CAPÍTULO OCHO Era una mañana brillante y clara para cuando Riley se metió en su auto alquilado y salió del aeropuerto. El tiempo era realmente maravilloso, con una temperatura de unos quince grados. Supuso que haría a la mayoría de la gente pensar en disfrutar de la playa o al menos tumbarse junto a una piscina en alguna parte. Pero Riley sintió una aprensión al acecho. Se preguntó con nostalgia si alguna vez vendría a California solo para disfrutar del clima, o ir a cualquier otro lugar para relajarse. Parecía que el mal la esperaba donde quiera que iba. “La historia de mi vida”, pensó. Sabía que le debía a sí misma y a su familia salir de ese patrón; tomarse un descanso y llevar a las chicas a algún lugar solo por el simple placer de hacerlo. Pero ¿cuándo pasaría eso? Dejó escapa