Capítulo 4 - ´´P´´

1264 Words
Kayler me había dejado en mi aula, era grande. Había escogido una silla al fondo, a la par de la pared. Ni siquiera me concentraba, mi mente no dejaba de pensar en lo que había hecho. En lo que ni si quiera recordaba. El profesor explicaba algo en el pizarrón, algo sobre el turismo y eso, se suponía que esta sería una nueva vida. Y resultó ser un infierno. —¿Señorita Lane? —la voz del profesor me sacó de mis pensamiento, elevando la vista. Me encontré con unos ojos color verdes, cabello rubio y una tez blanca. ¿Era un profesor o un estudiante? Porque estaba muy joven, y tampoco me pasó desapercibido su cuerpo bien dotado. Carraspeé. —Disculpe, profesor... —murmuré, ni siquiera me le sabía el nombre. El chico era guapo, pero no tanto como Kayler, sin embargo iba en la misma dirección. —No hay problema, solo quiero que pongas mas atención, ¿está bien? Asentí, poniendo mis labios en una sola línea. De todas formas le hice caso y puse atención las dos horas de clase, eso me había servido para olvidarme de todo lo demás. Y lo agradecía. Al terminar las dos horas todos los estudiantes empezaron a salir, metí mis cosas en mi bolso con cautela, hasta que quedamos el profesor y yo solos. Me puse de pie con la intención de irme para la cafetería y buscar a Kayler. —Carolina, ¿cierto? —la voz del profesor me hizo detenerme en seco y mirarlo. —Sí —me acerqué a su escritorio. —No te miré por aquí ayer... —comentó. —Lo siento tanto, lo que pasa es que ayer me pasó algo y me fue imposible venir. —me apresuré a decirle. Había faltado a clases ayer. El primer día. —No te preocupes, no te estoy reprochando ni nada, es solo que no te había visto. —se retractó. Ah. —Lo siento, —volví a decirle. Además, como dije antes, no sabía ni su nombre. Sin embargo esta era una buena oportunidad para preguntárselo. —¿Cuál es su nombre? —Rafael. Le medio sonreí, sin embargo Rafael me resultaba familiar, como si en tiempos anteriores nos hubiéramos visto. O eso creo. —¿Se le ofrece algo más? —cuestioné al ver que no apartaba su vista de la mía. Era algo incómodo, pero no lo hacía con perversion ni nada de eso, pude notar algo de curiosidad en ellos. Parpadeó. —No, nada, solo era eso. Puedes retirarte... O ¿vas para la cafetería? Podemos irnos juntos si gustas. Soy nuevo en la universidad y no me siento viejo para irme a almorzar con los demás profesores. No pude evitar soltar una risita. —Está bien. Empezó a meter sus libros en su bolso y se puso de pie. Empezamos a caminar por el pasillo. ¿Donde estará Kayler? —¿Y qué edad tiene? —me tomé el atrevimiento de preguntar. —Me puedes tutear, Carolina —me miró mientras bajábamos las escaleras—. Y tengo 23. ¿Tú? —18. —Lo suponía. —sonrió. Le devolví la sonrisa. —¿Estas en las residencias? —volvió a sacar plática, mientras cruzábamos las puertas de la cafetería. Estaba lleno, casi todas las mesas, mi mirada buscaba a Kayler pero no lo veía por ninguna parte. —Sí —respondí sin mirarlo, mientras sacaba mi celular del bolso. —Yo igual, estoy en el número 36. Lo miré. —Nosotros estamos en el mismo piso. Pude notar que algunas miradas estaban en nosotros. Eso me puso incómoda. Al final de la cafetería pude notar una mesa vacía. —¿Nosotros? —inquirió. —Sí, oye, estaré en la mesa del fondo por si quieres ir, tengo que llamar a alguien. —le dije, alejándome de él, sin darle tiempo de contestar ni nada. Atravesé las mesas, pude ver a Darla y las otras a dos mesas de la mía. Las ignoré por completo, de seguro estaban hablando de mi. Pude notarlo. El murmullo de gente no me dejaba concentrarme bien en lo que decían pero me dije a mi misma que no valía la pena. Al llegar a la mesa me senté y tecleé un mensaje para Kayler: De Carolina: ¿Dónde estás? Estoy en la cafetería. Dejé el teléfono en la mesa, al