Aarón
Bipolaridad, es lo que define a la rubia que ahora camina con cuatro tazas de café en su mano y una gran sonrisa en su rostro, lleva ropa normal, un jean ajustado, básica negra y campera de cuero, con sus lentes de sol.
Ron sonrió con los brazos cruzados y besó su frente mientras ella dejaba uno de los cafés en su mano.
— Doble para ti —habló con dulzura.
— Gracias —sonrió —Lo necesito para lo que viene —dio un trago.
— ¿Cómo está la tía? —su boca se ensancho más.
— Bien, todo bien —Denis siguió caminando.
— Eso es bueno, mañana iré de visita —su voz era suave, nada comparado con el día anterior.
— Eso nos encantaría.
Abrí la boca un poco, no era la chica que vi ayer, no la era la que me lleno de tierra o le rompió la nariz al idiota de Dylan, no, ella se veía dulce, tierna y accesible, cómo cuando era chica.
— Cole —volvió a sonreír mientras caminaba hasta un castaño.
— Pequeña Den —arqueo una ceja mientras él toma las tazas de café y la abraza con su brazo libre —¿Cómo está mi rubia favorita? —bien, yo le digo rubia y me manda a fregar.
— Soy la única rubia de tu vida —sonrió coqueta.
Arcadas, arcadas.
— Sabes que si —beso su mejilla. —¿Por qué tanto café? —miro los envases
— Uno es para ti —volvió a tomar los envases —Este es para ti Maggie —miro a mi mano derecha.
— Gracias Denis eres una genio —sonrió —Si Cole no te reclama al medio día, podemos almorzar —el imbécil de Cole negó.
— Es mía —bufé y me miraron.
— Lo siento pensé que las novelas empezaban a las tres —Ron sonrió de lado —Digo, por lo cursi —Denis arqueo una ceja.
— Qué te falté amor no es nuestro problema Aarón —sonreí ladino.
— Tengo mucho amor en mi vida —movió la mano y miro de nuevo a Cole.
— Almuerzo con Mag, mañana comemos juntos —suspiro.
— Está bien —negué.
— De hecho, no almuerzas con nadie, nos vamos —señale a Ron —Lo siento chicos, me la llevo. —Denis me observo confusa.
— ¿A dónde? —observo a su tío.
— Tienen un caso, todos, aunque ustedes dos van a la escena, necesito que hagan todo bien y son los mejores para ello, además les recuerdo que son un equipo —cruzo los brazos —Por cierto, tus cosas —miro a la rubia —ya fueron enviadas a su oficina. —me señalo.
— ¡¿Qué?! —gruñí —Ron, te pedí mi espacio por algo —lo miré ignorando a los demás.
— Lo sé, pero es necesario, te anulas de los demás, además será más complicado que lleguen a ti, si te toman pueden entrar a las armas nucleares de todo el mundo y lo saben, eres el único que tiene los códigos —cerré los ojos.
— Trataron una vez y no pudieron, créeme no lo sacaran de mí mientras este con vida —me miro severo.
— Tienes que seguir con vida Aarón, tú trabajo maneja toda la seguridad de América, así que discúlpame, pero no, no puedes volver a estar solo.
Iba a quejarme y maldecir, en lugar de eso simplemente me fui a mi oficina, me pondría a trabajar en el sistema nuevo de seguridad, las identificaciones y nuevos códigos, no se repetiría lo que me pasó.
Me senté en mi lugar observando las cosas de Denisse del otro lado, me lo había imaginado más rosa, teniendo en cuenta su cuarto de niña y la forma en la que siempre andaba vestida, supuso que seguiría con el rosa en toda su versión, pero no, todo era bastante básico y monótono, como yo.
Junté mis cejas y me metí en el programa, tenía una pequeña traba, más bien uno de los códigos no funcionaba como quería, pues terminaba dando un pequeño fallo para todo lo demás, estaba metido en mi mundo mientras la música baja sonaba, no fue hasta que algo me pico la costilla que volví a la realidad.
