucede?— Lujan llegó a paso apresurado tras escuchar los gritos de Min Seok, él tan sólo había ido a cortar un poco de leña. —¡Lujan, Jong Dae está diciendo cosas inapropiadas! ¡Está diciendo mentiras, dice que no puedo volver a Bakje!— Gritó sintiendo toda una mezcla de emociones y sentimientos en su interior, Lujan miró a Jong Dae y no hubieron palabras, ninguno de los dos dijo ni una sola palabra, ¿El porqué? Pues, Jong Dae tenía razón, Min Seok no podía quedarse, no podía volver, había un código entre reinos, uno que decía con claridad que cuando un Príncipe era desposado, éste, debía dejar su Reino para vivir por un año entero en el lugar de origen de su esposo, no podía volver porque acogía el título del Reino de su marido, era un convenio que los myores sabían y sólo pocos jóvenes conocían, por ello, los padres eran quienes arreglaban los matrimonios pero  Lujan nunca se imaginó que Jong Dae haría cumplir aquella tradición a pesar de la situación actual. —¿Podemos hablarlo?— se dirigió hacia el capitán quién tenía una dura expresión.— Danos seis meses, luego de eso, me llevaré a Min Seok. —No, él ahora es tuyo, debe irse, no puedo... —Me necesitas, te ayudaré con todo lo que sé si dejas que nos quedemos por seis meses más... —¿De qué estás hablando Lujan?— Min Seok sujetó su brazo con fuerza haciendo que lo voltee a ver. — Debemos irnos, es la tradición después del matrimonio, él tiene razón, debo llevarte conmigo. —¿Qué?— frunció el ceño.— De acuerdo, Chan ve a alistar tus cosas.— se lo mandó a su hermano pero el forastero tuvo que pararlo. —Él no puede venir con nosotros.— desvió la mirada.— lo siento.— Min Seok negó, él empezó a negar ya que nunca permitiría que lo separarán de su hermano. —¡No, no lo dejaré!— negó con fuerza. —No creí que esto pasaría.— mencionó y Min Seok sacó su cuchillo para apuntar a Jong Dae en el cuello. —Te mataré si me impides llevarme a Chanye...— Lo amenazó pero no pudo hacer mucho cuando Lujan lo alzó en su hombro. — ¿Recuerdas lo que hablamos Príncipe Chan?— el pequeño asintió antes inclinarse para dejar un beso en la mejilla de Min Seok porque siendo el líder que le han enseñado a ser, no lloraría, le daba tristeza, sí, pero sabía que las tradiciones debían seguirse. —Te quiero Hyung, nos vemos en un año, iré por el legado de nuestros padres, lo juro, cuando vuelvas a casa todo estará tranquilo, en paz como antes.— Min Seok lo escuchó con los ojos empapados. —¡Él todavía es un niño!— Lujan acarició el cabello del pequeño pidiéndole que se cuide y que piense en todo lo que le enseñó antes de alejarse con un Príncipe que no dejaba de aruñarlo y pegarle con las piernas.— ¡Chan, volveré por ti!— se le partía el alma pero ya no podía hacer más, ni siquiera lograba zafarse de los brazos de Lujan. :::¥::: —Te odio.— se cruzó de brazos aún encima del hombro de Lujan. —Mientes, me amas.— besó superficialmente su muslo ya que era lo único accesible en aquella posición.— Y soy tu esposo, eres mío por siempre, ¿O no lo recuerdas? —Me arrepiento, ¡Debiste decirme que esto pasaría!— gritó arrepintiéndose en lo más profundo de su corazón haberse fugado cuando le tocaba sus lecciones sobre tratados. —No creí que el capitán de tu Reino se pondría en ese plan de querer hacer cumplir con la ley, él es demasiado estricto. —Es un infeliz, cuando vuelva haré que le corten la lengua.— dijo muy rabioso. —Es su deber, muchas guerras en el pasado se han armado por no cumplir con aquello. —Puede ser, pero tú no eres parte de la realeza de otro Reino por lo que no pasaría nada.— aseguró ganándose un simple sonido de asentimiento.—Ya bájame, no huiré, debo ser pesado. —¿Ves lo asombroso que es tu esposo que te carga por horas sin quejarse?— se rió.— Aunque, a decir verdad, ya no tengo sensibilidad en mi brazo por lo que está bien.— volvió a reírse al recibir un pellizco de su esposo antes de bajarlo.— Te amo.— Lo besó con mucho amor.— Y de nuevo, lo siento, de haber sabido que esto pasaría te habría propuesto casarnos después. Min Seok suspiró viendo la sinceridad en los ojos de Lujan.— ¿A dónde iremos? —A unas horas hay un pueblo, allí cambiaremos nuestras prendas, no quiero que ningún casarecompensa te reconozca.— caminaron de la mano mientras se adentraban hacia el interior de un frondoso bosque.— O podemos vivir aquí.— mencionó sintiendo la paz proveniente de aquel bosque. —Por mí está bien, aunque muriéramos de hambre, está bien.— fue sarcástico ya que aquellos árboles daban la impresión de ser estériles, sin frutos. —De acuerdo, mala idea.— continuaron caminando hasta salir de aquel lugar en medio de pláticas largas e interesantes.— ¿Has escuchado sobre Goguryeo?— soltó en algún momento cuando un silencio se adueñó del momento. —¿El reino más grande y poderoso de todos? Sí, claro, además dijiste que eras un ex soldado de aquel ejército.— continuó mirando todo a su alrededor despreocupado. —Sí pero....— una flecha pasó muy cerca al rostro de Lujan quién pronto aventó al suelo a Min Seok para protegerlo de una que venía directamente en su dirección. Y así, en un parpadear ya se encontraban rodeados por tres hombres, uno de ellos sujetó al Príncipe intentado arrastrarlo hacia una carroza que estaba detrás de varios árboles, entonces, Lujan se rió.— Vaya, tal parece, quieren morir.— le silbó a Kazuma quién apareció rápidamente y sin esperar, se subió en él antes de galopar hacia aquellos hombres y quitarles la cabeza con su espada en un rápido movimeinto de muñeca, incluso al que estaba llevándose a su esposo, aquellos tres, cayeron degollados al suelo mientras el más alto ayudaba a Min Seok, quién tenía el ceño fruncido, subir al caballo. —Lo sé, lo sé, cariño, sé que soy sorprendente e increíble.— si Lujan tenía un defecto, ese, en definitiva, era la de tener un gran ego.— ¿No crees que merezco una recompensa del tamaño de Goguryeo? —Lo que te ganarás es una paliza del tamaño de tu gran bocota, Kazuma está aquí e hiciste que camináramos. —Kazuma es mi compañero y guardia, ¿No viste cómo llegó?— sonrió acariciando a su caballo.—Con una entrada triunfal.— Min Seok rodó los ojos preguntándose cuán loco y zafado de la cabeza estaba su esposo.                
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