Las campanas resonaban por todos lados anunciando el inicio de la ceremonia memorial de los antiguos Reyes quienes fueron asesinados hace más de diez años, el olor a incienso se colaba por los olfatos de los presentes quienes vestían sus mejores prendas cómo Baek, quién lucía la peineta que aquella plebeya le había obsequiado junto a su traje de finos hilos dorados que el Rey se había encargado de elegírselo para él.— Hoy se cumplen once años desde la muerte de mis padres, hoy no sólo los recordamos, sino que también es un día en el que todo el Reino supo que entre nosotros habían traidores cegados de ambición, capaces de asesinar sin remordimiento alguno a dos personas inocentes que lo único que buscaban era lo mejor para todos, incluso para ellos.— Baek abrió ampliamente los ojos, no sabía que los padres del Rey habían sido asesinados, no tenía la menor idea que Bakje había pasado por aquello hace años.
La mirada de Chan era incluso más seria de lo normal, su expresión reflejaba fortaleza, sin embargo, sus ojos decían lo contrario, aquellos mostraban su dolor y tristeza, Chan recuerda aquellas noches que tuvo que pasar fuera, huyendo para salvar su vida, recuerda cómo tuvo que entrenar duro así cómo ver morir a cientos para recuperar su Reino, el alto piensa que aquellas heridas y memorias pasadas le han servido para ser lo que es hoy en día.
La ceremonia siguió su curso hasta que finalizó, Min Seok no asistió cómo era costumbre, él se negaba y Chan respetaba su decisión.— Ya todos se han ido.— Chan meditaba pero declaró aquello al sentir la presencia de un pequeño tras suyo.
—Lo sé.— Baek se acercó y se arrodilló tal y cómo estaba Chan.
—Entonces, ¿Por qué te quedaste?— su respiración era tranquila, su posición relajada y el ligero silencio del templo lo llenaba de paz siendo el lugar perfecto para meditar.
Baek suspiró.— Lo siento.— mencionó sincero.— No sabía que tus padres habían sido asesinados, debió ser difícil para...
—No me tengas lástima.— mencionó cortando la declaración del más bajo.
—No lo hago, mi madre también fue asesinada y sé lo doloroso que es.— él se paró.— Me retiro.
—Entonces, ¿Viniste a buscar consuelo?— Chan también se paró y puso frente al príncipe.
—Eres un idiota.— se volteó decidido a irse pero el Rey se puso frente a él rápidamente y lo paró.— Pero qué...
—Te ves precioso.— acarició la mejilla de Baek.— Aquella peineta resalta tu belleza.
—¿Qué piensas que estás haciendo? ¿Tratas de seducirme?— entonces una idea fugaz se estableció en los pensamientos del príncipe.— Oh, no me digas que Jin ya envió su ultimátum del porqué la boda aún no se ha realizado.
—¿Piensas que soy un títere?— él sujetó la cintura de Baek y lo acercó a su cuerpo bruscamente.
—Lo eres.— el príncipe desafío con la mirada al Rey.— Porque o sino, no estaría aquí.— una vez más las tormentas tomaron posición dentro del pecho del más bajo.
—Tienes razón.— Chan cerró los ojos y aspiró el delicioso aroma del cabello de Baek.— Soy un idiota.
:::¥:::
—Príncipe se lo ruego, deje de hacer eso, seré castigada si alguien ve que usted está limpiando y yo no.— La jovencita ya casi lloraba porque no quería ser azotada, era nueva en el palacio por lo que los rumores que había escuchado le atormentaban, por los pasillos se solían murmurar que el rey era muy sobreprotector con el príncipe por lo que ella no sabía lo que le esperaba si el Rey veía aquella escena, sin embargo, no podía hacer mucho ya que Min Seok se negaba a cualquier ayuda.
—Y yo ya te dije que está bien.— Min Seok tenía un delantal para no ensuciarse mientras fregaba el piso de madera.— Siempre quise intentarlo, se ve interesante, oh, vamos, no me mires así.— él le sonrió ampliamente.
—Príncipe, por favor...
—Despreocúpate, ya mismo termino y podremos ordenar todos aquellos Hanbok juntos ya que tanto te quejas.— él seguía con lo suyo mientras la joven plebeya temblaba.
Los minutos seguían corriendo hasta que la jovencita vio al capitán Choi pasar, por lo que no se le ocurrió mejor idea que...— ¡Capitán Choi!— ella corrió hasta él y lo arrastró hasta la habitación de Min Seok.— El príncipe no quiere dejar de limpiar, por favor, haga algo.— Choi miró hacia dentro observando la concentración del príncipe quién luchaba con sacar una mancha, por lo que se negó.— ¡Se lo suplico!— ella dijo prácticamente desesperada y al borde de las lágrimas.— ¡Se lo ruego!— y justo cuándo estuvo a punto de arrodillarse, Choi suspiró rendido y asintió antes de ingresar.
Min Seok alzó la mirada y lo vio con atención.— Buenos días, capitán Choi.— le sonrió.— ¿A qué se debe su visita?
—El capitán desea que lo acompañe a dar un paseo, príncipe Min Seok.— la muchacha habló suplicando mentalmente a que el príncipe acceda.
El más bajo miró hacia el hombre de la máscara quién asintió.— Oh...— abrió ligeramente la boca.— En ese caso...— lo pensó por un segundo.— Está bien, iré.
—¡Fantástico!— la muchacha se exaltó.— Lo siento.— agachó la mirada haciendo múltiples reverencias antes los dos presentes quienes se miraron entre sí y sonrieron aunque la sonrisa de Choi no era muy notoria que digamos, Min Seok podía verla y apreciarla.
:::¥:::
》》》— ¿Qué haces aquí?— Lujan lo miró sorprendido, no comprendía qué hacia Minho en en su mismo calabozo, el hombre tenía múltiples heridas, toda su ropa estaba ensangrentada.
—Vine por usted príncipe pero, lamentablemente me atraparon, lo lamento.— agachó la mirada.
—No hay nada qué lamentar.— él palmeó su hombro y le ofreció agua, la cual Minho tomó gustoso.— Cuando salgamos le diré a Chan que hiciste lo que pudiste, gracias por venir aunque no era necesario, no quería que otros salieran heridos por la crueldad y avaricia de Jin.
—El rey Chan no sabe que he venido, estoy aquí porque siento que se lo debía, usted ha hecho mucho por mi familia y por mí, gracias príncipe.— Minho hizo una pequeña reverencia.
—No me lo agradezca, capitán Choi Minho, ahora debemos hallar la manera de...
—Nunca nadie ha podido salir de aquí.— una tercera voz resonó, llamando la atención de aquellos dos.— Y menos ustedes quienes están condenados a muerte.》》》
:::¥:::
"Estoy incluso más cerca de lo que te imaginas, capitán Jong Dae, le recomiendo que se cuide hasta de su propia sombra, que los muertos podemos volver de las tinieblas."
—¡Maldición! ¡¿Quién eres maldito?!— gritó enfurecido y alterado, él no tenía la remota idea de quién se trataba, trató de analizar la escritura, sin embargo, no la reconocía.
Jong Dae miró hacia todos lados esperando hallar algo fuera de lo común pero no lo encontró, elevando de aquella manera su frustración, sin darse cuenta, de que un hombre un tanto desfigurado lo miraba con odio y rencor desde lo alto, aquel hombre lo apuntó con una flecha, pero se detuvo ya que sabía que no era el momento de actuar.