A las 6 de la mañana del día siguiente, Joe se despertó al sonar su teléfono. Era Barret.
—Hola, Sr. Smith. Siento molestarle tan temprano, pero mi señor quiere verle ahora.
Joe se frotó los ojos adormecidos. Aunque estaba un poco descontento, sintió que era el primer día para ir a trabajar, así que contestó amablemente: —Sí, me levantaré ahora para ir lo antes posible.
—Te estoy esperando en el callejón frente a tu casa.
—¿Cómo sabes que vivo aquí? —Joe frunció el ceño.
—Lo he comprobado. Por favor, intente ser lo más rápido posible —Barret colgó rápidamente dejando a Joe boquiabierto. Supongo que los ricos tienen sus medios, pensó Joe.
Se levantó de la cama, se lavó la cara despreocupadamente y se apresuró a salir por la puerta.
Tras subir al coche, decidió hacer algunas preguntas a Barret. Al fin y al cabo, Barret era el administrador de la familia Andrew, y él era sólo un recién llegado. A partir de ahora, se encontraría con Barret de vez en cuando. No estaba de más familiarizarse con Barret.
—Barret, gracias por venir a recogerme.
—De nada, por cierto, te he traído el desayuno. Está en el asiento trasero. Toma un poco.
—Gracias. Por cierto, ¿debo llamarle Sr. Barret ahora?
—No, puedes llamarme simplemente Barret.
—Bueno, ¿cómo me dirijo al Sr. Joseph? ¿Llamarlo señor como lo haces tú?
—¿No crees que es un poco incómodo llamarle así?
—Sí, es un poco incómodo.
—Entonces puedes llamarle presidente Joseph.
—Oh, presidente Joseph —Joe frunció el ceño. Barret tenía que llamarle Señor, ¿pero podía llamarle presidente? Extraño, pensó Joe. ¿No estaba él en la misma posición que Barret?
—Entonces, ¿la familia Andrew es rica?
—Pronto lo sabrás —se limitó a responder Barret.
Joe pensó que Barret era realmente bueno haciendo que la gente adivinara lo que quería decir. Él iba a trabajar para la Familia Andrew, no a heredar su fortuna.
—Sr. Smith, podría...
—No...
—Sí, ¿qué pasa?
—¿Podría hablarme casualmente? No soy el presidente Joseph, y usted no tiene que ser tan educado.
—Oh, sí, por supuesto.
—¿Por qué el presidente Joseph quiere verme tan temprano en la mañana?
—Lo sabrás cuando llegues.
—Usted debe saber.
—No lo sé.
—Bien.
Pronto, llegaron a la mansión de la familia Andrew. El coche se detuvo en la entrada de la puerta principal como ayer.
—Sr. Smith, el Señor le está esperando en la sala de estar.
—Vamos... vamos a entrar juntos cuando aparques el coche —respondió Joe. No quería enfrentarse al —Señor— solo.
—No me esperes. Tengo que ir a comprar comida.
Joe le miró fijamente: —¿Vas a comprar comida a las seis de la mañana?
—Sí —se limitó a responder Barret.
—Bueno... hasta luego —contestó Joe y bajó lentamente del coche.
Cuando Joe entró en el salón, se encontró con Joseph.
Al ver llegar a Joe, éste se levantó con los ojos llenos de amor.
—Ahí estás.
—Buenos días, presidente Joseph —dijo Joe inquieto mientras se ponía de pie. No sabía por qué estaba aquí ni por qué el presidente se alegraba de verle. Era sólo un mendigo sin hogar que trabajaba para la familia.
—No seas tan formal Joe. Simplemente siéntate y toma esta casa como si fuera tuya —contestó el presidente y señaló el sofá que estaba a su lado.
Joe se sentó vacilante, pensando en lo que Nicole le había dicho ayer. Agradeció mentalmente a Barret que le permitiera ducharse ayer antes de reunirse con un hombre tan importante en esta impecable casa.
Joseph no se anduvo con rodeos. —Mi nieta te ofendió ayer, por favor, perdónala.
Joe asintió: —Está bien.
—¿Qué piensas de ella?
—Bueno, ¿qué quieres decir? —Joe frunció el ceño. ¿Por qué le preguntaba esto?
