Me encuentro frente al señor Fiore que me observa como si estuviese analizándome mientras una sonrisa se forma en sus finos labios, lo que me pone realmente nerviosa, la puerta vuelve a abrirse y entra el arrogante y pedante Adam Fiore. Se sienta junto a mi y me mira de una forma tan soberbia y con una sonrisa ladina que desearía borra de un golpe.
—Bien ¿quien me dirá que fue ese escándalo en pleno lobby? — pregunta un tanto serio pero ambos estamos callados mirando hacia el frente — vamos.. somos adultos y podemos resolver esto charlando civilizadamente — dice cruzándose de brazos y apoyándolos en el escritorio
—Señor yo..— soy interrumpida
—Lo qué pasó padre es que esta.. señorita no respeta su lugar y holgazanea ganando que los demás empleados sigan su ejemplo — dice interrumpiéndome y es la gota de agua que derrama mi vaso de paciencia
—¿¡QUE!? No lo puedo creer. Mire.. señor —utilizo el mismo tono despectivo que uso él anteriormente — que usted no sepa el significado de trabajo en equipo no es culpa mía. Ya le dije que estábamos dándonos concejos y tips para mejorar nuestra atención al público, si bien tuvimos una semana de capacitación nunca esta de más ayudarnos mutuamente y no permitiré que su arrogancia y su supuesta superioridad venga a ensuciar nuestro trabajo y sacrificio sobre todo porque estamos en periodo de prueba y su comentario malintencionado puede jugarnos en contra — me levanto bruscamente de la silla — si usted tiene algún problema con respecto a mi desempeño me llama y me lo dice aparte ya que así es como se comporta un verdadero jefe..—ambos me miran perplejos por mi exagerada reacción pero es que realmente su actitud de niño rico mandon ya la conozco y no voy a aguantar malos tratos y menos si no lo merecemos
—Por favor señorita Portman, tome asiento — dice el señor Fiore en tono calmado y noto algo de diversión en su rostro
—Papá, ¿Como puedes..?
—Retírate Adam, luego hablamos tú y yo
—Espero que tomes una buena decisión y la despidas, no pretendo tener una muchachita irrespetuosa en mi hotel — suelta y cuando voy a responderle un gesto por parte del señor me detiene
—Sólo retírate — dice aún calmado.
Respiro profundo y me cruzo de brazos, se que he perdido el trabajo y no me importa, jamás dejaría que nadie ni por más dinero que tenga me trate de esta forma. Observó al señor Arturo que me mira nuevamente con esa sonrisa divertida lo que me desconcierta un poco, luego baja la mirada a un papel que tiene sobre la mesa y lo lee minuziosamente
—Señorita Portman, 23 años, está en el último año de la carrera de finanzas y eres políglota. —me mira — Vaya tienes potencial. — vuelve su vista a la hoja — dime ¿qué idiomas hablas? Aquí no especifica
—Bueno, inglés es mi idioma natal, español hablo gracias a mi madre que es Argentina y también hablo francés e italiano fluido. Me desenvuelvo un poco también con el alemán, pero sólo un poco. — digo orgullosa, desde niña ame los idiomas y tuve la suerte de que mi madre me haya apoyado siempre
—¿Italiano? Vaya, ya me agradas — sonríe— ¿Sabes que somos de Italia nosotros? — dice sonriente lo que me desconcierta ya que estoy aquí para hablar del problema que tuve con su hijo en medio del lobby del hotel
—Lo supuse ya que el apellido es de allí. Me disculpara usted pero quiero saber que pasará de ahora en más ¿me despedirá? Porque si es así tendré que irme a buscar otro trabajo, tengo una niña que mantener — digo mirándolo fijo
—¿tienes una hija? — pregunta sorprendido y es cuando me doy cuenta quien metí la pata hasta el fondo
—S.si tiene cinco años
—¿Porque no lo especifica aquí?
—La mayoría de los empleos me han rechazado por tener una hija como si eso fuera un pecado. Por eso decidí no decirlo, realmente ella no representa ningún contratiempo ya que tengo a mi amiga que la cuida cuando estoy ocupada
—Vaya, eres muy joven.
—Lo sé, todos me lo repiten. Quede embarazada cuando tenía 17 y la tuve cuando cumplí los 18. Pero jamás me arrepentiré de haberla tenido, es mi cable a tierra y vivo gracias a ella — sonrió pensando en los ojitos verdes de mi pequeño terremoto, daría todo por mi pequeña y si so me hace perder el trabajo no me importa.
—Bueno, tienes que ponerla para que podamos ponerla en el seguro — dice sonriendo — es admirable como hablas de tu niña, yo tuve a Adam cuando tenía 23 y casi muero de un infarto al ver lo que era tener que cuidar a un ser tan pequeño — yo río por sus gestos — mira, te daré nuevamente una oportunidad, no sólo por tu capacidad, sino porque me gusto la forma en la que pusiste en su lugar a mi hijo, el necesita a alguien que lo tenga sujeto de la correa, se que aveces puede ser un tanto.. arrogante, pero es un buen chico solo que le falta más empatía, pero lo que no puedo permitir es que vuelvan a armar un show como el de hace rato
—No se preocupe señor, prometo que no volverá a pasar— pienso un segundo — por lo menos no en medio del lobby
—Bien — sonríe — ya está todo dicho, vuelve a tu lugar y cualquier problema me hablas o hablas con Tom, el gerente general
—De acuerdo señor, gracias por darme una oportunidad más. Con su permiso, me retiro — digo saliendo por la puerta
Voy caminado por el largo pasillo y me cruzo al antipático de Adam que me mira con superioridad que se dirige a la oficina de su padre y juraría que creyó que me despidieron por lo que sonrió con suficiencia lo que provoca que me mire frunciendo sus perfecta y pobladas cejas. Llego a mi lugar de trabajo donde se encuentran unas pálidas y serias chicas que cuando me ven enseguida se acercan a mi y me preguntan cómo estoy a lo que les respondo que bien, me dieron un pequeño sermón pero por suerte no pasó a mayores lo que las hace suspirar aliviadas, ambas creían que me habían despedido, sonrió al ver su preocupación por mi.
