Capítulo 4. ¡Que no puede hacer nada por ti!

736 Words
—Entiendo, lo intentaré, es más, llamaré ahora mismo a papá. Leah, hizo la llamada y enseguida se conectó. Viendo a su amiga mientras escuchaba a su padre, frunció el ceño y luego se despidió. —Papá dice, que no puede hacer nada por ti… es arriesgado para él… desafiar a Diego. —¡Te lo dije! ese desgraciado tiene a todos de su lado y… —No desesperes, Cami, debemos intentar con el señor Williams. Poniéndose rígida Camelia miró a su amiga y negó con la cabeza. —No iré tras él. —Cami, no seas tonta… Creo que es el único capaz de desafiar a Diego. —Lo intentaré por última vez, igual… debo entregarle el abrigo. —¡Oh!… ¿y tienes su abrigo? ¡Qué emoción! —No es para tanto Leah. Acto seguido, se levantó, se despidió de su amiga y salió del lugar, decidida a esperar al hombre fuera de su empresa. *** De vuelta en W.Company. Camelia se bajó del auto con la bolsa en sus manos y caminó hasta la entrada del edificio, esperando a que este hombre saliera; justo en ese momento, un hombre alto salía acompañado de dos personas más. Al verlo corrió hacia él, pero se tropezó con el escalón de la entrada, cayendo de bruces justo en los pies del hombre. Blake, volteo a mirar para ver quien se había atrevido a acercarse a él y al ver el rostro hermoso de la chica de la noche anterior pensó ayudarla, pero decidió dejar que se levantara sola, aun de rodillas y con sus ojos cerrados ella levantó su mano con la bolsa para entregarla. —Venía a entregarle esto. se levantó a toda prisa y como pudo se limpió las manos y las rodillas, pero una de ellas estaba sangrando. —Eres tan torpe. soltó con desprecio y aun sin recibir la bolsa. Camelia miró al hombre a los ojos e ignoró sus palabras, soportando el dolor simplemente le volvió a estirar la bolsa. —Vine a entregarle esto. Williams recibió la bolsa y sin revisar se la entregó a su asistente. —Gracias —dijo y, sin mirar a sus dos acompañantes ordenó: —Pideles, que la laven dos veces. Camelia quedo inmovil en el lugar al escucharlo, miro como su única ayuda se alejaba de ella. inconforme se preguntó. ¡¿Como que la laven dos veces, acaso ella estaba sucia?! Recogiendo el poco valor que le quedaba, volvió a correr detrás de él, arrugando la cara por el dolor punzante de su herida. —Señor Williams, solo quiero pedirle un favor… Se detuvo al escucharla, pero no volvió para mirarla. —¿Qué quieres? le pregunta de una manera despectiva, era algo que él odiaba. ¡Que lo buscaran para favores! Camelia, dio dos pasos adelante con dificultad y volvió a fruncir el ceño. —¡Ouch!... señor Williams, por favor escuchame —su voz salió casi en un susurro. El hombre al escuchar su quejido se dio vuelta en su lugar, la niña se veía muy mal, se podía notar el agotamiento y su rodilla sangraba. —Señor Williams… Antes de que ella pudiera decir más, él la levantó en sus brazos dejando a sus dos asistentes sorprendidos, él caminó con la chica en sus brazos y fue de regresó a su empresa. —Deberías tener más cuidado, tu rodilla está sangrando mucho. Camelia, lo miro atónita, sin poder moverse solo lo miro y todos lo que estaban alrededor pareció desaparecer. —Yo… lo siento. Blake, miró a la niña y frunció el ceño confundido, pero luego se mofó de ella. —¿Lo sientes por caerte? le pregunto. —Sí, y por… avergonzarte en tu empresa. Él se detuvo justo frente a la puerta de la enfermería y la bajó lentamente, pero enseguida ella soltó un quejido, incomoda observó a todos a su alrededor dándose cuenta que todas las personas estaban observando los, pues nunca, a excepción de la mujer que él amaba nunca antes lo habían visto ser atentos con otra mujer, al momento de mirarlos todos hicieron de la vista gorda. ¡Nadie vio nada! Blake golpeó la puerta y esta se abrió enseguida. —Oh… señor Williams, que sorpresa. La mujer mayor esbozó una sonrisa al ver al joven y luego sus ojos cayeron en la hermosa muchacha que lo acompañaba. —Entra. le dijo seco.
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