— Auch —junté mis cejas y giré —¿Qué te pasa? —sus ojos celestes me observaron.
— Te traje desayuno —estiró una taza de café.
— ¿Tiene algo? ¿Laxante? ¿Veneno? —rodó los ojos.
— No Aarón, solo sé que te concentras tanto que no desayunas —me quede confundido —Café con leche, más café que leche y tiene un poco de canela —sonreí.
— Vaya, gracias —tomo su bolso y saco una bolsa.
— Entrega especial —tiro el paquete en mi dirección.
— ¿Son bollitos de canela? —afirmó. —Vaya, la última vez que comí esto fue cuando me los lleve de tu casa hace años —lo saque y mordí —Ethan sigue teniendo el toque —sonrío.
— Sí, lo sigue teniendo —bebió su café.
— Toma, come —saco uno mientras miraba mi pantalla.
— ¿En qué trabajas? —mire donde ella miraba.
— Un nuevo protocolo de seguridad, es una versión mejorada que él de mi familia, tiene más... —junte mis cejas —En realidad, estoy tratando de que no se parezca en nada, pero supongo que lo tengo tan incorporado que fallo —me tire hacía atrás.
— Bueno, pero ¿Qué es exactamente lo que quieres hacer? —camino y tomo su silla.
— Estoy tratando que el cogido de las tarjetas solo les den acceso a unos sectores, por ejemplo, el personal nuevo tiene acceso a este sector, quienes trabajen desde hace un tiempo a otros y así, pero quiero que también tengan que usarla para pasar a cada lugar, lo que dejara una base de datos en un sistema principal con el recorrido que hace cada trabajador, lo mismo para los empleados, es importante saber que hacen, siempre se puede tener un infiltrado —se inclinó.
— Quizás lo que deberías hacer es generar los códigos para los sectores primarios, por ejemplo, eres nuevo solo limpias la planta donde esta lo administrativo y los baños del primer piso, podrías juntarlo con el código del ascensor, hacer que cuando pase la tarjeta lo lleve al piso correcto —la mire.
Su cuerpo estaba muy cerca del mío, sus ojos estaban clavados en la pantalla mientras señalaba con su mano izquierda, estaba explicando todo, hablando de códigos, números y algoritmos y yo solo la miraba, porque no podía entender como sabía tanto, como es que había aprendido tanto porque en el instituto no te enseñaban esas cosas, no, solo veías cosas como disparar, entrenamiento físico y tácticas para descubrir a los delincuentes, esto era programación, análisis de sistemas.
— Vaya, quién lo diría, eres inteligente —hable en voz alta y se calló.
— ¿Es en serio? —sus ojos se llenaron de enojo —Eres un idiota Aarón, ¿tú también? Es una maldita broma —se paró.
— ¿Qué te pasa? ¿Estás loca? —la miré sin comprender.
— Yo loca —se señaló —Pones en duda mi capacidad intelectual ¿Por qué? ¿Por qué soy rubia? ¿Otra vez? —negó —Traté, vine dispuesta a hacer las paces contigo, dije, éramos chicos, fue un comentario desafortunado, ahora sé que no es así, simplemente eres un idiota y siempre lo serás, arregla tu maldito programa solo —se alejó para su computadora.
— ¿Qué diablos te pasa? —me gire —Joder, estas loca, desquiciada, es parte de tu personalidad… la demencia —apretó los dientes.
— Quieres ver que tan loca y molesta puedo ser —se acercó.
— Quieta ahí, mi espacio —sonrió maliciosa.
— Oh, el nene tiene miedo que lo toquen —me pico la costilla.
— ¿Qué haces? ¡Basta! —siguió picando una y otra vez. —Joder, para.
— No, no paro, desde hoy haré de tu vida un infierno Aarón, quieres ser un imbécil, bueno, yo seré tu maldito dolor de cabeza —se acercó de nuevo y me alejé.
