Andrew bajó del caballo, miró los ojos de las damas, pero hundió su mirada por compasión —Señoritas —dijo saludando con calma, Mackenzie fue la única en responder, Clarence ni siquiera se atrevía a mirarlo por temor—. ¿Dónde está su padre? Necesito verlo con urgencia… —¿Quién murió? —preguntó Mackenzie con impulso, como si presintiera que de pronto algo estaba muy mal. Andrew quiso callar, tragó saliva, no sabía que decirles, era una situación más allá de incómoda; era triste, desoladora —Yo… Lo siento mucho… —¿Qué? —susurró Mackenzie, frunciendo el rostro, perpleja, mientras Clarence escuchó el rugir de su corazón como si le fuera a salir de la boca —Su madre, Gema, fue a verme y… yo… se puso muy enferma, de pronto… Le dio un infarto al corazón, no pude hacer nada… Los ojos de las h