Capítulo 17

534 Words
Cuando el llanto descendió se recostó sobre su espalda, arrastrándola a ella para ubicarla sobre su cuerpo.  Camila se mantuvo en silencio, esperando pacientemente que él quisiera hablar.  —¿Cómo llegaste acá? — preguntó intrigado. —Jerónimo. Ese muchacho sí cabalga a gran velocidad— exclamó levantando su carita con los ojos bien abiertos. Juan rió y le besó la punta de la nariz. —Espero que se comportara — sentenció con fingido disgusto y los ojos rojos de tanto llorar. —Fue un caballero — respondió volviendo a apoyarse en su pecho. Juan trazaba líneas imaginarias por su espalda, suave y blanca, mientras ella jugaba a marcar los lunares de su pecho con el dedo. De pronto sintió la estúpida necesidad de regresar. No quería, quería estar por siempre sobre el cuerpo de aquel imponente hombre, pero sabía que Jerónimo aún esperaba para llevarla de vuelta a la finca, aunque también sospechaba que ya había encontrado compañía hasta que ella decidiera retornar, después de todo la muchacha de la casa le había enviado claras señales de interés. —Debería volver — escupió repentinamente. Juan la contempló extrañado.  —Podés quedarte. Mañana le digo a Sofía que te cubra — dijo. —¿Sofía sabe? — preguntó sin levantar la cabeza. —Y Mercedes. —¡¿Y Mercedes?!— exclamó sorprendida mirándolo, ahora sí, directo a los ojos.  —Sí, amor. Las dos saben. —Mmmm… Espero que no traiga problemas…— Y se volvió a acomodar en su cómodo pecho. —No, no lo hará.  —¿No estabas enamorado de Franchesca? — preguntó de repente. —No — respondió algo dudoso de dónde terminaría aquella conversación.  —Pero igual estuviste con ella. —Como con otras más— aseguró.  —Como con otras más— murmuró ella. —Camila, princesa — dijo llamándola para que lo mirara—, ¿a qué querés llegar? —Nada. Solo preguntaba — respondió mirándolo a los ojos, pero con ese brillo que decía que no todo estaba bien. —Camila — la animó a que confesara. —Es solo que quería saber. Vos decís que no la desposarías y me dio curiosidad. Nada más.  —No es igual — sentenció. Camila lo contempló sin poder comprender —. No es igual con vos — aseguró—. Con vos sí… con vos sí quiero — dijo en un susurro pero sin dejar de verla de frente. —¿Estás seguro? — preguntó también susurrando.  —Me gustaría hablar con tu padre primero, y conseguir un anillo aunque sea, pero sí, te lo iba a proponer — aseguró apartando el terror que escalaba por su espalda.  —Dios — susurró tapando su boca con las manos.  Que Juan dijera aquello era simplemente… demasiado. —¿Aceptarás? Cuando lo proponga como corresponde, ¿aceptarías? — cuestionó dudoso. Es que ella se oponía tanto a la idea que él no sabía qué esperar. —Dios, ¡claro! ¡Claro que sí! — exclamó saltando a sus brazos nuevamente.  —Gracias, princesa. Gracias — susurró sin dejar de besarla, permitiéndose esa sonrisa boba en los labios, la cual lo acompañaría cada vez que la volviera a ver.
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