— ¿Quieres jugar así? —la observe igual de malicioso. —Jugaremos así, vas a rogarle a Ron cambiar de lugar —sonrió.
— Tú rogarás Aarón.
La puerta se abrió, pero ninguno bajo la guardia, no mirábamos como si quisiéramos acabar con la vida del otro, dispuestos a joder su existencia, estábamos en esto, acabábamos de plantear un maldito juego de poder, uno de los iba a rendirse y no iba a ser yo, jamás sería yo.
— ¿Se van a besar o se mataran? —Ron habló, pero seguíamos mirándonos.
— Ni loca lo beso —hizo una cara de asco.
— Eso debería hacerlo yo —mire a mi amigo que se reía.
— Bueno, no pueden morir, son mis mejores agentes —mire de reojo a la rubia. —Ahora si ya terminaron de odiarse —rodé los ojos.
— ¿Qué hay que hacer? —consultó ella.
Bien al menos se concentraba en lo importante, eso era bueno, no quería un holgazán cómo compañero, me gustaba hacer las cosas bien.
— Tenemos la data de que Braga está en la ciudad, nuestro informante nos dio la dirección de su casa, tenemos la orden del juez, su trabajo es apresarlo, encontrar la bóveda secreta y entrar en ella, necesitamos saber si ahí se encuentra el cargamento o que esconde, al parecer hay varias puertas secretas, necesito que encuentren algo o cerrarán el caso. —junte mis cejas.
— Pero hablamos de la banda más grande de narcotráfico —cruce mis brazos —No pueden cancelar eso sería un grave error —Ron afirmó.
— Lo sé Aarón, pero no ha habido avances en años, se archivará.
— No lo harán —Denis parecía convencida. —Encontraremos lo que necesitamos.
— Bien, el equipo está preparado, pónganse sus uniformes y salgan.
Se fue y Denis lo siguió, la mire caminar tenía que tenerla vigilada, sabía que era capaz de hacer cualquier cosa, conocí a la hermana de Ron, a su mujer y a Julieta, ella ahora tenía el carácter de su madre, la había entrenado bien, aunque pensé que se dedicaría a los hoteles o la gastronomía como sus padres, sin embargo, salió del pueblo, se vino acá y ahora es un agente.
— Ya no es la dulce nena —sonreí.
La realidad es que de niña no tenía nada, ella había crecido, era una mujer y tenía un gran carácter, mucho carácter, ahora tenía las orejas perforadas y cuatro aros en cada una de ellas, se había formado y la verdad llamaba mucho la atención.
Entre en los vestidores, todos se estaban preparando así que hice lo mismo, coloque me chaleco, puse mi placa y mire la foto con mi familia pegada en la puerta se mi locker, solo salía con mis hermanas y padres, tenía otro sola con Maze y otra con todos mis sobrinos y ahijados, era lo que siempre veía antes de ir a una misión.
Giré y encontré a Denis mirando, desvío su rostro a otro lado y sonreí por lo graciosa que se veía haciéndose la tonta.
Salimos veinte minutos después, todos estaban preparados, baje y busque el auto, Denis apareció y me frené frente a ella. Me miro y suspiro antes de rodear el coche y sentarse.
Arranqué y fui a la dirección que me indicaron, ella iba con la vista fija en su tableta, quería preguntar que veía, quizás ver yo también.
— ¿Tienes hijos? —su voz me sacó de mis pensamientos.
— ¿Qué? —me quedé confuso.
— Hijos, ¿tienes hijos? —negué.
— Para tener hijos tendría que tener una mujer, pareja o alquilar un vientre, seguramente lo último, que una mujer me toque o alguien lo haga —sacudí la cabeza. —No, gracias.
— Vaya —miro fuera —Supongo que tiene lógica, sin embargo, dejas que tú familiares te toquen —no la mire.
— Solo algunos, no todos y cuando yo quiero, siempre es cuando yo quiero o dónde me parece a mí —su rostro se giró.
— ¿Cómo haces en el sexo? —abrí la boca y la cerré. —¿Has tenido sexo? —tome aire.
