Alejo rápidamente a Paúl, quien reajusta su posición al escuchar la voz. — ¡Papá! Te presento a… -mi padre me interrumpe mientras se acerca a nosotros — Paúl Arboleda ¡Qué gusto verte! –la voz de mi padre sonaba alegre al estrechar la mano del rubio — El gusto es mío Señor Rodrich –contesta educadamente. Mi quijada está a punto de tocar el suelo, mi padre jamás ha sido un hombre muy expresivo y menos con personas desconocidas, claro que a Paúl parece conocerlo muy bien. — Entremos por favor, Alice vamos –ordena mi padre y ambos obedecemos sin refutar Nos sentamos en la pequeña sala de estar, Teresa llega con nuestras bebidas y empezamos nuestra charla sobre su familia. — ¿Cuándo volviste de Europa? — Hace dos semanas me mudé por completo a la ciudad. — ¿Te harás cargo d