El día pasa y la hora de salida llego. Karen se ofrece a llevarnos como en los últimos días y vamos en su coche charlando de banalidades, dejamos primero a Candela y luego seguimos camino hasta mi casa, suspiro agotada sin darme cuenta provocando que Karen voltee a verme preocupada
—¿Estás bien?
—Si, sólo fue un día largo. Se me hará difícil poder conseguir el puesto si el hijo del señor Fiore se hará responsable del hotel
—No te preocupes, eres muy buena, no te despedirán sin motivos
—Eso espero. Necesito un trabajo estable para poder terminar mi último año de carrera y poder darle una vida estable a mi hija — digo ganándome una cara de sorpresa de parte de Karen. Nadie en el trabajo sabe que tengo una niña
—¡Por dios! ¿tienes una hija?— pregunta sorprendida
—Sí, tiene cinco años y antes de que lo digas si, la tuve siendo muy joven
—No lo digo por eso. Me gustaría conocerla, yo tengo una sobrina de seis años, podríamos salir al parque cuando tengamos tiempo — dice muy sonriente. Realmente es una chica muy dulce y contagia felicidad por lo que acepto rápidamente y cuando llego a mi casa me despido de ella. Al entrar por la puerta de mi departamento Emily me ve y corre hacia mi
—Mamitaaaa — salta a mis brazos
—Hola princesa de mamá ¿cómo estás? — pregunto llenándola de besos haciendo que ría
—Bien, hoy la tía me ayudo a pintad mi libro — sonrie — ¿quiedes que te lo mueste?
—Por supuesto, bebe.— se baja de mis brazos y se para con los suyos en ambos lados de la cintura
—Ya te dije que no soy bebé, ya tengo cinco años — dice mostrándome sus pequeños deditos
—Tienes razón, ya eres toda una pequeña y hermosa señorita — la beso por todos lados nuevamente mientras mi hermosa mejor amiga se acerca a nosotras y juntas atacamos con cosquillas a mi pequeña
—No, no. Tostillitas no — dice retorciéndose bajo nuestras manos. Después de unos segundos la dejamos en paz y sale corriendo al baño gritando que se hace pis. Por mi parte sonrió mientras abrazo a mi amiga quien me devuelve el abrazo logrando que todo el estrés que pase hoy desaparezca. Estas dos mujeres son mi vida entera.
Pasamos la tarde viendo películas hasta que Laura tuvo que irse a la universidad, esta cursando en el turno nocturno para poder cuidar por la mañana a Emily. Cuando termina la película le doy un baño a mi princesa y le cocino su comida favorita
—¡Paguetti! — dice sonriendo mientras la siento en la silla junto a la mía
—Si mi amor, ahora comete todo para que puedas ser una niña grande y fuerte — sin tener que decírselo dos veces comienza a comer feliz. Para ser tan pequeña es una niña muy educada, ordenada e inteligente.
Luego de comer y cepillarnos los dientes nos acostamos en mi cama a dormir abrazadas, no hay momento más feliz en mi vida que esté, donde estoy compartiendo cada etapa de su vida. Hace más o menos un año mi princesa comenzó a preguntar por su padre y como toda mujer madura que no soy, entro en crisis y escapó de sus preguntas, lo he buscado para saber de él y tener la opción de algún día decirle a mi pequeña quien es su padre pero no averigüe mucho, sólo que es el dueño del antro donde lo conocí, jamás lo volví a ver y los pocos recuerdos que tengo de él son de su cuerpo y nada certero en realidad ya que estaba un poco bastante ebria.
En la mañana siguiente despierto y estoy sola en la cama por lo que salgo de la habitación y me dirijo a la cocina donde se encuentran mis mujeres haciendo el desayuno. Desearía decir que Emily estaba cubierta de harina pero en este caso era Laura
—Oh por Dios.. mira tu cabello — río al ver la cantidad de harina que cae por su larga melena
—Lo se, no me lo digas. Me agache para buscar algo bajo la mesada y se me callo el recipiente que llevaba la harina
—La tía es todpe— rie mi niña
—Oye mocosa ¿quieres Wafles? - Emily asiente emocionada - entonces no te rías de la tía
Ayudó a hacer el desayuno y luego me preparo para otro día de trabajo.
***
Llego sobre la hora al hotel por lo que entro casi que corriendo cuando me choco con la persona más encantadora del mundo (Nótese mi sarcasmo) provocando que caiga de culo al piso.
—Auch — digo mientras voy parándome nuevamente
—Fíjate por donde vas. No corras. Y llegas tarde — dice mirándome desde arriba con sus malditas gafas y con sus manos en los bolsillos, decido ignorar lo que acaba de decir y saludo cordial pero fría
—Buenos días — camino por su lado para ir al cuarto de empleados a ponerme mi uniforme de trabajo.
—Lo era hasta recién. — dice y paro en seco.
—Lo mismo digo — susurro y me voy. Trato yo juro que trato de no mandarlo a la mierda pero este tipo no ayuda. Recuerdo que tengo que conseguir este empleo por lo que opto por irme antes de mandarlo a la china sin boleto de regreso.