— ¿Lo has tenido tú? —frené en el semáforo y la mire.
— Es una pregunta personal —chasqueo la lengua.
— Exacto, es una pregunta muy personal —rodó los ojos.
— Entendí. —volví a arrancar. —Sin embargo… —suspiré —no creo que exista mujer que te aguante para acostarse contigo.
— Ni hombre que te soporté a ti —sonreí.
— ¿Y si me gustan las mujeres? —oh quería ganar.
— No es cierto, te vi mirarme y mirar a varios de nosotros, te sientes atraída por el sexo opuesto —subió sus cejas.
— No me gustas —suspiré.
— No dije que yo te gustará, pero tendemos a ver lo que nos atrae —entrecerró sus ojos.
— Y a ti ¿te atraen hombres o mujeres? —subí mis hombros.
— ¿Quieres saber que me gusta? —afirmó —Las mujeres.
Era la respuesta más cercana, no miraba hombres, no parecían atractivos, pero si las mujeres, podía mirar mujeres por más que no las quisiera cerca, ese era el karma de mi madre, su único hijo varón seguía soltero, sin amor, no había conocido ninguna chica, ni experimentado lo que mi padre había experimentado con nadie.
Tenía veinticinco años y lo máximo que hice fue besar a una mujer mientras estaba de encubierto, o mi compañera en la adolescencia, la primera me saco las amígdalas, la segunda fue agradable, al menos conserve parte de mis glándulas.
Estacionamos cerca de la casa y nos bajamos, Denis amarró su cabello, se fijó dónde estaba su arma y se acercó a la puerta, levantó la mano en un puño y me miró.
— Deberíamos separar dos grupos, uno atrás y el otro por la parte delantera —mire la zona.
El césped estaba recién cortado, cuidado, pero tenía leves partes levantadas, había un perro de eso no había dudas, lo más probable que entrenado, no lo haría fácil y alguno de los hombres saldría lastimado, negué y señale el pasto.
— Hay un perro —miró el césped —Lo más probable es que esté entrenado, los atacara —pensar en que la muerda a ella me inquieta.
— Bien, entonces —señaló la entrada.
— Por aquí. —mire a todos —Posición de águila, tú vas a tras conmigo, grupo uno —señale —Entran primero. —se acomodaron —Ya.
Rompieron la puerta y los disparos comenzaron, los primeros tenían casco y escudo, pegue a Denis a mi costado cuando se corrieron, su cabeza se agachó mientras se volvían a mover. Se movió y disparó varias veces, en cada una de ellas le dio a alguien.
Los ladridos retumbaron, tres perros aparecieron soltando baba, me acomode derecho y los mire.
— Sitzt —se frenaron.
— Duncan, Trevor, Roger —grito el hombre que estaba en el piso.
— Hinlegen —los perros se acostaron —Eso es —saqué unas galletas que recogí de la mesa. —Gute Hunde —les di la comida.
— ¿Sabes alemán? —consulto Denis.
— Se varios idiomas —recorrí la sala hasta dar con una pecera.
— Malditos puercos, los matare a todos —hablo en portugués.
— Puedes intentarlo —respondí en el mismo idioma —Mira —le hablé a Denis —Una serpiente. —hizo una mueca.
— Es de las venenosas —se alejó —Una cascabel. —se sacudió.
— ¿Tiene nombre? —miré al hombre en el piso, pero no me respondió —¿No? —la volví a mirar. —Te llamare Paris —sonreí mirando la cosa larga, delgada y llena de veneno —Es el nombre perfecto.
— ¿Cómo la ciudad? —pregunto la rubia.
— Sí, claro, como la ciudad —la imagen de la ex de mi tío llego —Aunque es más como una modelo delgada y siliconada —mire a Den —Mi tío solía follársela. —comenzó a reír y la imite.
— París parece un buen nombre.
Sus dientes blancos asomaron llamando la atención de todos, Denis era una distracción para el equipo, pero era agradable tenerla.