—No sé de lo que hablas —miré mis zapatos y bajé la voz. —Claro que sabes, nos hemos dado cuenta —la chica se cruzó de brazos y dijo orgullosa. —¿De qué? ¿Qué ustedes están medio fumaditas con algo? —bromeé, cambiando de tema. —¿Qué? —sonó su voz alterada—. ¡Claro que no! No cambies el tema, tonto, sabes a lo que me refiero —hizo una pausa—. Te gusta Miranda. —¿De dónde sacas esas cosas tan absurdas? —me reí fingiendo mi nerviosismo. ¿Cómo es que se dan cuenta esas mujeres? 23 años perfeccionando el arte de mentir y ellas me descubrían en un santiamén. —Lo saqué de la manera en que la miras y la complaces. Te la devoras con la mirada también, no intentes negarlo, no te servirá. Me quedé callado unos instantes. La miré unos instantes sin decir nada. Me había descubierto, pero no p