Capítulo 5. ¡No acostumbro. A obedecer. a nadie. Señor Williams!

816 Words
Camelia lo miró mientras entraba y detrás de ella entró él, sorprendida la mujer cerró la puerta y esbozó nuevamente una sonrisa. —¿Qué sucede? pregunta con evidente confusión. —No es necesario lo que piensas hacer, me iré a casa. La joven caminó hacia la puerta. —¡Camelia Miller, siéntate y deja que la señora Roberts revise esa herida! Mientras la chica se detiene con su mano en el pomo, la mujer abre sus ojos como plato y observa a la joven darse media vuelta con su ceño fruncido mientras lo mira. —No acostumbro. a obedecer. a nadie. señor Williams… La joven mujer pronunció sus palabras fuerte y claro, mientras él la escuchaba atento. ¡Había logrado hacerla enojar! —Ven, querida te revisaré tu herida. La mujer interrumpió a la chica, con miedo a que su jefe tomara represalias contra ella, la llamó y, la guió hacia la camilla. Ella la siguió pero no dejó de mirarlo. —Oh, Wow, eso no se ve bien… Camelia, baja su mirada y ve una pequeña piedra incrustada en su piel, al escuchar eso Blake se acerca a ellas un poco más y mira la rodilla de la chica, frunce el ceño y luego la mira a los ojos. —Intentaré sacar la pequeña piedrecilla que se ha incrustado y luego prosigo a limpiar la herida, ese es el procedimiento. ¿Está bien? Camelia frunce el ceño con dolor y asienta con la cabeza. —Okey. La mujer preparó todo y se sentó, encendió una lámpara y la dejó justo por encima de su hombro, Blake observó a la joven al sentir el primer punzón, ella dio un brinco y él se acercó a ella sintiendo un impulso por abrazarla. La chica abrió sus ojos como plato atónita y la mujer fingió no ver nada. —Bien, he sacado la piedra sentirás un leve ardor, prosigo con el desinfectante. Acto seguido el hombre la abrazó con fuerza y ella bajó su cabeza acunando su rostro en su cuello, sin poder soportar su agradable olor ella respiró profundo aspirando el aroma que emana de él. “¡Huele tan bien!” —Ya está. dijo la mujer pero ninguno escuchó. Carraspeó su garganta y fue entonces cuando la escucharon, él la soltó y ella se alejó, las orejas de la chica estaban rojas de vergüenza. —Yo… em… Muchas gracias. Incómoda se bajó de la camilla y se acomodo su vestido. —Toma, te daré esta caja de tabletas para el dolor, por hoy no mojes tu herida y ella sanará muy bien. —Gracias. Camelia salió de la habitación y comenzó a caminar, pero al no sentir al hombre detrás de ella se detuvo. —Señor Williams, muchas gracias. le agradeció e intentó seguir su camino. —¿No tenías que decirme algo? Ella se detuvo en seco. Camelia se dió vuelta y lo miró a los ojos, sus esperanzas volvieron a surgir, así que caminó hacia él, mientras lo miraba sin parpadear, logrando incomodarlo. ¡Es una belleza única! —¿Podemos hablar aquí? La joven miró a su alrededor y, él salió de su trance. Em… carraspeo. —¿Prefiere hablar en mi oficina? le pregunta formalmente y al ver que ella asienta con su cabeza, la guía hacia el ascensor. —Señor en una hora es la reunión. —Llama y cancela. sin darse vuelta y de espaldas a sus asistentes, ordenó y presionó el botón de cerrar las puertas del ascensor, dejando a dos asistentes atónitos y a una joven incómoda. Sintiéndolo cerca, su respiración se volvió irregular. —¿Aún tienes mi tarjeta? ella se removió incómoda y miró hacia otro lado. —No. Él la miró entrecerrando sus ojos. Bueno, él no había querido verla, así que simplemente la tiró a la basura. —Está en la basura. susurro diciéndole la verdad. Él se acercó a ella y metió una mano a uno de sus bolsillos y con la otra se apoyó en el espejo. En un inicio él le había dado aquella tarjeta por si ella quería volver a verlo, pero ella no era idiota, sabia lo que él queria. —¿Cómo piensas pagarme el favor que me quieres pedir?
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