rato Rafael apareció en mi campo de visión, solo traía un jugo de naranja en sus manos. Se sentó frente a mi. —La comida de aquí no me convence mucho —. Sonrió de lado. Era notable las miradas que algunas chicas le lanzaban. —¿Te das cuenta cómo te miran? —le cuestioné divertida alzando una ceja. Él les dio una mirada rápida. —No importa, no es para tanto. Alcé una ceja. «Ahí viene él» escuché a una chica murmurar «es tan lindo» dijo otra, las oía claramente «pero es inalcanzable, solo míralo, ni nos voltea a ver» se lamentó una. ¿De quién estarán hablando? Me volteé en dirección de la entrada, ahí venia Kayler, caminando como solo él sabía hacerlo, pero con el venían tres chicos más, vestidos de n***o también y sus caras eran inexpresivas. De pronto sentí un dejá vú y me sentí en la preparatoria donde él caminaba con su manada y los aires de grandeza. De modo que se iba acercando a mi su ceño de frunció al ver a mi acompañante. Me giré a Rafael. —Rafael, creo que deberías irte. —le dije con cautela. Me miró sin entender. —¿Porqué? —Es solo que... —No terminé la frase porque Kayler se inclinó a mí, girando mi rostro, y dándome un beso. Y sé que lo hizo a propósito. —Hola, amor, ¿todo bien? —se sentó a la par mía. —Sí, —respondí—. Él es Rafael, mi profesor de Turismo. Lo miró. —Tu profesor. —confirmó, como si le hubiera resultado irónico. Los otros tres chicos se sentaron a la par de nosotros. Rafael asintió, a la vez que se ponía de pie. —Muy bien. Carolina, nos vemos mañana en clases, ¿vale? —Está bien. Se fue. Ahora me giré a Kayler. —¿Quiénes son estos chicos? —pregunté en un susurro. Ahora sí suavizó su expresión. —Ellos son nuevos integrantes de la manada. Me costó algo encontrar a gente como nosotros pero lo hice. No podíamos estar sólo los dos aquí. Así que volvió a ser el Kayler de antes, con manada y todo, solo espero que no vuelvan las cosas misteriosas y eso. —Cálmate, todo estará bien. Prometo decirte todo lo que pase —me dio un beso en la sien. —Te los presentaré. Me giré a los chicos. —El rubio teñido es Darren —señaló al chico joven, vestido con una chaqueta de cuero negra. Él solo me dio un saludo militar. —Este es Kevin —era un chico moreno, alto— Y él es Frederick. —el último era tez blanca y cabello n***o. Bueno, ahora teníamos una nueva manada. —Muchachos, ella es Carolina Lane, la señora del Alpha. Los chicos sonrieron. —Y ahora dime, ¿porqué entablabas conversación con tu profesor? Y hasta me pareció que se tutearon. Y aquí íbamos. —Kayler, ¿en serio? —lo miré con aburrimiento. Se encogió de hombros, pero al final resoplé y le contesté—: El chico a penas tiene 23 y no quiere estar con los demás profesores así que venimos a la cafetería juntos. Creo que seremos buenos amigos. Hasta vive en nuestro piso. Eso no pareció gustarle. —Como que me están dando ganas de comprarme una casa, ¿ustedes qué dicen, muchachos? —los miró. —Por mi excelente. —respondió Darren. —Y si es en el bosque, mejor—añadió Frederick. —¿Estas bromeando, no? —miré a mi novio. Achicó los ojos. —Claro, lunita. Pero no me pareció muy convincente. Los altavoces resonaron por toda la cafetería, al parecer la directora daría un anuncio. «Estudiantes, todos sabrán que nuestro alumno Dereck falleció el día de ayer, a pesar de que no lo conocíamos bien era parte de nuestra universidad, así que después de almorzar quiero que todos vayan al campus en donde le daremos un último adiós. No falten, chicos, esto es serio.» finalizó. La piel se me erizo, luego los demás empezaron a murmurar cosas. Todo había sido mi culpa. Sin embargo eso no fue lo que me alteró más, si no el mensaje que me había llegado a mi teléfono celular: De desconocido: Sé lo que hiciste, y no descansaré hasta que pagues por ello. «P.»
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