Nuestro más Grande Poder

II

—¿Estás loco?— Lujan sacó en brazos del río a un Min Seok que no dejaba de toser.—¡¿Por qué saltaste si no sabes nadar?!

—Cof, cof, cof, pero tú cof, cof, cof sí...— El más bajo esperó a que llegarán a la orilla para bajarse de un salto dejando a Lujan desconcertado.— Cof... ¡¿Quién eres?!— Min Seok volvió a sacar su cuchillo para amenazar al príncipe frente suyo.

—¿Eh?— enarcó una ceja antes de cruzarse de brazos.— ¿Sufriste alguna clase de lesión en la cabeza?

—¡Respon...cof, cof, cof...de!

—Deberías sacarte esa cosa de la cabeza y cara.— señaló la especie de Hiyab que llevaba el príncipe en la cabeza, mientras tanto paso a paso, sigilosamente se acercaba a Min Seok.—O... ¿Tal vez esperas que te la quite yo?

—¡No te... cof, cof acerques!— El muchacho de bellos ojos empezó a toser a más no poder por lo que únicamente destapó su nariz y boca pudiendo de esa manera toser y respirar adecuadamente.

— ¿Ves que así es mejor?— Lujan dijo aquello pudiendo apreciar de mejor manera el rostro del contrario.—¿Acaso eres de la realeza?

—¿Por qué preguntas? ¡¿También buscas las monedas de oro?!

—Si las quisiera, no te habría salvado, sólo hubiera esperado a que te ahogues para recoger tu cuerpo y cobrar la recompensa.— él hizo una mueca forzada.— Soy un simple forastero de... paz.— quería reirse ya que él era cualquier cosa menos pacífico.—..y tú eres demasiado complicado, es una pena porque realmente eres muy hermoso, ¿Tal vez eres un elegido?— Min Seok iba abrir la boca pero el más alto lo interrumpió.— Aunque lo dudo, los "marcados" suelen ser tiernos y dulces.

—¿Cómo sabes eso?— El príncipe de Bakje lo miró curioso, sin poder evitar sentir un revolotear en el estómago por las palabras de Lujan, ya que es la primera vez que escucha a alguien decirle que es hermoso, tal vez nadie se lo decía en su palacio porque debían mantener su distancia y educación hacia su persona, o tal vez, simplemente, nadie lo consideraba apuesto.

—Mi hermano es uno, y déjame decirte que es lo opuesto a ti.— Min Seok entrecerró los ojos.—Él es una cajita de ternura.

—Espero que nunca ofrezcan trecientas monedas de oro por su cabeza.— se aproximó al río para escurrir sus prendas sin retirarse el Hiyab  que ahora se encontraba únicamente tapando su cuello.— Y no soy un marcado.

Lujan se sintió mal ya que a él no le gustaría que algo así sucediera con Baek por lo que optó por cambiar de tema.— Con lo referente a lo último, es un alivio.

—¿Qué cosa?

—Ya sabes, que no seas un elegido porque o sino tendrías que ser desposado por algún rey...— dijo mirando de reojo la expresión desencajada de Min Seok.

—¿P—Por qué?

—¿No sabes? Bueno, supongo que no, ya que no es tu caso pero, para tu conocimiento, los elegidos deben casarse con reyes o príncipes para que la familia Real conserven su gloria con las futuras generaciones.— Min Seok tragó duro.—¿Realmente no lo sabías?— él negó de inmediato con la mirada desorbitada.

—¡Hyungggggg!

—¡Príncipe Min Seok!— Jong Dae corrió hacia ellos y...

—¡Jong Dae, nooooooooooo!— el más bajo gritó al ver a Lujan en el suelo inconsciente con la nariz sangrándole.—¡Él me ayudó!— el capitán de la armada de su Reino retrocedió unos pasos con la cabeza agachada

—Lo siento, príncipe, creí que le estaba atacando.— se disculpó recibiendo un pequeño regaño del más pequeño de todos, del príncipe Chan.

—Jong Dae, debes recapacitar sobre tus accioniones, así que no tomarás leche hasta que lo hayas hecho.— el más alto asintió sin chistar ante su futuro rey.

—Está bien príncipe pero, ¿Me permite llevar a este hombre a la cueva para curarlo?

El Príncipe Chan ladeó su cabeza y asintió.—Sí.

:::¥:::

Min Seok estaba demasiado cerca de Lujan, él realmente lo estaba, mojó un paño y con delicadeza empezó a delinear el contorno de su rostro quitando todo rastro de suciedad, lo pasó por sus párpados y cuello, el hombre tenía unas bellas y toscas facciones, su piel estaba un tanto bronceada, por el sol quizá o tal vez por sus días de batalla, Min Seok no sabe nada sobre aquel forastero pero puede asumir por sus manos callosas que ha usado mucho la espada, ya que su padre solía tener las manos parecidas a las del más alto, el Príncipe de Bakje no sabe como manejar una, a él nunca le enseñaron, él toda su vida fue cuidado como una hermosa flor de lotto, decían que era frágil y que debía ayudar en la casa pasando por alto sus múltiples quejas, todos solían cuidarlo únicamente por haber nacido con aquella bendita marca que a él no le gustaba lucir porque la consideraba una maldición.—M—Min...seok...— Lujan susurró y el más bajo se separó de golpe, sin embargo, su mano se vio apresada por la mano de aquel forastero.

—¿Qué quieres?— lo miró rodando los ojos.— Susurras mi nombre, sin embargo, anoche susurrabas el nombre de otro.

—Vaya, y tal parece haz estado demasiado cerca para escucharme.— la expresión del más bajo se tensó y tenía que actuar rápido si no quería que su corazón se paralizara por el fuerte palpitar que estaba ejerciendo en su interior.

—¡Hola...!— el pequeño Chan llegó corriendo y de inmediato rompió la atmósfera entre ellos.— Mi nombre es Chan, el futuro rey de...— su hermano le tapó la boca de inmediato.

— Lo siento, creí que estabas atacando al Príncipe Min Seok.— Jong Dae se disculpó ni bien llegó.—¿Ya te encuentras bien?

—Si digo que sí, ¿Me dejarán sólo en esta cueva?

—Debemos irnos, estamos retrasados medio día.— el capitán habló hacia Min Seok quién tras empuñar la mano de su hermano asintió.

—Vámonos...

—¡Adiós, forastero!— el pequeño agitó su mano despidiéndose mientras era llevado de la mano por su hermano, quién se alejó sin voltear a ver ni una sola vez a Lujan.

Los tres se fueron dejando a Lujan solo con su caballo.—¿También lo viste Kazuma?— habló hacia el único ser vivo junto a él.— Incluso el capitán se despidió pero Min Seok no volteó ni una sola vez.— bufó al aire antes de volver acostarse para descansar cerrando los ojos.— Por eso nunca te fijes en alguien que tenga bellos ojos, son los peores, primero te atraen con su mirada y luego te abandonan como si nada.— continuaba quejándose solo en aquella cueva.