CapÃtulo 6. En el hospital.
Camelia lo miró atónita a los ojos y tragó grueso, sus mejillas se pusieron rojas como un tomate, haciendo lucir a la joven tan tÃmida y hermosa que él no pudo soportar las ganas de besarla.
El beso fue lento y ella solo se dejó llevar.
El leve sonido del elevador al llegar hizo que se detuvieran, salieron y el hombre la guió hacia su oficina.
Pensativa e incómoda por el beso, pensó para sà misma.
¡Ella no puede dejarse llevar por este hombre!
pensando en esto, caminó decidida a no dejar que él la humille.
—Señor Williams…
ella entró a la oficina después de que él le abrió la puerta e intentó hablar para llegar al punto de su visita, pero su beso la dejó paralizada.
Con sus manos sujetó su cabeza, y no la dejó escapar hasta que sintió la necesidad de respirar.
Respirando con un poco de dificultad ella aun sujetada por él dijo: —Se… señor Williams…
—Shh… espera.
él estaba intentando controlar a un amiguito suyo que estaba bastante inquieto.
Al sentir su entrepierna en su intimidad Camelia, abrió sus ojos como plato, y se puso roja.
Él volvió a mirarla, se lamió sus labios aun con sus manos sosteniendo su cabeza obligándola a mirarlo.
—¿Vas a aceptar que nos sigamos viendo?
Ella frunció el ceño, sabÃa perfectamente a qué se referÃa, no era tonta.
—Señor Williams, yo…
—Si no es asÃ, no puedo ayudarte.
ella lo miró incrédula, mientras él se alejaba para sentarse en su escritorio.
¡Qué atrevido es!
Camelia apretó sus manos en puños con tanta fuerza que sus nudillos se volvieron blancos y sus uñas clavaron su piel.
Eso no pasó desapercibido, él se dio cuenta y esbozó una sonrisa.
La joven, sintió como sus ojos se llenaron de lágrimas y salió corriendo de la oficina, dejando a Blake bastante atónito.
se preguntó si habÃa sido cruel con ella, pero decidió dejarla ir… por esta vez, solo por esta vez.
Pensativo levantó su teléfono celular e hizo una llamada.
—Investiga qué sucedió en la casa de la familia Miller.
—Si, señor.
Colgó la llamada y pensó en la reacción de la joven.
¡¿Cuánto tiempo estuviste con Diego?!
*
Por otro lado, la joven llegó a su auto y aceleró por todo el camino.
el timbre de su móvil, hizo que frunciera el ceño, levantó el aparato y contestó mientras se detenÃa a una orilla de la vÃa.
—¿Hola?
—Señorita Camelia, su madre se puso mal.
—¿Qué le sucedió?¿Dónde está ahora?
—Hospital Sanders.
—Estaré allÃ, enseguida.
La joven colgó la llamada y se apresuró a llegar allÃ.
Al estacionar se dirigió a la recepción para preguntar por su madre y enseguida la guiaron a ella.
—¡Mamá!¡Mamá! por favor no me asustes asi, ¿que tienes?
—Tranquila señorita, ella está estable ahora.
—¿Qué tiene?
—¿Ella ha experimentado algún cambio de emoción en estos últimos dÃas?
—Si… bueno, hemos tenido algunos problemas… pero estoy solucionandolos.
—Bueno, es perjudicial para su salud, ya que tuvo su primer pre-infarto.
—Madre mÃa.
Volvió en dirección a su madre, mirándola tan lamentable, ahora mismo odiaba aún más a Diego Smith.
—Es probable que si experimenta un…
—No será asÃ, doctor.
Ella tuvo miedo a seguir escuchando asà que decidió interrumpirlo y, el doctor entendió enseguida, se despidió de ella y salió.
Ella volvió a acercarse a su madre y sujetó su mano.
Sin saber en qué momento se quedó dormida, el timbre de su teléfono móvil resonó y ella enseguida se incorporó, estando un poco desorientada miró el lugar y recogió el celular, contestando sin revisar.
—¿Hola?
—¿Qué haces en el hospital?
Camelia frunció el ceño al escuchar esa maldita voz, miró a su madre y se levantó de la silla, camino hacia la ventana y dijo: —Gracias a ti, mi madre acaba de tener un pre-infarto, Diego, te juro que si a mi madre le pasa algo…
—¡No me amenaces! ¿en qué habitación estás?
—No quiero que vengas aquÃ, mi madre no puede verte.
—Eso no lo decides tú, no la veré a ella; te veré a ti.
—¡Idiota!
—Sal de la habitación para poder verte.
—Diego, estás mal de la cabeza…
—Dije, sal de la habitación.