Por la noche, en el estudio de Joseph.
—Señor, este es el asunto. El médico ha dicho que es muy peligroso para Joe que la joven siga pegándole. ¿Quiere recordarle a la señorita y pedirle que se controle?
Joseph negó con la cabeza sin poder evitarlo —Pídele a Nicole que venga aquí.
—La joven no ha vuelto todavía.
—¿Dónde ha ido?
—Se fue de compras con la señorita Rose, diciendo que pasará la noche con su familia.
Joseph sacudió la cabeza con tristeza: —Cada vez es más rebelde.
—Señor, creo que debemos ayudar al joven a fortalecer su autoridad. Mientras el joven tenga prestigio, la joven naturalmente lo tomará de otra manera.
—¿Te refieres a dejar que ocupe un puesto en la empresa?
—No, si se le permite trabajar, por muy bueno que sea, la señorita pensará que se está ocupando de él. Es mejor dejar que el señor haga algo por sí mismo. Cuando tenga éxito, la señorita se convencerá.
José asintió. —Sí, eso suena razonable. Así que déjame preguntarle qué le interesa y luego veré si hay un proyecto adecuado para él.
—Sí, Señor.
—¿Y Barret? Que no se entere de que te estoy haciendo cercano a él.
Barret sonrió con ganas —No se preocupe, Señor, llevo muchos años con usted. ¿Cómo no voy a saberlo?
—Siempre pienso demasiado desde que Joe volvió.
—Está preocupado por él. Después de todo, el joven es su nieto.
—Sí, por fin está en casa. Eso es lo más importante. En cuanto a otras cosas, puede tomarse su tiempo.
—Entonces hablaré con el joven ahora.
Después de un rato, Barret encontró a Joe en el jardín trasero. Él estaba sentado en la mecedora mirando las estrellas en el cielo.
—Joven, ¿está usted de mal humor?
Tal vez porque Joe estaba demasiado absorto mirando las estrellas, se sorprendió cuando escuchó a alguien hablar
—¡Barret, me has asustado!
—Lo siento, joven. Camino ligero.
Joe agitó la mano ante la disculpa.
—¿Todavía le duele?
—No, me siento mucho mejor.
—¡Cuando se encuentre con esta situación en el futuro, debería esconderse! O cubrirse.
Joe se sintió furioso ante las palabras de Barret —¡No me casé con ella para convertirme en su saco de boxeo personal! Ella realmente es el diablo Barret. Primero me confundió llamándome 'cariño', y luego me dio varias patadas, ¡en público! No sé de qué bastardo aprendió esto.
Barret sonrió avergonzado —Lo siento, soy el bastardo.
—¿Qué?
—Yo le enseñé a la joven estos trucos. Le dije que no se apresurara a resistirse cuando estuviera en peligro. Primero, confundir al atacante, y luego darle una patada en el momento adecuado. Este truco puede hacer que un hombre pierda su capacidad de resistencia en un instante.
Joe miró a Barret con fastidio —¿Puedes enseñarle algo bueno?
—Me preocupa que se encuentre con gente mala y cuando lo haga, debería ser capaz de defenderse.
—Ella no se encontró con gente mala, pero casi me patea hasta la infertilidad.
—La culpa es mía, joven, le pido sinceras disculpas.
—Olvídalo. De todos modos, mantendré una distancia de dos metros de ella a partir de ahora, para que no pueda ni siquiera patearme si quiere.
—Es una buena idea.
—¿Hay algo más de lo que quieras hablar?
—Sí. ¿Quiere empezar una carrera, joven?
Joe se quedó sorprendido ante la pregunta aleatoria de Barret, ¿una carrera? La palabra le parecía muy lejana Nunca había pensado en ello. Sus circunstancias nunca le permitían pensar tan lejos en el futuro.
Al verle sorprendido por su pregunta, Barret comenzó a sermonearle.
—Joven, si se limita a vivir toda la vida de forma desordenada, ¿no sería un desperdicio? Tomemos como ejemplo al señor. Ahora tiene mucho éxito, pero al principio empezó de cero...
Barret estaba a punto de dar un largo discurso, que probablemente duraría al menos media hora, pero pronto se detuvo porque Joe ya había entendido lo que quería hacer.
—Ya entendí, Barret.
Barret se emocionó mucho ante la respuesta de Joe. Eso no le llevó demasiado tiempo, pensó.
—¿Qué quiere hacer?
Joe le dirigió a Barret una mirada significativa —Bueno, Barret, ¿tiene la familia Andrew algún amigo que pertenezca al —otro— círculo...?
—¿Otro círculo? —Barret respondió de forma confusa.
—Ya sabes, gente que corre por el otro lado de la ley a veces...
—Oh, sí, unos cuantos.
—Me refiero a los que son realmente capaces y no solo a los cabrones que solo roban cosas.
—Sí... —Barret contestó titubeante sin saber por qué Joe le preguntaba esto.
—Genial, ayúdame a contactar con ellos.
—Joven, ¿qué va a hacer? No debe hacer cosas que violen la ley, si no, no podré ayudarle.
—No seas gallina, Barret. Solo quiero recuperar mi propio territorio.
—¿Qué quiere decir? ¿Qué significa recuperar su territorio?
—Bueno, la calle Danforth, ¿sabes?
—¿Es la calle del bar?
—Correcto.
—Sí, ¿qué tiene de malo?
—Al principio ese era mi territorio, pero fue arrebatado por Daniel. Él... él... —Joe no pudo continuar sin estremecerse. Todavía recordaba aquella noche en la que lo dejaron ensangrentado y azul.
—¿Sí, joven?
—Él... él me golpeó. Esto es lo que me dejó el cabrón —Joe se levantó la manga, y había tres cicatrices rojas muy profundas y marcas de quemaduras en el brazo derecho de Joe.