—Digámoslo así, a Nicole le gustas y quiere casarse contigo. ¿Te gustaría casarte con ella?
Joe se quedó inmediatamente en estado de shock. Sospechó que estaba alucinando. ¿Estaba Joseph Andrew, el patriarca de la familia, ofreciendo a su nieta para que se casara con él? ¡¿Un huérfano sin hogar que se gana la vida recogiendo basura?!
—¿Estás... bromeando? —Joe balbuceó.
—No, te estoy pidiendo tu opinión muy en serio.
Joseph parecía realmente serio. Joe se retorció las manos con ansiedad.
Una burbuja de adrenalina se acumulaba en su estómago. Tan atónito como estaba, se sentía extasiado. La familia Andrew era rica y poderosa, y Nicole era hermosa, así que no tenía ninguna razón para rechazarlo.
Aunque estaba feliz, Joe no se sentía aliviado de su confusión. ¿Por qué le había tocado algo tan bueno? ¿Era un truco de Dios? Para engañarle y hacerle creer que su vida daba un giro, pero en realidad no lo haría.
¿Querían engañarle con su dinero? Pero él no tenía dinero. ¿Querían aprovecharse de él? Pero era Nicole la que sufriría una pérdida. Él ya no tenía nada.
Entonces, ¿realmente tenía que preocuparse? Sin embargo, Joe seguía sin entender.
—Presidente Joseph, no entiendo muy bien.
—Sé lo que estás pensando, pero no te preocupes, no hay ningún cálculo detrás de esto. Pero debo decirte algo por adelantado. Después de casarte, vivirás aquí en nuestra mansión familiar legalmente. ¿Aceptas esto?
Joe frunció el ceño. Sí, no tenía una educación formal, pero no era tonto. —¿Quieres decir que quieres que sea tu yerno por adopción?
—Sí.
Joe asintió sin dudar. No era porque fuera un cobarde, pero después de ser expulsado por la pareja que dirigía el restaurante, se planteó seriamente su futuro. Se había dado cuenta de que su antiguo jefe tenía razón. Estaba destinado a un yerno por adopción. No tenía nada a su nombre, no tenía dinero ni propiedades. No tenía nada que ofrecer a ninguna mujer. Pero, para Joe, no era un gran problema. Mientras pudiera tener una mujer hermosa, no le importaba hacerlo.
—Sí, estoy de acuerdo.
Joseph suspiró aliviado. —Genial, no te preocupes. Aunque serás mi yerno por adopción, la familia Andrew no te tratará mal. Todo esto será tuyo en el futuro —Joseph señaló todo lo que le rodeaba.
Joe no creía ni una palabra de lo que decía. La fortuna sería de su nieta, pensó Joe.
—No vengo por dinero...
—No hace falta que lo expliques, entiendo que están hechos el uno para el otro.
—Sí, sí, eso es lo que quiero decir. ¿Nicole también lo cree?
—Sí, pero puede que te haga una pequeña prueba, así que será mejor que estés preparado.
—¿Qué prueba? —preguntó Joe.
—Eso, no lo sé.
—Está bien. Definitivamente puedo pasar su prueba.
—Sí, te creo.
—¿Debo llamarte abuelo a partir de ahora?
—Sí, puedes llamarme abuelo —los ojos de Joseph estaban llenos de expectación y amor por el hombre sentado frente a él. Su único heredero, su único nieto.
—Supongo que... tendré que cambiar mi dirección cuando Nicole y yo nos casemos.
Joseph asintió.
—Entonces, ¿qué debo hacer ahora?
—Te llevaré por la casa para que te familiarices con la Mansión.
—Gracias.
Cuando la —visita— terminó, ya eran más de las 8 de la mañana.
De vuelta a la sala de estar del edificio principal, Nicole charlaba alegremente con un grupo de sus amigos.
Entre ellos había un chico joven. Era Cruse Arthur, el único hijo de Mark Arthur, el presidente del Grupo Arthur. El Grupo Arthur era un socio importante del Grupo Andrew, y Cruse Arthur era un joven y apuesto soltero; todos pensaban que Nicole y Cruse iban a ser pareja.
Al ver a Joe entrar en la sala, Nicole sonrió triunfante.
Delante del apuesto Cruse Arthur, Joe parecía aún más grosero y bárbaro.